
Para el estudio se utilizaron 39 adultos que se dividieron en dos grupos, los que dormían siesta y los que no. A las 6:00 p.m. se le pidió a ambos grupos que realizaran tareas de aprendizaje.
Quienes no habían dormido siesta fueron más lentos con los ejercicios, mientras que los que habían dormido 90 minutos obtuvieron mejores resultados y mejoraron su capacidad de aprendizaje en comparación con la mañana.
Los resultados apoyan la teoría que afirma que dormir es necesario para renovar la memoria a corto plazo y abrir un espacio para nueva información. Por eso, pasar un día sin dormir resulta bastante perjudicial para el aprendizaje, pues reduce en casi un 40% la capacidad de aprender actividades nuevas.
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