Director: Greta Gerwig.
País: Estados Unidos.
A Christine no le gusta que la llamen Christine. Ella escogió un nombre “dado por ella para ella” con el que se siente más identificada: Lady Bird.
Lady Bird es una adolescente norteamericana, que vive junto a su familia en Sacramento, California. Se encuentra en el último año de la secundaria, y su mayor anhelo es dejar su ciudad natal para empezar una nueva vida universitaria, bajo sus propias reglas, en Nueva York.
Como cualquier chica de su edad, Lady Bird está en conflicto con todo lo que la rodea. Y aquí es donde comienza a alimentarse la trama de la película. La búsqueda de universidad, la precaria economía familiar, la difícil relación con su madre, el deseo de ser aceptada socialmente, las viejas amistades, las nuevas amistades, el primer amor, el segundo amor, el comienzo de la vida sexual, y, transversal a todas estas, la necesidad permanente de reivindicar su individualidad.
Todas estas temáticas nos hacen pensar que estamos frente a una de esas típicas películas para adolescentes, que tan populares se hicieron en la década del 90. Esas, cuyas historias transcurrían en los pasillos de un High school, entre porristas, jugadores de fútbol americano y chicos “marginados” deseando gozar de popularidad. Y, aunque Lady Bird no desconoce del todo ese contexto, la cinta se inclina por apelar a lo íntimo; a la lucha de una joven por conservar su esencia, a pesar de que esta se vea amenazada por las vicisitudes propias de su entorno. Es en esto precisamente, en donde radica la riqueza de este personaje.
Quizá es por esto que, aunque la película se centra en gran parte en la vida amorosa de Christine y en la experiencia de su “primera vez”, esto no la convierte en una película romántica. Porque este es tan solo uno doblez de ese gran conjunto de pliegues que dan forma a su vida.
Sin descartar del todo a los más jóvenes como posible público de la película -quienes de seguro se sentirán reflejados en algunos de los personajes-, considero Lady Bird una cinta sobre adolescentes para adultos. Lo pienso así porque habla de una etapa de la vida que, en retrospectiva, vemos llena de conflictos internos y miedos, propios de un ser humano que no tiene claro si debe seguir actuando como niño o tomar las riendas de su vida como un adulto. Pero también, de ese momento justo y determinante, que se nos revela al concluir la película, en el que los mismos aires de valentía que finalmente nos llevaron a algunos de nosotros lejos de casa, son los encargados de recordarnos nuestro origen y susurrarnos con toda certeza: "ya no hay marcha atrás".
Una conclusión contradictoria:
Aunque Lady Bird me conmovió de muchas maneras, creo que no vale invertir dinero para verla en cine. Por otro lado, es perfecta verla un fin de semana, ojalá lluvioso, desde la comodidad de un sillón o, en mi caso, de la cama, donde las expectativas sobre la película no nos inunden. Tampoco la veo como una firme candidata para llevarse la estatuilla dorada a Mejor Película, una carrera donde apuesto por las historias que encarnan La forma del Agua y Tres anuncios por un crimen.
Tres razones para ver Lady Bird:
1. La protagonista.
La actriz de origen irlandés ha logrado con este papel, su tercera nominación a los premios Oscar. ¡Y tan solo tiene 23 años!
2. La banda sonora.
Hand in my pocket (Alanis Morrisette), Cry me a river (Justin Timberlake) y Crash into me (Dave Matthews Band) hacen parte un repertorio de canciones que saben calar perfecto, en los momentos más representativos de la película.
3. Mejor calificación.
Lady Bird es la película mejor calificada en la historia de Rotten Tomatoes, el icónico sitio web especializado en cinematografía. La cinta tuvo un puntaje de 100% tras 17º críticas positivas. Un récord que había ostentado por años, el clásico de Pixar Toy Story 2.