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Las pasiones de Manolo Cardona

Estuvimos en un desayuno con Manolo Cardona, elegido por nuestras lectoras a finales de 2010 como uno de los hombres más cotizados del país. Nos habló de su amor infinito por la cocina y de sus metas para este año.

Por El Espectador
31 de enero de 2011

Propósito para 2011: volver a estudiar cocina. Este año Manolo Cardona –quien ese día vestía una camisa negra, una chaqueta, un pantalón y unas gafas del mismo tono– desea volver a un aula con un chef profesional al frente, describiendo el paso a paso de una receta, así como en los tiempos en los que decidió estudiar comida asiática persiguiendo su filosofía: “Soy fan y amante de la comida”.

Llega a Bagatelle, el restaurante en la zona G de Bogotá que evoca las recetas y la estética francesa, hacia las 9:45 a.m. Antes de repasar la carta pide un capuchino “con doble carga de espresso” y una porción de arepas con queso. Luego sigue hablando de la gastronomía, de lo que significa y ha significado en su vida, y explica que su mamá, quien es astróloga, suele decir que a los tauro, como él “hay que mantenerlos bien alimentados”. ¿Por qué esa pasión? “Porque en la gastronomía se pueden encontrar esas raíces de los pueblos, esa esencia de los ancestros, que explican a una cultura”.

Y esa podría ser también la respuesta a su gusto infinito por los viajes. La necesidad de descubrir otras culturas, de entender “por qué somos como somos”. Fue en busca de responderse ese pregunta, y de “conocerme, vivirme y saber quién era yo”, que viajó en 2000 a México. Se quedó siete años allí, con las costumbres, la comida, el picante y la Virgen de Guadalupe. La misma que lleva en dos medallitas y en la imagen de su reloj. “Mi mamá me había hablado de la Virgen de Guadalupe, pero realmente llegué a entenderla en México. Es increíble la fe, la devoción hacia ella”.

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El plato elegido para este desayuno es bretón: una crepe con huevo, jamón y queso. Y la conversación vuelve a la comida para decir que en Perú y el País Vasco está la mejor comida del mundo. “¡Como se come en Perú, impresionante! No dejen de comer en Lima en un restaurante llamado Osaka. ¡El cielo!”, escribió unos días atrás en su twitter: 43.869 seguidores. “No soy tan juicioso con twitter”, dice, se ríe, y lo suma a sus propósitos en 2011.

¿Qué más le espera este año? Realizará cuatro películas y algunas series con la productora 11:11 que fundó juntó a sus hermanos. Repartirá la vida entre la actuación y la producción, otra pasión que empezó a explotar hace un par de años. Verá el estreno de la película El cartel de los sapos, que él coprodujo. Esperará ansioso la entrega de los premios Goya en febrero, en los que la cinta Contracorriente, en la que él interpreta a un pescador homosexual, está nominada en la categoría de Mejor película hispana. Indagará a alguna mujer por el perfume que usa –“el olor”, contesta siempre cuando le preguntan qué le atrae a una mujer–. Viajará. Cocinará.

Por El Espectador

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