La tendencia a narrar la Colombia profunda con sus minorías raciales y sus riquezas naturales se afianzó gracias a la guerra con el Perú, cuando el país descubrió la región amazónica, en la frontera de Colombia con Brasil. En los años 30 y 40, y en medio de actrices de Hollywood, salieron varias portadas de indígenas, prueba de que la belleza salvaje ejercía seducción entre los refinados lectores. En una portada apareció un misionero capuchino con varios indígenas de la comunidad siona en el río Putumayo; en otra, está el indio Jacanamijoy, del Alto Putumayo, y así sucesivamente. En 1941, aparece hasta un sonriente indígena guayabero con taparrabo.
23 de diciembre, 1980.
La masacre de los Katíos
La cronista Ligia Riveros cubrió la masacre de los katíos en el Alto Baudó, perpetrada por la Policía. Aquí la madre del gobernador Enrique Arce llora la pérdida de su hijo y su bohío.
Foto: Daniel Jiménez.
Llama la atención la noticia del descubrimiento de Ciudad Perdida en la Sierra Nevada de Santa Marta, que salió en la edición del 4 de abril de 1936, con fotografías de la agencia International News Photos, con esta leyenda: “Una próspera ciudad india, perdida para el mundo desde hace cuatro siglos, se encuentra en poder de los gallinazos y de los cerdos, de acuerdo con las informaciones del profesor Gregorio Mason, arqueologista que acaba de regresar a Nueva York después de una expedición por cuenta del Museo de Indios Americanos de la Fundación Haye”. El periodista se refiere al pueblo de Tayro, la cercana ciudad en ruinas de los tayronas, descubierta por Mason. Sin embargo, el anuncio oficial solo se hizo 40 años después, cuando un grupo de arqueólogos del Instituto Colombiano de Antropología presentó el descubrimiento con todos los avales científicos.
24 de septiembre, 1932.
En las selvas amazónicas
En medio de las tensiones limítrofes entre Colombia y Perú, la revista descubrió, en la región del Amazonas, al padre Florentino, un misionero capuchino.
Para cerrar el círculo de este abrazo de la serpiente, en 1980, la cronista Ligia Riveros viajó a la Sierra Nevada de Santa Marta para narrar la sublevación de los indígenas arhuacos contra la misión capuchina que se había tomado su capital, Nabusímake, desde hacía 70 años. La misma cronista, acompañada del fotógrafo Daniel Jiménez, publicó un reportaje sobre la matanza en el resguardo embera-katío que había sido atacado por la Policía. Bajo el espíritu multiétnico de la Constitución de 1991, la revista siguió visibilizando a estas poblaciones olvidadas del país.
10 de agosto, 1940.
Indio del Putumayo.
Foto Mult.
Si las decenas de historias que publicó Cromos de departamentos olvidados, como el Chocó y la Guajira, hubieran tenido algún impacto, hoy no seguirían siendo los más pobres del país. En 1953, Cromos publicó en la portada un cactus como símbolo de la Guajira. En el interior, una crónica de Manuel Zapata Olivella explicaba que así como el cactus sobrevive en el desierto gracias al agua que almacena en su interior, las comunidades indígenas no se doblegan ante los explotadores de sal y, mucho menos, ante el desprecio del mestizo. Por otro lado, la crónica sobre el Chocó de Gonzalo Arango, publicada en 1965, se convirtió en un clásico del delirante descenso a los infiernos: “En Condoto queda toda la tristeza del mundo”, sentencia.
19 de mayo, 1976.
Las mujeres de las salinas
El fotógrafo captó la atmósfera surrealista entre las salinas del desierto y el mar. Documentó el trabajo de las mujeres y los niños en las minas de Manaure. Foto: Eduardo Klenk
Incontables han sido también las crónicas sobre los indígenas wayúu y la explotación de las minas de sal, donde explotan a mujeres y niños, hambrientos y sedientos. Entre estos trabajos sobresale el de Eduardo Klenk, quien en 1976 publicó un reportaje a color de sobrecogedora belleza sobre las minas de Manaure. En los 80, Margarita Cubillos recorrió esta península para denunciar las muertes por inanición de los indígenas. Igual que hoy.
El puerto de Buenaventura también ocupó varias portadas de Cromos en los años 20, cuando era orgullo nacional por su moderno malecón. Pero en 1960 volvió a ser noticia como “el puerto del eterno lamento” y con el paso del tiempo solo fueron quedando sus ruinas para mostrar.
31 de enero, 2005.
A la espera del maremoto
Este reportaje mostró las difíciles condiciones en las que viven los tumaqueños, quienes enfrentan la amenaza de un tsunami que puede destruir sus casas.
A mediados de los 90, fue el ecologista y fotógrafo Andrés Hurtado García, con su sección ‘Aventúrese con Andrés’, quien recorrió los tesoros naturales del país. Al finalizar la crónica del río Yarí, que desemboca en el Caquetá, invitó a los lectores amantes de la aventura a realizar una excursión con él, quien como Cromos, ha llegado a todos los rincones del país, incluidas las fronteras siempre vulnerables.
6 de mayo, 1996.
Yarí, el río escapado del paraíso
En su sección de crónica de viajes, Andrés Hurtado invita a visitar este afluente que desemboca en el Caquetá, cerca de Araracuara. Hoy escenario de la conferencia de las Farc. Foto: Andrés Hurtado.
28 de enero, 2011.
Reconstrucción de una tragedia
Imagen del reportaje en el que la periodista Gloria Castrillón narró el desastre de Gramalote, el pueblo que se tragó la tierra. Foto: Inaldo Pérez.
La periodista Gloria Castrillón se sorprendió cuando visitó Quibdó por el cálido recibimiento de la gente, que se acercaba a hablarle de la revista y de las historias que había publicado sobre ese departamento. Es decir, allí donde no llegaba el agua, llegaba Cromos.
6 de abril de 1935
Pareja de nativos de San Andrés y Providencia. Foto: Bernardo Rueda Vargas.