Tuvo, sin duda, una niñez en la que la Navidad la marcó de por vida. Su mamá reunía a toda la familia en la casa para que ella y sus primos, los más pequeños, estuvieran encantados con el pesebre, el árbol y la música que retumbaba de fondo. Fue inmensamente feliz al pasar esa misma época en Estados Unidos, cuando sus papás la despertaban para ver la imponencia de la iluminación y allí la nieve la enamoró de inmediato. A María Isabel Murillo, Misi, diciembre le gusta tanto que todos los años, desde hace más de 20, pone en las tablas un espectáculo que revive el espíritu de la Navidad. “Siento que hay miles de formas en las que nuestros montajes recuerdan eso. Hay generaciones enteras que han crecido yendo al show de navidad y es muy lindo porque la gente me dice que no la conciben sin ir”.
Y es que la navidad para Misi representa una diferenciación en el año, las personas sonríen más, la disposición con los extraños es más cercana, todo es música, todo es color. “Refleja lo que somos los seres humanos en esencia. Aunque, sin duda, el sentimiento ha cambiado a través del tiempo porque nos la hemos dejado ganar fuertemente por los afanes, el tráfico, los regalos, nosotros queremos darles a las familias la oportunidad de que en el teatro reencuentren ese camino hacia el alma por medio de la música. Es la manera de dejar una huella”.
El antojo de este año, ‘La más grande historia jamás cantada’, se inicia el primero de diciembre para evocar esos momentos del nacimiento de Jesús con la voz de Valeriano Lanchas, un antojo que sigue siendo musical y se expande a través de la magia y la fantasía.