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"Las periodistas deportivas se enfrentan a sí mismas" Tito Puccetti

Atentas a esos detalles que la ceguera masculina no puede apreciar, hoy dan sustancia a las mesas de discusión.

Por Tito Puccetti
02 de junio de 2016
"Las periodistas deportivas se enfrentan a sí mismas" Tito Puccetti

Periodista de Gol Caracol y Blu Radio.
@titopuccettic

 

Disculpen ustedes que escriba desde mi experiencia, pero con este tema tengo un vínculo directo desde mi inicio como periodista. Mi primer gran jefe en el periodismo, en medios masivos, fue una mujer. Un día salí a grabar una nota de vólibol femenino y mi jefe directo, Ricardo Alfonso, odiaba las historias repetidas, siempre quería una mirada diferente. Así que supuse que una nota que superara lo deportivo lo iba a dejar satisfecho.

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Me cuentan que cuando la directora vio la nota dijo: “¡Lo echo!, ese muchacho no trabaja más acá”. Yo llevaba apenas unos meses, varios de los editores de sección le decían que estaba exagerando, que había sido una nota sexista, que a lo mejor le había faltado altura, pero no era algo tan grave como para expulsar del trabajo al joven reportero.

“Tito, siéntese y dígame ¿en qué estaba pensando cuando escribió y editó su nota?”, me preguntó con agresividad desde la cabecera de la mesa. Solo contesté que estaban en una etapa de eliminatorias y hacer un reporte de resultados no le iba a importar a mucha gente en el país. La directora, entonces afirmó: “¿por eso rebajó a la mujer que lucha por triunfar a un pedazo de carne que usa calzoncitos calientes?”. Antes de que ella volviera a hablar le dije, con respeto, que yo no había hecho eso. Yo solo describí lo que sentí, lo que mis sentidos enfocaron, haber dicho otra cosa hubiera sido una hipocresía y si fallé, no fue el periodista fue el hombre. Un nuevo silencio y Carlos Chica, otro de los directores, intervino, ¿Y si vemos la nota otra vez?

Me salvó el párrafo final, yo hablaba del espectáculo que es ver vólibol femenino, confesaba que era difícil no admirar el cuerpo de las atletas, pero que finalmente su talento y la belleza del deporte, terminaban por enamorar al fanático y que la primera mirada, tan enfocada al atuendo, terminaba siendo solo otro aderezo del sexo no tan débil y bello. No se fue muy convencida, pero prohibió planos muy cercanos a las colas de las niñas y me confirmó: “Ese final equilibró y lo salvó de perder el empleo”.

¿Qué tiene que ver esta historia? Creo que en sí encierra la cuestión del periodismo deportivo femenino. Las niñas que triunfan son las que dieron el paso de superar su propia belleza; belleza que en cierto punto distraía. Tuvimos que superar a que esos ojos espectaculares ya no nos hicieran daño en nuestro corazón para darnos cuenta de que lo que decía la periodista nos ayudaba a entender un resultado adverso. O ese pelo que caía sobre los hombros, adornando una sonrisa fantástica, nos estaba contando que se podía ganar el Giro de Italia.

Laboré con varias de las grandes figuras femeninas del periodismo deportivo colombiano e internacional. Siempre les vi una gran capacidad de trabajo, facilidad para preguntar, con más tino que nosotros los hombres, los temas difíciles, y contaron siempre con esa intuición que las hace especiales. Atentas a esos detalles que la ceguera masculina no puede apreciar, conforman no solo un elemento de belleza, hoy dan sustancia a las mesas de discusión en los programas.

No sé si es criticable, tal vez ninguna de ellas es tan enferma para dejar que el trabajo esté por encima de sus hogares. Ninguna se entrega como el 90% de los hombres. Ellas logran marcar un límite y a muchas la vocación de ser madres las alejó de los estadios y las pistas deportivas. El periodista hombre aún hoy conoce a sus hijos recién nacidos por Skype, porque siempre nacen en pleno Mundial; en antaño recuerdo un anuncio en plena transmisión radial de la Vuelta a Colombia que decía: “Carlos Julio, fue niña otra vez, bendiciones al nuevo padre”.

Hoy no me importa si es una mujer o un hombre, lo que me importa es que me informe con exactitud y me dé su opinión honesta. Ah, confieso que admiro tanto el talento deportivo como la belleza de una mujer, pero si debo elegir, me quedo con capacidad deportiva. “Seguro jefe”, así le dije cuando me perdonó la vida.

 

Foto: Daniel Álvarez.

Por Tito Puccetti

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