
Categoría: Educación.
Basta hablar unos minutos con el padre Isaías Guerrero para entender que su vida como sacerdote la ha construido sobre los pilares de la educación, los valores y la ayuda a los más necesitados. Presenta a su colegio, el Instituto San Pablo Apóstol, no como una obra suya, sino como un ejemplo de trabajo comunitario que ha logrado formar, gratuitamente, a miles de niños y jóvenes de los estratos cero, uno y dos del sur de Bogotá. De no ser por Isaías, ellos seguramente no tendrían sueños y metas por alcanzar.
Tiene 88 años, pero su vitalidad y memoria están intactas. Tal vez se debe a que ha asumido el reto diario de hablar con sus estudiantes para convencerlos de que son los mejores. Quizá se debe a que todos los días está pensando en lo que les dirá a esos niños al día siguiente, durante la actividad de reflexión en el coliseo de colegio. “Son 15 minutos en los que ellos hablan en inglés de lo que les gusta, leen lo que quieren y resolvemos jeroglíficos. Cuando salen solo les digo: prendan ese computador que Dios les dio y crezcan”, asegura el padre Isaías.
Nació en Toca, Boyacá, y dice que conoció su vocación de cura estudiando con los padres Salesianos. A los 20 años se fue a Inglaterra a aprender Química y confiesa que jugar fútbol hizo que todos sus compañeros lo conocieran. Luego fue a Francia a estudiar Teología y se ordenó como sacerdote en Italia, a los 26 años.
De regreso a Colombia se dedicó a replicar lo que aprendió en Europa y por eso les inculca a sus niños hablar en otra lengua, como una manera de abrirse al mundo. A los 38 años se convirtió en el primer rector criollo que tuvo el León XIII, y fundó el grupo Viva la gente, una organización musical que acompañaba al elenco de Sábados felices, de Caracol Televisión, en el programa Lleva una escuelita en tu corazón, que buscaba fondos para mejorar la educación en pueblos necesitados.
Recibe niños pobres para enriquecerlos con conocimiento y prepararlos para que, al terminar bachillerato, busquen becas en las mejores universidades del país.
Fue rector del Colegio Tecnológico de Bucaramanga y una beca de siete meses en Estados Unidos le abrió el panorama para dirigir colegios industrializados, como el Juan Bosco, en donde también fue rector por nueve años hasta que la Arquidiócesis de Bogotá lo pidió prestado para dirigir un colegio privado en el barrio Libertador, al sur de Bogotá.
Lleva 40 años al frente del Instituto San Pablo Apóstol. En este tiempo ha creado seis talleres industriales, entre los que se destacan el de impresos y el de inyección de plásticos, cuya producción financia los 200 millones mensuales que necesitan para cubrir el costo de los empleados y los profesores del colegio, de tal manera que los niños no paguen un solo peso.
El padre Isaías dice que recibe niños pobres para enriquecerlos con conocimiento y prepararlos para que, al terminar bachillerato, busquen becas en las mejores universidades del país. Con orgullo revela que de las decenas de promociones que han salido del instituto, 875 alumnos fueron becados académicamente por universidades privadas y públicas, y que con el programa Ser pilo paga, fácilmente llegarán a los mil niños profesionales sin pagar un peso.
Para que estos niños triunfen, él cuenta con maestros exitosos que aceptaron el reto de descubrir qué es lo que les gusta a los jóvenes y cómo les gusta que les entreguen el conocimiento. Estos profesores vencen a diario esas pandemias educativas de autoritarismo en donde el maestro todo lo sabe.
Dice que aunque es sacerdote, en su colegio hay libertad de cultos. “Es más, no les habló de religión porque a ellos no le gusta y porque es mejor enseñar con el ejemplo y la acción de la nueva Iglesia católica”. El padre Isaías sueña con que su colegio evolucione para convertirse en una gran universidad, en donde los profesionales sepan el “para qué” de las cosas, de tal manera que los nuevos graduados le garanticen una educación a las nuevas generaciones, no con plata, sino enseñando.
Fotos: David Schwarz y Cortesía Tv.

