
Desde que estaba chiquita, siempre veía los partidos de fútbol con mi papá. Íbamos mucho al estadio, porque vivíamos cerca de las instalaciones deportivas. La pasión por el deporte me llegó por el lado de ambos padres. Mi mamá estudiaba Educación Física en la Universidad de Antioquia y mi papá se encargó de enamorarme del fútbol.
Él ha sido ese pilar que me brinda apoyo en este proceso, en estas ganas de cumplir los sueños. Con su ejemplo me ha demostrado que todo se puede lograr. Su historia de vida y de superación es muy linda: de trabajo, de sacrificio, de dedicación… Creció en una familia humilde en una vereda de Carolina del Príncipe, Antioquia. Terminó el bachillerato muy adulto y fue profesor ocho años. Trabajó para Empresas Públicas de Medellín, avanzó y ascendió en su carrera laboral. A los 52 años cumplió su sueño aplazado de ser abogado. ¡Es un teso! Hoy vive como un rey, jubilado en su finca de ganado.
Nuestras conversaciones, casi siempre, giran en torno al fútbol. Incluso, cuando estamos en familia hablamos mi papá y yo, porque mi hermano es completamente desentendido del tema. La escena resulta hasta chistosa. No paramos, en las reuniones, cuando almorzamos, cuando nos vemos… Él me llama a preguntarme detalles de los partidos porque, como se mantiene en la finca, se pierde de algunos datos o resultados.
"Nuestras conversaciones, casi siempre, giran en torno al fútbol. Incluso, cuando estamos en familia hablamos mi papá y yo, porque mi hermano es completamente desentendido del tema".
Hoy, por ejemplo, cuando juega la Selección Colombia, al final del partido hablamos y comentamos. Tenemos una conexión especial. Muchas de nuestras conversaciones giran en torno al tema, a los partidos.
Él es hincha de Atlético Nacional y desde niña lo acompaño a ver sus partidos. Y él me apoyaba e iba a verme jugar fútbol en la cancha del barrio La Floresta. Era muy mala jugando, pero él no dejaba de alentarme.
Hoy, como periodista, disfruto los juegos de todos los equipos. Y, especialmente, nos gozamos los de la Selección.
Ahora que volví, luego de ocho años por fuera de casa (en Bogotá y Buenos Aires), estamos retomando las rutinas de los encuentros deportivos y de familia. Antes, todo era muy virtual, veíamos los partidos de manera simultánea, en países diferentes, hablando por Skype o compartiendo desde los lugares a los que yo viajaba por trabajo.
Hoy no podemos compartir tanto en el estadio, porque debo trabajar, pero lo que hago es enviarle fotos y videos para que me sienta cerca.
Eso fue lo que motivó mi decisión de regresar: estar más cerca de ellos. Estoy feliz. Llevo tres meses en Medellín y estoy plena, no me arrepiento de haber tomado la decisión de volver. Entendí que la felicidad es estar al lado de los que uno ama.
