Safari en Kenia, una experiencia salvaje
Solo hace falta oírlo rugir en su hábitat para quedar reducido a súbdito. El rugido, de tono grave y volumen intimidante, parece gestarse en algún lugar de sus entrañas y resistirse a salir. Una vez lo logra, el león, siempre con gran donaire, espanta pájaros, con su voz pone en alerta a animales que lo doblan en tamaño y están a kilómetros de distancia, hace temblar los pocos árboles de esa gran llanura y a los turistas, o por lo menos a mí, a pesar de ir protegidos por el acero de una van, les provoca una leve taquicardia fruto del pánico. Todos sometidos. Se está en presencia del Rey. Lugar: reserva natural Másai Mara (Kenia).
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Ser testigos de la vida salvaje en Kenia es uno de los grandes privilegios de este viaje. Asistir a rutinas, que hasta ahora eran posibles en TV.
Un safari nunca estuvo en mi lista de viajes por hacer. En parte culpo a mis papás para quienes el concepto de vacaciones no era compatible con paisajes y naturaleza. Puedo culpar también a mis profesores de ciencias porque siempre fue una materia que detesté. Por qué no culpar a los peces suicidas de mi hermana. Culpables sobran. Lo cierto es que si acaso amarrada me vería un documental completo de National Geographic, y si me dan a escoger arranco para Las Vegas y no para el Gran Cañón. Pero me casé con un fanático de Shark Week, un coleccionista de figuras de animales, un convencido de que el paraíso queda en los Llanos Orientales. Y fue así como terminé en una carpa en Kenia custodiada por guerreros Másai.
Menos mal. Porque, todo hay que decirlo, si de mi dependiera me habría perdido de uno de los espectáculos más maravillosos de la naturaleza: la bien llamada “gran migración”, entre Tanzania y Kenia, que realizan todos los años cerca de dos millones de herbívoros, en su mayoría ñus, acompañados por una cantidad respetable de cebras y gacelas. El ciclo migratorio es de un año, en cual recorren 3.000 kilómetros y se enfrentan a depredadores a cada paso. Por lo tanto, es fundamental investigar bien antes de arrancar. A comienzos del año están al sur del Parque Nacional del Serengueti, en Tanzania, donde nacen la mayoría de las cebras y los ñus. Luego de unos meses de lluvia, las manadas toman rumbo norte hacia el Másai Mara en Kenia. Allí suelen estar en septiembre y octubre, antes de emprender de nuevo su camino al sur.
Durante los tres días que estuvimos en el Másai Mara vimos elefantitos con sus enormes mamás, jirafas comiendo, rinocerontes echados, ñus, ñus, ñus, manadas de búfalos, hipopótamos estáticos en las aguas de un río y cocodrilos en su orilla, gacelas peleando, cebras pastando con pájaros en su lomo, buitres y hienas esperando por las sobras del almuerzo de los leones. Sí: vimos muchos leones comiendo, los vimos cachorros, en manada, durmiendo. Y los vimos rugiendo. Recordándonos que allí el que manda es Él.
Hospedaje:
Isabel II, reina de Inglaterra, entonces princesa, se encontraba de luna de miel en un safari en Kenia cuando murió su padre, Jorge VI, hecho que la convirtió en Monarca del Reino Unido. Pero no hay que ser realeza para encontrar donde quedarse. Hay desde hospedajes muy lujosos, como en el que el Príncipe Guillermo le propuso matrimonio a su novia Kate Middleton, hasta muy básicos como en el que me quedé yo: una carpa de lona sobre una base de concreto en un pequeño campamento, a las puertas del Másai Mara, vigilado por masáis asentados en el área.
¡ADIÓS MÓVIL!
No te le ocurra llevar el teléfono a un safari. A menos que lo necesite por la cámara (no se le ocurra ir sin cámara). Entonces, supongo, puede ser útil un editor de fotos como PicsArt para cuando acabe el día y esté descansando en su carpa.
Fotos: Patricia Ritter.