Iván Pasaje cambió la hoja de coca por café de exportación
El tono pausado y doctrinal de Edgar Iván Pasaje evidencia que su formación académica y luego profesional giró en torno a la religión y la docencia. Se graduó como bachiller con los curas Eudistas de Pasto y luego pasó al Seminario Mayor de Bogotá, pero cuando estaba a punto de dar el paso hacia el sacerdocio, decidió reubicar el objetivo y volvió a Nariño.
Cuando apenas desempacaba maletas en San José de Albán, Iván fue invitado a ser educador de religión, filosofía, ética y español del Instituto Técnico Industrial. Aunque solo fueron seis años en la docencia, no es extraño que al pasar por el reconstruido parque la gente le salude a la distancia con el “buenos días profesor”.
En el año 2000 murió su padre y un año después, los mismos que le pidieron ser maestro le impulsaron a ser concejal del municipio. Su carrera política fue de apenas un año porque las amenazas de la guerrilla le obligaron a renunciar. Fue una época donde la violencia nos sacudió, dice, al recordar que mientras el pueblo sufrió nueve ataques insurgentes que lo dejaron en ruinas, la hoja de coca se convirtió en la economía de la región.
Sigue a Cromos en WhatsApp“Fueron tiempos difíciles en los que al llegar la noche, el pueblo quedaba en silencio como esperando el estruendo de una nueva incursión “, señala Pasaje al advertir que en el último hostigamiento en enero del 2002, nueve policías fueron asesinados. San José, sin duda, fue durante esos años el paso estratégico de armas y droga hacia el Cauca y el Putumayo.
En el 2004, Iván recuerda que llegó el programa de familias guardabosques y que paulatinamente los campesinos comenzaron la reforestación, es decir que el pueblo comenzó a sembrar el agua de su futuro. Si bien algunos critican el paternalismo del plan, Pasaje dice que en su caso, ellos se organizaron y compraron la tierra para volver a sembrar su producto natural, el café.
"La comunidad autónoma de Madrid nos entregó dinero para comprar la maquinaria de procesamiento de café. Es una organización que está mostrándole a Colombia y al mundo que se puede mejorar la calidad de vida con tranquilidad, sin violencia y sin derramamiento
de sangre."
“Nosotros creamos la “triple A”, Asociación Agrícola de Albán y con la consecución de proyectos sacamos al campesino de esa pobreza material y mental que le impedía crecer. Buscaron que la ayuda llegara directamente a la finca y que esta se tradujera en patios de secado, tanques de aguas mieles, fosas, despulpadoras y herramientas para que el campesino sintiera un mejor estar, explica este profesor de 59 años.
La clave, dice Pasaje, fue no conformarse sino crecer y buscar ayuda internacional, como la de la Comunidad Europea o la Usaid que recompensaron el esfuerzo de la Asociación con la adjudicación de proyectos de infraestructura que les permitieron acceder, por ejemplo, a una trilladora y una empacadora para su propio café.
Para Iván el esfuerzo y la decisión de dejar los cultivos de uso ilícito fue colectiva y nació de la necesidad de recuperar los principios y valores. “Hoy estoy convencido de que dimos el mejor paso como campesinos porque logramos aislar a los violentos y recuperar el sentido de la tierra”, agrega este hombre que asegura que sin sangre, sin odio, ni venganza se puede mejorar la calidad de vida.
Fotos: cortesía.