
"Lo tuyo es mío, lo mío es mío"
Aunque la canción era el himno a la generosidad “Lo tuyo es mío, lo mío es tuyo. El compartir nos enseña a vivir”, Daniel que tenía solo dos años y empezaba asistir al jardín infantil, le trastocó las palabras dejando en claro que no estaba dispuesto a compartir.
Todos los niños que empiezan la vida preescolar tienen que enfrentarse al terrible momento de ‘compartir’ y de esperar su turno. En casa, las mamás se ven obligadas a hacer las veces de árbitros de boxeo cuando hay más de un pequeño en la familia. Gritos, mordiscos, enojo y el reclamo de que “Eso es mío. –¿Me lo prestas? No”. Todo hace parte del cotidiano de los niños que empiezan a vivir la independencia de los dos años. “Esta fase tiene todo de bueno para los pequeños. Y nada para los padres”, explica con humor la psicóloga de familia María Elena López. “Encarna todo el rudimento de la autonomía. Los niños se vuelven autoritarios, egoístas y contradictorios porque están forjando su identidad. Los padres tienen que armarse de paciencia porque siempre estarán dirimiendo conflictos y lidiando con pataletas”, explica la experta.
Posteriormente aprenden a compartir por momentos; a jugar por turnos y a respetar los objetos de los demás. Como explica López, la primera es una etapa egocéntrica y los niños tardan un poco en entender que ellos no son el centro del planeta. Luego comprenden que: “si lo tuyo es mío, lo mío es tuyo”.
Para tener en cuenta
1. Si tienes niños de edades cercanas debse dar regalos a los dos por igual.
2. Pueden ser distintos o complementarios para que ellos aprendan a intercambiar.
3. No le quites las cosas con las que está jugando, muéstrale que puede entregarlas por un rato y las recuperará.
4. Si hay otro niño que quiere el juguete de su pequeño, intercambia o reemplaza uno por otro.
5. Refuerza los hábitos y los límites en casa, esto ayuda a sembrar valores como la consideración por el otro, la empatía y la generosidad.
Foto: Flickr.