Por:
Mirla Villadiego Prins y Érika Martínez Cuervo
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Desde la fundación de Cromos hasta finales de los 50, la publicidad apuntaba a estilos de vida que distinguían a las élites. Como Cromos está en los detalles, la publicidad de aquella época no ahorró superlativos para definir las exclusivas vajillas de plata de E. Gutiérrez Vega, que se distribuían en el Almacén Nuevo; los lujosos automóviles Chrysler, Ford o Mercedes; los finos perfumes 4711; las cómodas y seguras toallas Modess; las durables bicicletas Raleigh; los modernos gabinetes de las cocinas estándar; los productos de belleza Bourjois, y las cuchillas y máquinas de afeitar de Gillete, todos para damas y caballeros distinguidos, dada la pinta de los modelos: aristocráticos, elegantes, bellos y hasta superiores.
1935. Primeras marcas de radios
En un anuncio a full color un hogar disfruta de la llegada de un Crosley, marca que también vendía neveras en la “casa” que llevaba su nombre.
Los textos publicitarios iban acompañados de fotografías e ilustraciones que mostraban los ambientes refinados en donde vivía, trabajaba y se divertía la élite intelectual y la burguesía criolla, entre quienes se contaban los primeros lectores de la revista. La publicidad mostraba en el hogar a mujeres elegantes, generalmente ataviadas con sombreros, pieles y largos collares, que en los años 20 podían comprar en los almacenes De Plata & Co. —que importaba sus mercancías de Francia e Inglaterra— o en los almacenes de R. Altman & Co. —ubicados en la Quinta Avenida de Nueva York—.
A estas mujeres no solo las rodeaba la familia, sino una corte de empleadas domésticas. Ellas se ocupaban de mantener presentable la amplia casa, y perfectamente equipada con todo tipo de muebles importados o hechos en el país, pero también de electrodomésticos y equipos que la publicidad empezaba a anunciar en los años 30, como los refrigeradores General Electric, las lavadoras Hoover, los radios Phillips o Zenith, las cámaras fotográficas de Kodak o las máquinas de escribir Royal, para hacer más fácil la vida en el hogar.
1938. Electrodomésticos Philips
Si hay algo que caracteriza las primeras décadas es la adquisición de los nuevos aparatos importados que alegran la vida doméstica.
Por fuera de la casa, hombres y mujeres aparecían en los avisos publicitarios divirtiéndose en fiestas, en el teatro o en eventos deportivos celebrados en elegantes clubes o en espacios al aire libre, hábitos típicos de la década del 20. Luna Park, en el sur de Bogotá, fue uno de esos espacios de encuentro, que se anunciaban en la revista. En el ambiente laboral, la publicidad mostraba ejecutivos maduros y exitosos, elegantemente vestidos con prendas marca Camel o de la Gran Sastrería Rodríguez, que copiaba el modelo inglés, sin que faltara el sombrero Borsalino.
Pero la presentación personal ante la sociedad no quedaba reducida al vestido. Desde los 40, la publicidad insistía en el aseo personal, impulsando el uso de cremas dentales como Colgate y Kolinos, y desodorantes y jabones, como los de Palmolive.
17 de agosto, 1935
Esmaltes Bourjois París
Los productos de belleza para mujeres han sido de los más publicitados en la historia de Cromos, los anuncios de esta marca francesa se destacaron por sus bellas ilustraciones.
Por si quedaban dudas sobre la exclusividad de los productos anunciados, estaba la publicidad testimonial con famosos legitimando la marca, desde las estrellas de Hollywood, en los 40, a la Señorita Colombia en 1959, Stella Márquez, quien recomendó los brasieres y las fajas Peter Pan, y los zapatos Wellco de Grulla.