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Las reinas no son como las pintan

Las candidatas arrasaron con mis prejuicios sobre las reinas, mientras el equipo de Cromos se ocupaba de los detalles para las fotos.

Por Melba Escobar - Escritora y periodista
19 de marzo de 2017
Las reinas no son como las pintan

Las reinas no son como las pintan

Todos tenemos una idea de las reinas. Confieso que en mi caso tendía a imaginarlas caprichosas, y para seguir una creencia muy extendida, no demasiado inteligentes. Al menos eso suponía hasta mi viaje a La Macarena, Meta. CROMOS me invitó a contar la experiencia de vivir la cotidianidad en un lugar agreste. La aventura de hacer fotos en un espacio hermosísimo pero también precario, entre zancudos, piedras resbalosas y un sol inclemente. 

 

Para hacerse una idea de la producción general, habría que empezar por contar que dos toneladas de cargamento fueron transportadas desde Bogotá, donde por cuatro días estarían once de las candidatas, y por cuatro días más las 12 restantes: víveres, maquillaje, vestuario, luces, cámaras, equipos de primeros auxilios, joyería, accesorios, entre otros, componían el menaje, sin contar el equipaje de cada una. 

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El segundo día de campo éramos 115 personas entre quienes veníamos de afuera y quienes apoyaban a nivel local: bomberos, Policía, Ejército, guías turísticos. Y del equipo: periodistas, maquilladores, camarógrafos, fotógrafos, patrocinadores y representantes del  Concurso. La ocupación hotelera de La Macarena, municipio que por estos días cumple 35 años, estaba a tope. La alimentación fue contratada en el pueblo, así como el transporte que incluía ocho camionetas. 

 

La población, azotada por la violencia durante años, hoy lucha por reinventarse. En un territorio antes ocupado por la guerrilla, el año pasado vinieron más de 15 mil visitantes de 39 países beneficiando a cerca de 500 familias. El Parque Nacional La Macarena guarda los más increíbles tesoros, entre ellos, Caño Cristales, considerado uno de los más asombrosos santuarios naturales del mundo. 

 

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CON PASO FINO. Cualquier instante y terreno es bueno para practicar pasarela. ¿O no, Señorita Chocó? A lo mejor quería que viéramos en detalle su traje de Ana Lucía Bermúdez, camino a disfrutar, y a posar claro, en el río Guayabero.

 

El primer día se hicieron fotos en Caño Piedra. Las mujeres se paseaban por una casa prefabricada recién maquilladas y con los rulos puestos. Sirvieron el almuerzo. Primera sorpresa: era sancocho y la gran mayoría desocupó los generosos platos que incluían papa, yuca y plátano, además de pollo y menudencias. El menú en los días sucesivos estuvo compuesto por mamona, empanadas, pasteles, mantecadas, entre otras delicias locales que pusieron a las reinas a pecar en su dieta. Claro, algunas pecaban más que otras, pero ninguna se quejó, más bien aceptaban la comida como lo aceptaban todo, con actitud zen y una enorme sonrisa. 

 

Si a eso le sumamos que se levantaban a las tres de la mañana para pasar a las cuatro a maquillaje y así estar listas a la hora de captar el amanecer, tenemos como resultado jornadas de casi dieciséis horas, bajo un intenso calor, muchas veces de pie, metidas dentro del agua, en posturas incómodas y con un numeroso público alrededor. 

 

Agreguémosle a esto la dificultad de posar sobre piedras resbalosas, las avispas, mosquitos y tábanos rondando, y la proeza adquiere magnitudes épicas. Además de belleza, las mujeres demostraron tener una gran tenacidad y la mejor disposición. Mientras el equipo de CROMOS se ocupaba hasta del más pequeño de los detalles para generar un efecto mágico, las candidatas arrasaron con mis prejuicios sobre las reinas. 

 

Varias son deportistas (atletas, patinadoras, campeonas de Taekwondo) y a diferencia de hace unos 20 años, cuando el reinado era financiado por las candidatas, hoy los costos son cubiertos por los patrocinadores. Este es un punto importante, pues durante años algunas aspirantes a la corona de Señorita Colombia estuvieron asociadas a la mafia, dineros de dudosa procedencia acabaron llegando al concurso para patrocinar a una u otra. Por suerte hoy todas pueden participar, tengan o no dinero, mientras ganen la competencia para representar a su distrito o departamento. 

 

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¿EN EL DESAFIO? La Señorita San Andrés y el estilista Ruvén Duque afinan el equilibrio para cruzar este tronco-puente. 

 

Es así que si uno midiera a Colombia por las candidatas al reinado, podría decirse que ha mejorado. Lo dice la naturalidad de las mujeres, su frescura, la variedad de sus contextos sociales, pero también sus fenotipos, que hablan de un país rico y diverso, un país que acepta sus raíces, se enorgullece de ellas y comprende que no hay solo un modelo de belleza. 

 

El lugar donde se hicieron las fotos no es solo uno de los más hermosos que he visto en mi vida, es también una señal de la apuesta que hace la revista por hacer presencia en el país oculto que poco a poco va dejando atrás un pasado de violencia e ilegalidad para apostarle a la paz. CROMOS le da un espaldarazo a un territorio que durante años ha estado marginado, con una institucionalidad precaria y una inmensa apuesta en seguridad que en los años recientes ha permitido ir construyendo un camino hacia el  turismo sostenible. 

 

Cuando pensaba en el reinado, o incluso en CROMOS, me imaginaba lujos, dinero y sofisticación; la verdad no sabía hasta qué punto detrás de una revista, como esta que hoy tienen en sus manos, hay una idea de país, una presencia y un reconocimiento de nuestra diversidad. 

 

El Concurso Nacional de Belleza, con 80 años de fundado es una institución en Colombia. Las reinas son mujeres que han hecho soñar a millones de personas durante décadas. Son, como lo dijo el director de la revista: “las hadas madrinas de los colombianos” y el hecho de verlas ahí, con el agua a la cintura, el maquillaje discreto, la carcajada fácil, mientras contemplaba la alegría de los soldados que custodiaban el parque, me produjo un gran orgullo hacer parte de este proyecto. El equipo del Minicromos es una especie de cofradía que por el entusiasmo con que asume esta mega producción, el cariño con que se ocupan hasta del más mínimo de los detalles, la seriedad, el profesionalismo, el rigor y el amor con que se entregan en su labor, merecen toda la admiración. 

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JOROPO QUE ANIMA EL ESPÍRITU. Las reinas apreciaron una muestra del virtuosismo de los jóvenes de la Casa de la Cultura de La Macarena en el polideportivo de la localidad. Los pasos del joropo se conocen como zapateo (masculino) y escobilleo (femenino).

 

Después de 42 años, es evidente que ha habido unos aprendizajes en la producción del Minicromos. Muchos de quienes participan llevan 10, 15 y hasta 20 años trabajando detrás de cámaras. Saben desempeñar su trabajo y haciéndolo han recorrido el país, conocen a las candidatas del reinado y sus exigencias pero sobre todo, saben lo que estas mujeres representan para Colombia. Me atrevería a decir que solo el Concurso es equivalente a la importancia de la Selección Colombia como elemento de identidad nacional. Basta ver la reacción de la gente ante la presencia de una candidata para entender que esto es cierto: las expresiones de orgullo, asombro y cariño, se elevan ante su presencia, como lo harían ante una reliquia. 

 

CROMOS, con sus decisiones, desde la locación hasta la elección de diseñadores jóvenes, apenas conocidos, cien por ciento colombianos; con su bonhomía y su afecto desinteresado hacia quienes entramos a hacer parte de este trabajo, nos recuerda que a la belleza, como bien lo dice Umberto Eco, solemos emparentarla con la virtud. 

 

El trabajo cuidadoso de cada una de las personas que hizo parte de esta producción es un homenaje a la mujer colombiana. Pero también a todas aquellas personas que como la población de La Macarena, quieren tener una ilusión de pureza y  de integridad. Las reinas representan esos valores y muchos otros. Son una fuerza extraña que dibuja una sonrisa involuntaria en los rostros de soldados, campesinos y niños. Son poderosas, inspiradoras, tanto para el ama de casa, como para el Policía. CROMOS entiende la magnitud de su importancia para los colombianos y lo asume con entera responsabilidad. Haber hecho parte de esta apuesta en Caño Cristales, también conocido como “el río que se escapó del paraíso”, fue para mí una experiencia transformadora de inmensa belleza. Definitivamente, las reinas, no son como las pintan. 

 

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ECLIPSADOS POR LA BELLEZA. La noche del 28 de septiembre hubo dos eclipses en La Macarena: el de luna, y el de los habitantes del municipio ante la belleza de las reinas.

Por Melba Escobar - Escritora y periodista

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