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¿Es posible sobrevivir sin una tarjeta de crédito?

Aunque para algunos parece descabellado, todavía hay personas que huyen despavoridas de la plata plástica.

Por Redacción Cromos
14 de marzo de 2017
Soldados sobre tarjetas de crédito

Soldados sobre tarjetas de crédito

 

 

 

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Por: María Alejandra Medina

 

En una sociedad cada vez más virtual, donde se predice que el efectivo desaparecerá, es difícil escapar.

 

 

En el mundo existen, por lo menos, tres tipos de personas: las que tienen tarjeta de crédito y la manejan con juicio y prudencia; quienes se desordenan con sus compras y sus deudas, y aquellos que nunca han tenido, o no volverán a tener, dinero plástico, por puro y físico miedo. Pero, ¿cómo mantenerse al margen cuando todo a nuestro alrededor está diseñado para obligarnos a caer en esa tentadora modalidad de pago por cuotas?

 


No contar con una tarjeta de crédito puede ser la barrera que nos separa de tomar un servicio de transporte personalizado (como Cabify) o de una ganga por Internet de tiquetes aéreos de no creer. Además, es posible que se convierta en el lastre que nos obligue a andar pidiendo tarjetas prestadas cuando surja algún capricho –como comprar las boletas del concierto que salen a la venta hoy a medianoche en la web–, o cuando queramos hacer la reserva de un hotel a través de nuevas plataformas digitales creadas para facilitarnos la vida. También es doloroso cuando nos toca dejar en efectivo el depósito que exige el hotel –la plata queda empeñada y no podemos aprovecharla durante nuestro viaje–. 

 

 

Los desafíos del dinero plástico

 


En el mundo de los negocios, tener una tarjeta de crédito puede ser útil para financiar lo que nuestra empresa necesita para funcionar. Sin embargo, los expertos en finanzas advierten que estas tarjetas no son recomendables para cualquier persona ni sirven para financiar todas las inversiones. “El acceso a las tarjetas depende de los hábitos de pago de las personas –explica Miguel Achury, vicepresidente de planeación y desarrollo de Bancamía–. Un microempresario que ha tenido una educación financiera y ha manejado sus deudas correctamente recibe como premio un cupo rotativo, que le permite tener efectivo en cualquier momento a una determinada tasa de interés”. Es decir, el cupo rotativo es una tarjeta de crédito para organizaciones.

 


Para Diego Bernal, presidente de la Asociación Colombiana de Planeación Financiera, “cada vez es más difícil decirle ‘no’ a ese medio de pago, porque las entidades bancarias buscan, a capa y espada, que uno sea usuario de esos productos”. Los bancos no solo emprenden a diario cacerías telefónicas de nuevos usuarios, muchas veces las entregan invocando el buen historial de los clientes. Además, han creado beneficios por usar las tarjetas, como descuentos o millas. “De pronto pierdes oportunidades por no tener una, pero, de todos modos, para tenerla hay que ser muy disciplinado”, agrega Bernal. De eso se trata. El problema en sí no es la tarjeta de crédito, sino saber manejar la ilusión de contar con un dinero que realmente no tenemos.

 


Además, existen mitos urbanos que nos son del todo ciertos y que llevan a que algunos, que se reconocen indisciplinados y gastadores, caigan en la tentación del dinero plástico. Seguramente alguna vez oyó decir: “La tarjeta de crédito es importante para tener un historial crediticio”. Bernal confiesa que esto es cierto, siempre y cuando el historial registre juicio en el manejo de las deudas. Si el banco revisa ese historial y está repleto de pagos en mora, de nada servirá.

 


Bernal recomienda que nos imaginemos que dejamos la tarjeta de crédito en un recipiente lleno de agua que luego metimos en el congelador. Sacarla de la billetera debería ser tan difícil como extraerla de ese bloque de hielo. Desenfúndela y úsela solo cuando sea absolutamente necesario o si está convencido de que pagará la totalidad de la deuda antes de que venza la primera cuota. 

 

 

Ventajas y desventajas

 

 

Si usted es de los que pagan la tarjeta en la primera cuota, pida una que tenga alianzas con aerolíneas. Así, cada vez que pague, tendrá más oportunidades de viajar.

 

Si lo suyo es gastar pero se le olvida pagar, entierre la tarjeta y no la vuelva a buscar.  Los intereses se lo pueden comer vivo.

 

Para todos es importante ahorrar. Ya sea porque nos queremos dar un gusto y no tenemos tarjeta, o porque tenemos que pagar la deuda.

 

 


Alivio para los miedosos

 


Aquellos que prefieran evadir estas tarjetas, tan útiles como intimidantes, no se alarmen. En Colombia, cerca del 95% de las transacciones todavía se hacen en efectivo. La ciudad con mayor penetración de tarjetas de crédito es Bogotá, que pasó de tener 0,4 tarjetas de crédito por habitante en 2010 a casi 0,6 en 2014. Lejos, muy lejos, va un departamento como Antioquia, con apenas 0,2. Y, si bien el comercio electrónico viene creciendo a más del 60% anualmente, muchas de las tiendas en línea han incorporado pagos con tarjeta débito o incluso en efectivo, a través de puntos Baloto o Efecty. Siempre está la posibilidad de ahorrar y darnos uno que otro gusto sin necesidad de endeudarnos. 

 


En definitiva, sobrevivir al siglo XXI sin una tarjeta de crédito, por lo menos en Colombia, es posible. Nadie nos verá como bichos raros, si no nos sentimos en la capacidad de manejar un cupo tentador. Sin embargo, no hay que echar en saco roto la posibilidad de aprender a manejar las tarjetas de la manera adecuada, para así disfrutar en pleno las posibilidades que nos ofrecen la tecnologías y los productos y servicios de nuestros tiempos.

 

 

Foto: Istock 

Por Redacción Cromos

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