Cuando un actor está en su momento de gloria, tiene que estar pendiente de la competencia. Pero cuando cae en el olvido, tiene que estar pendiente de él mismo, porque el ego es su peor enemigo. Todas las malas decisiones llegan al mismo tiempo. Tomar medidas extremas parece ser la única salida. O como mínimo la menos humillante.
Esta es, por encima, la historia de Riggan Thomson, quien, tras haber alcanzado la fama en la década del noventa interpretando a un superhéroe llamado Birdman, se ve ahora obligado a adaptar, dirigir y protagonizar una obra de teatro en Broadway, basada en Lo que hablamos cuando hablamos de amor, de Raymond Carver. Todo con tal de demostrarles a los que una vez lo siguieron y aplaudieron, que todavía tiene el talento. Pero la adaptación amenaza con ser un desastre.
Después de su estreno en Estados Unidos, el pasado 17 de octubre, varios medios de comunicación incluidos The New York Times y Los Angeles Times, coincidieron en que la historia de Riggan Thomson en Birdman: la inesperada virtud de la ignorancia es muy parecida a la del actor que le da vida: Michael Keaton. En 1988, Keaton dio de qué hablar en la película Beetlejuice, donde interpretó a un fantasma repulsivo y excéntrico. Al año siguiente, protagonizó la que iría a ser la película más taquillera del momento, Batman, dirigida por Tim Burton, donde trabajó al lado de Jack Nicholson y Kim Basinger.
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A sus 63 años, Michael Keaton regresa al cine al lado de Edward Norton y Emma Stone. Cuatro meses tardó la filmación de la película en un teatro viejo de Nueva York
Su interpretación del icónico superhéroe se repitió en 1992, esta vez junto a Michelle Pfeiffer y Danny DeVito. Por segunda vez, cautivó al público quien siguió viendo su trabajo en películas muy diferentes como Multiplicity (1996), Medidas desesperadas (1998) y Jack Frost (1999). Cuando estaba en su mejor momento profesional, o así parecía, su nombre fue desapareciendo lentamente del radar.
Si bien seguía actuando, lo hizo en producciones más pequeñas y en roles secundarios, como Cupido motorizado recargado (2005). En 2008 se estrenó como director en The Merry Gentleman, que también le dio su primera candidatura al Premio del Sindicato de Actores como mejor actor. Pero lo que pareció un momento de triunfo fue en realidad su despedida (temporal) de Hollywood.
La vida de Riggan Thomson lo convenció de volver al ruedo. Keaton asegura que no lo hizo por necesidad sino por convicción. «Yo no elegí ser el capricho de los demás, quiero estar en mi propio capricho, así ha sido desde que comencé a trabajar en esta industria», comentó en una entrevista con Variety.
La película significó poner a prueba toda su capacidad actoral. «Me tocó ir de algo cómico a algo perturbador, a algo profundamente triste para luego regresar a algo gracioso. Debido a la manera en que se hicieron las tomas, no tuve el lujo de la edición, donde puedes hacer quince tomas de la misma línea de un mismo ángulo».
Frente a las especulaciones sobre lo que podría ser la autobiografía de Keaton, Alejandro González Iñárritu, coproductor y director de Birdman, afirmó que Keaton es totalmente diferente a su personaje, «Michael es la persona con la mejor confianza en sí mismo que he conocido en mucho tiempo. Solo alguien así podría interpretar a un hombre que quiere volar como lo hacía con Birdman, pero que debe vencer su miedo a caer», comentó.
Unos dicen que su actuación lo hace un fuerte candidato al Óscar. Falta ver si la Academia de Ciencias y Artes Cinematográficas valora su regreso. Por ahora va por buen camino, pues tanto él como la película están nominados en los Premios Gotham de cine independiente, donde compite con Boyhood.
Para González Iñárritu es una prueba más de que ha podido desmarcarse sin problemas de la pareja con la que consiguió el éxito internacional: el guionista Guillermo Arriaga.