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Juan Miguel Correa, el bailarín de la comuna 13

Categoría: Cultura. Por: Carolina Ardila.

Por Redacción Cromos

12 de febrero de 2016

Juan Miguel Correa, el bailarín de la comuna 13

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Llegar a la Comuna 13 de Medellín es encontrarse con coloridas casas regadas en las montañas y una geografía llena de contrastes quebrada por infinitas lomas a las que se accede a través de escaleras eléctricas.

Nosotros estábamos en la falda de la montaña esperando a Juan Miguel Correa, cuando a lo lejos vimos a un hombre de sudadera ancha, camiseta larga y una gorra roja de visera plana. Inmediatamente supimos que era él porque hasta en el caminado tenía ritmo.

Juan Miguel creció en esta zona de la ciudad en la que la violencia suena a altos decibeles. Mientras subíamos por las escaleras eléctricas al mirador de la comuna, nos contó que durante varios años fue testigo de enfrentamientos entre pandillas, que muchos de sus amigos tomaron el camino de las drogas y a algunos conocidos los asesinados por pasar hacia el lugar “prohibido”.

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Al llegar al mirador, nos encontramos con 10 jóvenes que estaban poniendo el piso de vinilo sobre el que bailan break dance. En pocos minutos empezó su ritual, que, con Medellín de fondo, y una grabadora a todo volumen, llena estas calles de música y arte. Uno por uno iba actuando sobre la pista, se paraban de manos, giraban sobre su propia cabeza, se sostenían en un solo brazo y hacían vuelta canelas en el aire, para adelante y para atrás. Esta es la forma de traducir lo que en el lenguaje del hip hop, son top-rocking, foot-woorking, freezes y powermoves. 

El break dance llegó a la vida de Juan Miguel cuando apenas era un niño. Alguien le enseñó a practicarlo, y desde ese momento este arte se convirtió en un escudo contra el conflicto urbano. Hoy en el mundo del hip hop, él es conocido como Infinito, y es el mentor de muchos jóvenes que, como él, encuentran en este género un estilo de vida. Crazy Face, Vampiro, Jhony, Bivi, Martillo negro, El may, El niño y Martillo blanco, son solo algunos de los aprendices, que tras sus apodos guardan muchas historias.

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Fabio Alexis Villa, conocido como Vampiro, logró con el baile superar la situación más difícil de su vida. “Un día, mientras estaba con mi hermana en una tienda, una bala perdida me atravesó la columna vertebral; eso me dejó inválido por dos años. Pero yo decía que antes que caminar tenía que volver a bailar”. 

 

 

Y al ver a Vampiro hacerlo sobre el piso de vinilo, durante 15 minutos seguidos, jamás nos imaginamos que alguna vez hubiera estado postrado en una cama. Sus movimientos eran tan limpios y fuertes como los de todos sus compañeros. La diferencia radicaba en sus zapatos ortopédicos y en que su cuerpo se cansaba mucho más rápido. 

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El break dance en la Comuna 13 de Medellín se ha convertido en una herramienta de cambio, un espacio donde los jóvenes que se podrían ver tentados con las drogas, el conflicto o la violencia, hacen catarsis. Es un refugio en el que las únicas batallas que se libran son a punta de baile y donde atravesar las fronteras es permitido. De hecho, Juan Miguel fue una parte muy importante en la recuperación de Vampiro. “Él fue una persona que me apoyó mucho, me dio ánimos. Siempre me ha dicho ‘usted es capaz, usted puede, siga con esa lucha, con esa entrega’”.

“Juan Miguel nos enseña también a ser personas y a sobrevivir en zonas de confrontaciones”, dijo Sebastián Urrego, el más pequeño de los Infinitos Crew, el grupo que hace más de 18 años dirige Correa. Con sus pupilos ha viajado a Europa, Estados Unidos y diferentes países de Latinoamérica para representar a Colombia, con los recursos que ha conseguido gracias a su labor dictando talleres, clases personalizadas y dirigiendo presentaciones.

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Nos recomendaron bajar de la comuna antes de las 6 de la tarde. Aun en la falda de la loma seguíamos escuchando la mezcla de ritmos como salsa, cumbia, hip hop, reggae, dance y electrónica, que han logrado hacer del arte y la cultura una alternativa de vida en la Comuna 13.

 

Fotos: Cortesía Caracol.

Por Redacción Cromos

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