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María José Martínez: lee un fragmento de (R)evolución Pink, su nuevo libro

(R)evolución pink ya está disponible en las librerías del país. Descubre en esta nota, en palabras de María José Martínez, la raíz y el sentido de su nuevo libro publicado por Ediciones B.

Por María José Martínez
19 de enero de 2025
María José Martínez
Fotografía por: @walkscapades

Ser mujer parece ser un arte olvidado por la sociedad y, muchas veces, por nosotras mismas. Veo con ilusión que hay un nuevo despertar femenino en el planeta: con la tendencia de volver a la esencia, a los ritmos naturales, a los alimentos biológicos, ancestrales, hechos con amor y a mano; a la conciencia del presente y del medioambiente, del cuidado de la Madre Naturaleza. Todo este movimiento de sincronía con el universo responde al alma femenina que está despertando y reclamando un espacio que había sido oprimido por largo tiempo. Sin darnos cuenta, muchas de nosotras (y me incluyo) también hicimos parte de esa represión, convencidas de que eso nos iba a ayudar a ganar un lugar distinto en la sociedad, donde íbamos a reivindicarnos a la fuerza, tratando de imponernos a lo macho; pero, a mi juicio, por querer liberarnos, nos pusimos más cargas encima. Lo cierto es que tuvimos que aprender a los golpes que esta postura iba en contra del propósito de vida de cualquier ser humano: ser feliz.

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Con la intención de reivindicar nuestros derechos, nos pasó como en las discusiones acaloradas con el novio tóxico: empezamos a gritar tan duro para hacer valer el punto que lo perdimos. Al final, él nos mira con cara de locas, ¡y nosotras terminamos pidiendo perdón!

La calma y la dulzura son las herramientas femeninas más poderosas, resaltando que, lógicamente, debemos tener siempre nuestras otras armas de defensa listas; pero más con inteligencia que por la fuerza, como esos guerreros japoneses que sacan una daguita diminuta de la manga y, cuando sus enemigos se dan cuenta, están en el piso y ni se enteraron cómo.

Al violentar nuestra esencia también violentamos nuestro cuerpo, nuestra descendencia, nuestros seres queridos y nuestro planeta, porque, como nos estamos dando cuenta, todo está conectado. En estas páginas haremos un recorrido por nuestra anatomía física y emocional, entendiendo cómo se conecta nuestra vida interior con nuestro cuerpo y con el mundo; también hablaremos de las heridas de nuestra infancia, pues el autoconocimiento es la llave maestra que abre la puerta de la libertad, lo que nos permite entendernos, comprender al mundo y tomar decisiones realmente autónomas.

Además, les quiero hablar de ciertos condicionamientos femeninos que nos impiden acceder a otra poderosa herramienta femenina: la intuición, nuestra fabulosa brújula interna, ¡que anda más perdida que la de Jack Sparrow! Esto se debe, en parte, a la gran cantidad de información contradictoria que recibimos a diario, pero también a que estamos sumergidos y a punto de ahogarnos en nuestros propios egos e intereses; como si todos y cada uno fuéramos pequeños emperadores llenos de positivismo tóxico y de una retórica espiritual enfocada únicamente en la superación personal y muy poco en la práctica del amor en el contexto de la comunidad. Todo este ejercicio de autosuperación nos lleva a hacer lo que nos da la gana, sin pensar en los demás, cada uno convencido de que “lo mío es más importante”, y como consecuencia nos desconectamos de lo esencial. Como dijo nuestro amado Principito, “Lo esencial es invisible a los ojos”. ¿Se imaginan su carita de desilusión al ver que todo su paso por este sistema solar fue en vano? ¡No lo hagamos llorar!

El cuerpo también es un tema clave de estas páginas, pues es el puente que conecta nuestra vida interior con nuestra existencia física, se vincula con la intuición y nos alerta sobre lo que pasa. El poder del cuerpo está subestimado, reducido a un mero objeto de trabajo, de placer y de vanidad; desconfiamos de su funcionamiento, torturándolo con miles de dietas y programas de ejercicios, y ciertas personas también lo usan como una declaración de alguna postura ideológica. Nuestro cuerpo está, en todo caso, desconectado de nuestras emociones y dolores, pero recordemos que el cuerpo es la habitación de nuestro espíritu, por eso debemos honrarlo, cuidarlo y amarlo. Mi intención es que, como mujeres creadoras de vida, milagrosas por naturaleza, honremos nuestro cuerpo y aprendamos que cuidarlo y protegerlo es vital para que podamos ser realmente libres.

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Por supuesto, hablaremos también de las relaciones de pareja modernas y de por qué el amor parece más escurridizo que nunca: ¡porque no encuentra dónde hacer nido! El amor no es un capricho o una mera reacción hormonal, es un trabajo arduo y continuo que requiere de comunicación, vulnerabilidad, honestidad, y cosas que escasean en estos tiempos: paciencia, humildad y estrategia a largo plazo. No podemos dejar por fuera la maternidad, que es, lógicamente, un tema esencial en la vida de las mujeres, seamos madres o no, puesto que todas somos “madres en potencia”, y nuestro útero, hormonas y cerebro nos lo recuerdan cada día del mes. Gracias a la píldora hemos logrado poner en pausa a la mujer fértil, pero no a la mujer biológica con necesidades emocionales y físicas claras, que hemos negado y reprimido en aras de complacer a los demás y ser supermujeres, en teoría “tan fuertes como los hombres”. Negar esas necesidades no ha beneficiado a nadie; antes, nos hicimos un flaco favor: estamos agotadas y solas, muertas de hambre de amor, negando nuestros instintos. Los hombres no saben cómo tratarnos, muchos se han vuelto fríos e insensibles, y los que quieren un hogar no encuentran con quién construirlo a largo plazo, pues nos hemos vuelto un poco como la potra Zaina. ¿Se acuerdan de esa novela? Era la historia de un hombre que se obsesionó con la protagonista: una mujer guapa, independiente, algo salvaje, muy caprichosa y temperamental; justamente como una potra que el galán se empeña en “domar” hasta que, por supuesto, lo consigue. Es una historia entretenida para una telenovela, pero en la práctica una potra necesita un domador recio, como podemos ver en la serie Yellowstone, y ahí ya nos estamos alejando de lo que vendría siendo un romance sano y nos vamos acercando a la popular y temida relación tóxica.

A través de estas páginas les voy a abrir mi corazón. Les contaré episodios de mi vida que vienen al caso, como si fuera un antes y después de entender y conectar con mi hermosa energía femenina. Por ejemplo, en mi libro El príncipe azul se destiñe con la primera lavada, no hace falta ser Einstein para darse cuenta de que estaba de pelea con los hombres; lo irónico es que me sentía más macha que el Macho Camacho.

Pero así es la vida y mi lado femenino empezó a tocar la puerta de mi alma de manera tan fuerte que tuve que deponer las armas. Por eso también les hablo de los errores que cometí, de experiencias que me marcaron y me hicieron cuestionarme si valía la pena luchar en contra de la corriente o si debía dejarme llevar. Aunque los nombres han sido cambiados, todas las anécdotas que aquí cuento son reales. También hay muchas cosas que me guardo porque, mujeres, hay experiencias que solo deben ser nuestras.

Todos tenemos episodios que compartimos solo con el psicólogo, el abogado o el sacerdote, ¡y está bien que se queden allí! Por otro lado, quiero hablarles de cómo creo que, a partir de buenas intenciones, nos hemos condicionado, amaestrado y muchas veces deshumanizado; escribo este libro con la ilusión de que valoremos y atesoremos la MARAVILLA que es SER MUJER, que nos reencontremos con esa esencia femenina sagrada, que entendamos nuestros tiempos, nuestros deseos, nuestra naturaleza, y podamos tomar decisiones informadas, planear nuestras vidas y no ir como veletas al viento, buscando lo que en el fondo creo que todas queremos: amar y ser amadas de manera bonita y sana. Así que, como dicen por ahí, empecemos por el principio.

*La introducción de (R)evolución pink se publicó en este medio con autorización de la editorial.

Por María José Martínez

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