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"La paz urbana es posible", Juan Carlos Velásquez

Este sacerdote y artista plástico tiene una sola apuesta: que los muchachos cambien las armas por una promesa de futuro.

Por Redacción Cromos

14 de julio de 2016

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Por: Juan Carlos Velásquez

Sacerdote y artísta plástico

Líder Corporación Abba

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"Fue en el barrio Alfonso López, en el corazón de Castilla, en el noroccidente de la ciudad —y en el que distintos grupos armados se han disputado el control del territorio—, donde empecé a reunir esfuerzos de paz. A comienzos de 2010 me invitaron a hacer parte de la ‘Comisión de los Notables’, una reunión de líderes para establecer un pacto de pacificación.  

En ese lugar, de 10 mil habitantes, en solo un año, llegué a enterrar a 48 muchachos. Para mí era muy teso tener que despedir a uno, por lo menos una vez a la semana. Los pelaos que mataban no eran extraños o ajenos, eran los jóvenes del barrio.
 
En febrero de 2010, cuando se firmó el pacto entre los cabecillas ‘Valenciano’ y ‘Sebastián’, jefes enfrentados de la denominada Oficina de Envigado, creé el Rosario por la paz, una iniciativa de oración conjunta para comunicar la importancia del pacto y manifestar la alegría por los fusiles silenciados. La paz no es un concepto, es poder dormir en la cama, no en el suelo (para protegerse de fuegos cruzados). Que la gente pueda salir, venir a la misa, visitar a su familiar, salir a atender su puesto, regresar a la casa. La paz es un acto diario.
 
En ese tiempo arreciaron las fronteras invisibles, esos puntos que marcan el fin de un dominio y el comienzo de otro. Zonas de disputa que les recuerdan a los habitantes que no son libres. Lo del rosario fue un boom porque comenzó a llegar gente de otros barrios.
 
Empezamos a derribar las fronteras a través de actos simbólicos, ni siquiera diciéndoles a los otros que lo que hacíamos era para acabar con ellas. La intención era que la gente pudiera recuperar el uso legítimo del espacio público. Me inventé una carrera de carros de rodillos que pasaba por 15 cuadras, justamente los puntos disputados. Se formó un gentío impresionante como de Feria de Flores. Convocamos a medios, Cruz Roja Internacional, Defensa Civil, Policía, toda la institucionalidad nos acompañó. Durante la carrera, una persona del público gritó: ¡Padre, gracias! Eso se volvió una ola. Empezaron a aplaudir, y ese reconocimiento me hizo llorar. Era un gesto que significaba tanto para la gente y ni siquiera hubo necesidad de señalar a nadie.
 
Los domingos después de misa, salía a jugar fútbol con los pelaos. Después me dio por decirles que los iba a invitar a almorzar a la casa cural. Ellos me preguntaban: “Padre ¿cuándo nos va a caer al parche?”, entonces yo iba a saludarlos. Nunca les pregunté sobre la delincuencia, yo he intentado dejar eso a un lado, esa parte no es importante para mí. 
 

***

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Fotos: Jonson de fotos

 

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