Foto: Daniel Álvarez.
Dirigió La gente de la universal, una película de culto del cine nacional. Estuvo a la cabeza de la Dirección de Cinematografía del Ministerio de Cultura. Y fue una figura clave para la Ley de Cine. Ahora es el nuevo director artístico del Festival Internacional de Cine de Cartagena.
¿Para qué sirven los festivales de cine?
Para celebrar el cine.
Algún detalle que le gustaría cambiar del Festival de Cine de Cartagena.
Que Cartagena sea una fiesta del cine y no una competencia de cineastas.
¿Lo más emocionante del cine?
Crearlo.
El cine, ¿para qué?
Para comentar la aventura del primate humano en la Tierra.
¿Y el Óscar?
Para mover la industria.
Una banda sonora para llevarse en un viaje por carretera de Bogotá a La Guajira.
Something Wild.
Una actriz que lo desvele.
Las talentosas.
Una palabra para describir a:
Víctor Gaviria: maestro.
Ciro Guerra: narrador.
Rubén Mendoza: talento.
¿Qué le sobra al cine colombiano?
Ganas.
Un arma clave que le haya quedado de sus estudios en Londres.
La disciplina.
Un documental memorable.
Dopamina
Una película para desestresarse.
La rosa púrpura del Cairo.
¿Tres directores que hayan sido referentes para su trabajo?
En Colombia, Mayolo, Poncho Ospina y Pepe Sánchez.
Una película infantil que se sepa de memoria de tanto repetirla con su hija.
Matilda.
Una condición para ver una película en cine.
Buena imagen y buen sonido.
¿Cuántas películas ve en una semana?
Depende de la semana. Tengo semanas de festivales de 30 películas.
El mejor festival de cine al que ha asistido por fuera de Colombia.
El de La Habana, por el entusiasmo de la gente.
¿Por qué valen la pena los cortos?
Porque forman talentos.
¿Come en cine?
Poco. A veces palomitas.
Un rincón del mundo en el que le gustaría hacer una película.
En Cerdeña.
Su género favorito.
Todos, menos el terror.
¿El mejor consejo que le han dado?
No estudie cine.
Una frase de película para recordar.
The natives are restless (los nativos son incansables).
¿Algo que les envidie a las mujeres?
Admiro la constancia de algunas.
¿Cómo sanar una tusa?
Con un poco de salsa de La Fania.
¿Qué cambiaría de usted?
Me acepto como soy, pero trato de aprender todos los días.
¿Una recomendación para los jóvenes que quieren dedicarse al cine?
Que crean.
¿A quién le gustaría encontrarse en el cielo?
Al diablo.
¿En qué cree?
En la convicción.
Su mayor debilidad.
El corazón.
¿Qué le saca la piedra?
Una llamada automática de Jardines Cementerio la Inmaculada vendiendo tumbas en el teléfono fijo, el domingo, a las seis de la mañana.
¿Qué le sobra a la humanidad?
Nada.
¿Qué le falta?
Saber.
¿Una virtud de los colombianos?
El ingenio.
¿Y su mayor defecto?
El individualismo.
¿Qué no perdona?
Perdono todo.
Una costumbre suya antes de dormir.
Meditar.
Un maestro.
Phil Mottram.
Un miedo.
Perder la pasión.
Su peor embarrada.
Quedarme sin batería, al grabar el nacimiento de mi hija.
¿Qué quería ser cuando grande?
Músico.
¿Un personaje que le gustaría conocer?
Superman.
Un vicio imposible de dejar.
El café.
Una expresión colombiana que le guste.
‘Hermanito’.
¿Qué le falta al cine colombiano?
Vida para crecer y madurar.