Nunca me había sentido tan ignorante en la vida como cuando descubrí que tenía cinco semanas de embarazo. ¿Puedo sentarme en el piso frío o se le pasa el frío al bebé? ¿hay café para embarazadas? ¿ese movimiento pélvico que hice el otro día imitando a Shakira habrá desajustado al bebé? ¿puedo seguir usando mis jeans rotos? ¿cuándo le cuento a mi jefe? ¿nunca más voy a viajar con mis amigas? ¿puedo hacerme encima cuando estemos teniendo sexo? Básicamente una pregunta por segundo. Mientras las iba respondiendo, en compañía de embarazadas de vieja data, mi mamá, mi hermano, los médicos y mi novio, también ignorante, empecé a reflexionar como nunca antes lo había hecho.
Siempre supe que iba a ser mamá, simplemente nunca visualicé la fecha exacta, ni el momento de la vida que estaría atravesando cuando llegara esta noticia. Así que la sorpresa fue grande y aterradora. Me enteré por una prueba de embarazo de farmacia. Hice lo que indicaban las instrucciones: tres gotícas de orina en la placa de plástico, esperar tres minutos y mirar. La dejé en el baño, y cuando volví ahí estaban las dos rayitas claras, marcando la vida dentro de mí. Me aterré. Sonreí y también lloré. Estaba nerviosa, miedosa. Llamé a mi hermano mayor y me fui a contarle al papá del bebé (él merece un post aparte que después escribiré pues sin su apoyo amoroso sencillamente no podría estar contando esta historia). Su rostro reflejaba el miedo que genera hacerse cargo de otra vida, una que no conocemos aún.
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Con el paso de los días el miedo se fue evaporando, se fue transformando en una ansiedad natural manejable. La sabiduría de la naturaleza va cambiando el cuerpo femenino y la mente. No en vano un embarazo dura nueve meses, tiempo suficiente para asimilar la idea de que la vida que tenías antes es eso, el pasado. Lo que viene ahora es una sorpresa. No sé de qué se trata, pero estoy preparándome para eso. El embarazado es ese proceso de organización imprescindible que todos necesitamos para cambiar nuestra función en el mundo.
La maternidad me ha dado una sensibilidad distinta, todos los días tengo un nuevo pensamiento, un miedo más aterrador que el otro, un anhelo distinto al de ayer, una nostalgia que pensé que ya había borrado de mi cabeza, unas ganas muy poderosas de compartir mis inquietudes con más mujeres, mujeres en general, no solo mujeres embarazadas. Porque no estoy pensando todo el día en cremas para preparar mis pezones a la lactancia, en técnicas de pujo o trucos para que el bebé no se enfríe después del baño; de hecho, los textos sobre maternidad los abandoné en el cuarto mes de embarazo, cuando descubrí que todos era muy parecidos y me aburrían. Mis inquietudes van desde ¿cómo me ha transformado el amor? hasta ¿qué es la amistad femenina?
Coolmama explora ese desconocimiento que tenemos de la maternidad, con un poco de humor (es imposible no reírse de todo lo que ocurre en este proceso), con amor y sobre todo con honestidad. Sentir otra vida al interior de tu cuerpo es un regalo transformador que nos hace la naturaleza solo a las mujeres. Agradezco profundamente ese regalo y espero poder compartir esa misma sensación con las lectoras.
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