
A la derecha Jakub B?aszczykowski durante un entrenamiento en Rusia 2018. / AFP
Su nombre es difícil de leer, pero fácil de pronunciar. Jakub Blaszczykowski es conocido en el mundo del fútbol como 'Kuba'. Es un volante potente y revulsivo que juega por los extremos. Su apellido empezó a hacerse familiar para los amantes de los videojuegos porque era una de las buenas fichas del Borussia Dortmund de 2010, que tenía al goleador Lucas Barrios en la titular y al joven Robert Lewandowski en el banco de suplentes.
Entonces 'Kuba' tenía del pelo tipo Beatle y, como tantos otros, era un jugador rendidor en la retina de los hinchas del Dortmund y de los polacos. Hasta que un episodio familiar lo hizo más reconocible. De un momento a otro, dejó de ser un volante más de la Bundeliga.
En una entrevista para la televisión polaca, 'Kuba' confesó que su padre Zygmunt Blaszczykowski, después de una fuerte pelea, apuñaló a su madre Anna. El niño y su hermano fueron testigos del crimen. Entonces estaba en las divisiones inferiores de Rakow Czestochowa. El asesinato partió su vida en dos. Dejó el fútbol, fue criado por su abuela y por su tío Jerzy Brezczec, mientras su padre pagaba condena en la cárcel.
Su tío lo apoyó para que regresara al fútbol. Quizás no fue difícil convencerlo, pues Jerzy había sido capitán de la selección polaca. Así fue como el joven Kuba pasó del Rakow al Wisla de Cracovia y, en 2007, luego de ser una de las figuras de la liga Ekstraklasa, dio el salto al Borussia Dortmund alemán por 3 millones de dólares.
"Sé que ese recuerdo me va a acompañar el resto de mi vida. Daría todo lo que fuera a cambio de que mi madre estuviera viva. Lo que ocurrió dio un giro de 180 grados a mi vida. Fue como si una roca hubiera caído sobre mi cabeza y una semana después despertara y tuviera que volver a comenzar con mi vida y sobreponerme a todo como si nada hubiera ocurrido. Nunca entenderé lo que pasó ni la razón por la cual pasó", dijo el mediocampista a los medios de comunicación polacos.
Su padre pagó 15 años de prisión. 'Kuba' lo volvió a ver el día de su muerte. En una actitud valiente, sacó fuerzas para ir a su funeral. De quien nunca se despide es de su mamá Anna, a quien suele dedicarle los goles anotados con su selección (ha disputado más de cien partidos), el Borussia, la Florentina y, actualmente, en el Wolfsburgo.
