
«Mi Colombia fantástica» Carlos Vives
Mi trabajo como actor en la televisión me dio la oportunidad de ser un ciclista tolimense, un boxeador cartagenero, un criollo en la insurgencia contra España, un compositor vallenato, y un joven rebelde de los años sesenta, entre otros. Me hizo entender que lo que llamamos música colombiana no era un concepto del pasado para engrosar los anaqueles de un museo discográfico sino por el contrario un trabajo valiosísimo de nuestros ancestros para disfrutar y para empezar a escribir nuestra música del presente y del futuro.
Descubrí que un vallenato o una cumbia son una máquina del tiempo en la que podemos viajar en cualquier dirección y que nos recuerda que más que la suma de varias culturas o razas hoy somos el sincretismo de todas ellas. Descubrí que si profundizábamos en las raíces de un joropo o un currulao no era de extrañar que cuando quisiéramos salir a la superficie nuevamente, apareciéramos en alguna fiesta en Andalucía o en alguna antigua ceremonia en Senegal o en el Congo grande.
Conocer más a mi país me ha hecho mejor colombiano, ser mejor colombiano me ha dado el cariño de ustedes y me ha abierto las puertas del mundo, me ha dado la oportunidad de llevar nuestras canciones más allá de nuestras fronteras y demostrarle al mundo la otra Colombia. Una Colombia con la que estamos en deuda, esa que alguna vez llamé «La tierra del olvido» de nuestros pueblos indígenas y nuestros pueblos afrodescendientes; porque ellos nos han legado lo mejor de nuestra cultura, porque a pesar de toda su tragedia y a pesar de nuestra indolencia, siguen siendo la fuerza, la esperanza y la alegría de nuestro país.
Por eso es tiempo de reconocernos todos como colombianos en lo que nos une y en lo que nos diferencia. Es tiempo de trabajar juntos, es tiempo de ser felices, de vivir unidos en la diversidad. Por eso yo prefiero a la Colombia fantástica, la humilde e incluyente, la generosa, la que vive en la paz de sus canciones. Gracias a la revista Cromos por darme la oportunidad de mostrarles una Colombia que no deja de sorprenderme.
Foto: Hernán Puentes

