Tres meses después de haber tenido un hijo, me propusieron viajar a Aruba para analizar a las candidatas al Concurso Nacional de Belleza. Yo no sabía si era una broma o si realmente querían contar con mis hormonas en todo su esplendor para reflexionar sobre once veinteañeras perfectas, de 90-60-90 (solo pude acompañar a la mitad del grupo porque tuve que volver a reencontrarme con mi recién nacido).
La propuesta resultó ser cierta, así que me tomé la tarea muy en serio. Cromos dio con alguien que tiene el ojo totalmente entrenado para estos asuntos, empezando por la córnea, pasando por la pupila y terminando con la retina. Estaba preparada después de años de hablar con mis amigas mientras nos tomábamos un café en la mesa esquinera de cualquier restaurante. No obstante, debo confesar que, a pesar de mi formación y de que podía criticar sin remordimiento, me tembló la mano para ponerlas en el paredón y determinar quién tenía la nariz operada, la cola caída y el pelo postizo.
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"Casi todas fueron al mismo odontólogo. Parecían con cajas de dientes y tenían terror de morder un pan y quedarse muecas".
Once candidatas frente a mí en su pequeño bikini, y yo, con lupa en mano, empecé mi aventura. Era una especie de banquete que cualquier reinólogo habría deseado degustar. Para empezar, debo decir que, al verlas juntas, se veían como cualquier promoción 2016 de un colegio. Son bonitas, pero no imponentes.
Me lanzo al agua con San Andrés, quien, sin su espectacular afro, pasaría desapercibida. Tiene un cuerpo tonificado pero, en conjunto, parecía más una modelo que una reina. Además, se sentía decaída, ella sabe que su actitud no hablaba precisamente de querer coronarse como Señorita Colombia.
Después vi a Bogotá. De lejos, lo tenía todo: porte, cara, pelo, sonrisa, cuerpo, etc. De cerca, la realidad era otra. Aunque tiene un buen cuerpo, debe trabajarlo. A pesar de ser una de mis favoritas, parecía una adolescente de 15 años. No dudaría un segundo en quitarle las extensiones y cambiarle el color rubio anaranjado que la hace ver común.
Cuando Bolívar se quitó el pareo, la vi moverse en cámara lenta. No debe ser de Dios tener los abdominales de ella. Su cuerpo es, definitivamente, su fuerte. Sin embargo, como buena costeña, tiene un airbag en la parte de atrás que necesita mejorar con urgencia, ya que la hace ver pasada de peso y sus piernas no le ayudan mucho. Es la Sandra Bullock del grupo: Miss Congeniality (la Señorita Simpatía).
Guajira es una niña linda, natural y con una boca preciosa, pero estas características no son suficientes para hacerla una reina. Con frecuencia se me olvidaba que estaba con nosotros, no se siente. En preparación está cruda y, si no se pone las pilas de aquí a marzo, dudo que logre resaltar.
Córdoba es preciosa en todo el sentido de la palabra. Y es una belleza fuerte, turca. Su pelo y su cuerpo son envidiables. Pero las reinas deben sonreír el 90% del día y ella no sabe hacerlo. Parecía como si le doliera una muela. Otra costeña con problemas en la retaguardia. Solo espero que, cuando la enfoquen en vestido de baño, la alta definición no sea cruel, los morados que tiene por las inyecciones que se aplica, bien podrían ser consecuencia de un encuentro con Christian Grey y su fusta.
Meta, en conjunto, es la típica reina. Tiene todo el porte. Alta, delgada, buen cuerpo, cara bonita y lindo pelo. Indagando por ahí, me enteré de que es un poco complicada y, hoy en día, las reinas deben estar preparadas para el drama. Entonces, Meta lo tiene todo. Para mí es el palo, la estaca, el tronco.
Antioquia, según mi criterio, es la Señorita Colombia del grupo. Si no se hubiera operado la nariz dos veces, ¡sería perfecta! Verla posar ante las cámaras es una delicia. Es una tigresa y les aseguro que en fotos se devoró al resto de candidatas.
A Boyacá le falta preparación de reina, aunque, si le hablan de política, esta abogada de 23 años tiene toda la experiencia. Su fuerte son sus ojos y su pelo. Su desventaja: la macabra operación de nariz que le hicieron. Tiene un aire a Lady Noriega. Afortunadamente es fotogénica, pero ni el mejor Photoshop puede mejorarle el cuerpo, y es poco probable que en el tiempo que le queda pueda hacerlo.
Chocó, dulce y con un rostro angelical, tiene madera, pero para un reinado universitario. Está cruda y ella lo sabe. Se nota a leguas. El color de pelo se lo hizo alguna amiga a medianoche y con los ojos cerrados.
En redes, Tolima recibió el apodo de “Miss atrevida” y, para ser sincera, creo que sí debió prepararse antes de lanzarse al precipicio de un reinado. Tiene un cuerpo chévere, pero no tiene una sonrisa bonita y tampoco es uno de los rostros lindos del concurso. Tiene toda la confianza, pero preparación, ninguna. Es la prima querida del paseo.
Cierro mi grupo con Santander: una niña completa, linda y de buen cuerpo. Para mí es la mejor asesorada y lo cierto es que está “empeliculada”, ella de verdad se cree el cuento y eso me encanta.
De las once candidatas me llamaron la atención las estrías que tienen en las nalgas y en las piernas. Si así están a los 20 y en su mejor momento, que Dios las ampare cuando tengan hijos. Por otro lado, la mayoría se prepararon físicamente solo por delante. Por detrás era un bazar de nalgas caídas (y no precisamente del cielo). Para terminar, me dio la impresión de que casi todas fueron al mismo odontólogo y les dio precios en promoción, algunas parecían con cajas de dientes y tenían terror de morder un pan y quedarse muecas.
Luego de mi misericordia y sutileza, ahora les toca a ustedes deleitarse y juzgar.
Foto: David Schwarz.