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Los deseos de los más pequeños

Las flores, los colores y las rayas marcan las nuevas apuestas para la ropa de los niños y niñas que cada vez más se ocupan de su imagen.

Por El Espectador
02 de junio de 2011
Los deseos de los más pequeños

Los deseos de los más pequeños

“Los niños se han ido empoderando de las decisiones que tienen que ver con su ropa, las mamás testimonian que ya no es tan fácil como antes”, confiesa Diana Janna, diseñadora de la marca nacional EPK quien junto a Samuel Tcherassi ha incursionado en la producción de modelos de vanguardia y acordes a las demandas mundiales para los más chicos. Si antes las niñas aceptaban con beneplácito usar vestidos de tul rosa pálido y azul claro, y si los niños no chisteaban cuando las mamás les ponían un saco azul tejido por la abuela, parece ser que los frenéticos flujos de información y el poder de las imágenes han hecho que los deseos de crear un estilo propio, descienda en el rango de edad e influencien a los pequeños. Esa es quizás la razón para que los márgenes de ganancia de la moda infantil hayan registrado grandes incrementos en países productores como España e Italia y de que importantes casas de diseño le hayan apostado a seducir a los niños para sanear sus finanzas como ha sucedido con la línea infantil de Christian Lacroix y de Ralph Lauren.

La ropa de niño ha tenido unas interesantes evoluciones desde el Siglo XVIII, época en la que los historiadores del vestido aseguran que apareció por primera vez una ropa diferenciada para los infantes. La razón, explican algunos como el historiador James Laver, estuvo ligada a un deseo de la clase burguesa de librar a los niños de cualquier connotación sexual. Hasta ese siglo los pequeños usaron corsés, capas, rellenos en las faldas casi como lo habían hecho los adultos. El niño no era para la moda más que un adulto en miniatura, pero con el afán de convertir su cuerpo en algo completamente desprovisto de deseo, se eliminaron ciertos rasgos y empezaron a aparecer ropas más ligeras y funcionales, que les permitían mayor movimiento y expresión corporal. Sin embargo, como casi todo en la moda, fue con el Siglo XX que la moda de niños empezó a crecer y se convirtió más que en una necesidad en un gran mercado.

En esta temporada en la que se celebran los aires primaverales y veraniegos, la ropa de los niños y las niñas retoma muchas de las grandes tendencias del año, adaptadas, por supuesto, a sus tamaños y necesidades. Los vestidos florales, las influencias del ballet y los aires roqueros son algunas de las apuestas más importantes para las niñas, mientras que los escoceses, los índigos y cardiganes son la parada para los chiquillos. “En materia de color tenemos muchos fucsias, rosados, chocolates, blancos y verdes. Nosotros particularmente retomamos mucha inspiración veneciana, las rayas azules, blancas y rojas, que se ven desde camisetas hasta en vestidos de baño”, explica Diana Janna. El juego con los colores vibrantes y en bloque, la imponencia de los tonos nude y algunos matices del negro, son los toques que desde las pasarelas de los adultos se parecen colar con más fuerza en los armarios de los niños.

Con respecto a toda esta explosión de diseño y color que ha ido conquistando las vitrinas nacionales, Janna asegura que lentamente se ha creado una cultura entre los padres de darle algo de diseño y sofisticación a lo que llevan sus hijos. “Hace unos años, si querías algo especial para que tu hija fuera a un cumpleaños te tocaba conformarte con una estrecha oferta o traerla del exterior, ahora por el contrario hay muchas referencias, apuestas de mucho tipo que han hecho que la cultura por el diseño y el buen vestir se inculque desde pequeño, quizás esa sea la razón por la cual cada vez más chiquillos son más autónomos en la toma de las decisiones de su vestido”.

Por El Espectador

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