
Por: Liliana Reyes y Natalia Gedeón.
En 1971, Cromos 7 días invitó a las reinas a pasar unos días en Bogotá. Gloria Valencia de Castaño las entrevistó en su programa de televisión Martes con Gloria y Hernán Díaz las retrató. Ese fue el abrebocas del Minicromos, con el que la revista se volcó a cubrir el Concurso Nacional de la Belleza en vísperas de los eventos previos a la noche de coronación. Bajo el lema “Dejad que las reinas vengan a mí”, se llevaban las candidatas a Cartagena, donde les tomaban cientos de fotografías, que siempre incluían las típicas en la proa de un yate o tomando agua de coco. En 1973, Cromos envió a Cartagena a Gloria Valencia de Castaño y a Juan Gossaín, acompañados del fotógrafo Jairo Valencia. Fue cuando Gossaín publicó un artículo con las cifras del reinado, donde demostró cómo las candidatas de Antioquia y Atlántico eran las potentadas, por la inversión que hicieron sus departamentos, mientras que la representante del Chocó llegó al aeropuerto con el ajuar en una caja de cartón.
1972. El primer Minicromos
Con el interés de marcar la diferencia, Cromos inauguró una cita con las candidatas en Cartagena, días previos a la coronación.
Foto: Fabio Serrano.
El fotógrafo Fabio Serrano recuerda que como debían tener lista la fotografía de la reina coronada para alcanzar a sacar la edición a tiempo, en el Minicromos les tomaban fotos a todas las candidatas, con cetro y corona, y mandaban el material a Bogotá. “Claro que cuando Cromos empezó a hacer eso, muchos medios en Colombia protestaron porque era un derecho de todos. Entonces, no solo organizábamos el set para hacer las fotos, sino que teníamos encima 30 fotógrafos”.
25 de octubre, 2013.
Sirenas en el Caribe
El crucero Monarch zarpó de Cartagena y atracó en el muelle de Aruba. Después de un viaje tranquilo, sin contratiempos, las candidatas bajaron dispuestas a conquistar la isla.
Foto: David Schwarz
A finales de los 80, cuando Vicky Weinstein se vinculó a la revista para la producción fotográfica del reinado, las sesiones del Minicromos se comenzaron a realizar en las Islas del Rosario. Su ojo y gusto estético marcaron un antes y un después de las portadas de la revista, a cargo de fotógrafos como Miky Calero, Dora Franco, Jaime Andrés Orozco ‘El Mosco’ y Pablo Ramírez, quien maquillaba a las reinas pensando en el efecto de las luces. Por eso la gente no reconocía a muchas de las reinas que llegaban a Cartagena, después de haber salido divinas en las fotos del Minicromos.
8 de octubre , 1999.
Años mozos
Karen Martínez (segunda de izquierda a derecha) tenía las medidas perfectas de entonces: 90-60-90. Con experiencia en televisión y en modelaje, se llevó las mejores críticas del Minicromos.
Cromos intentó demostrar que el reinado no se limitaba a fiestas y gastos desbordantes, sino que también tenía un alcance social. Una de sus obras benéficas fue en el barrio de Las Reinas, en Cartagena, fundado por el padre Rafael García Herreros, el mismo creador del Banquete del Millón en 1962. Allí, las bellas servían el caldo y el pan a los asistentes que pagaban un millón de pesos para obras de caridad mientras se codeaban con los famosos.
14 de octubre, 1996.
Suma de puntos
Claudia Elena Vásquez y Sandra Mejía tuvieron mucha química en un año en que todas las reinas desfilaron en trajes de baño enterizos.
Foto: Pablo Ramírez
La revista se acerca todavía más a las candidatas. Sus cronistas cuentan cómo se esconden para fumar en su habitación y recogen los consejos de belleza de las que se bañan en una tina con hielo para tonificar la piel. Los periodistas no dejaban de notar cómo algunas candidatas, gracias al apoyo generoso de sus departamentos o de sus 'benefactores', lucían lujosos trajes de diseñadores. Para evitar esas diferencias, Vicky Weinsten y Pilar Castaño decidieron uniformarlas pidiendo patrocinios a distintas firmas de moda.
El vestido que lució Taliana Vargas la noche de su coronación costó 20 millones. Lo diseñó Alfredo Barraza y estaba bordado con cristales de Swarovski.
Así lo recuerda Pilar Castaño: “Cuando yo era directora del Bogotá Fashion, en 2001, tuve la idea de que la industria privada vistiera a las reinas y que los zapatos se hicieran en Bucaramanga. Le dije a Raimundo que no podíamos permitir que las niñas se siguieran vendiendo por un vestido o por un par de zapatos o por un collar de perlas. Tenía que haber una competencia en franca lid”.
18 de noviembre, 1991.
¡Y ganó Paola!
Antes de ser soberana de la belleza, Paola Turbay obtuvo el premio al mejor disfraz, por su traje de Mi bella dama, diseñado por Pedro Nel Ospina.
Otro de los artífices del Minicromos en las dos últimas décadas fue su director artístico, Diego Guarnizo. A él se le ocurrió cancelar el desfile de fantasía para reemplazarlo por el del traje artesanal. Se dedicó sin pausa a buscar a los mejores artesanos del país y fue así como encontró en Nemocón a Carmen Chíquiza de Rojas, quien quiso cumplir el sueño de su esposo, recién fallecido, de vestir a una reina. Ese 2002, Vanessa Mendoza lució, en el Concurso Nacional de Belleza y en Miss Universo, un chal tricolor en macramé, tejido por la artesana.
Las transmisiones del reinado por televisión comenzaron en 1969.
En 1997, los trajes confeccionados por diseñadores famosos costaron entre 25 y 30 millones de pesos.
“Desde el Minicromos se empezó a concebir a la mujer colombiana como una persona independiente, capaz, con ganas de salir adelante. Asimismo, se quiso romper con el molde que traían todas las reinas de pararse y posar de cierta forma; quisimos que las reinas fueran auténticas”, dice Guarnizo. Con el Minicromos, la revista también aprovechó para promover el turismo nacional, dado que llevó a las candidatas a otras regiones con escenarios paradisiacos.







