Nicolás Samper: "Pocas cosas son tan imprevisibles como el fútbol"

En el fútbol nada es imposible y este hincha de Millonarios lo sabe. Para él, la cancha es un templo al que siempre vuelve, a vivir o a padecer. Por eso acaba de lanzar el libro 'Lo que el fútbol se llevó. El lado oscuro de los mundiales'.

Por Redacción Cromos
24 de junio de 2018
Nicolás Samper: "Pocas cosas son tan imprevisibles como el fútbol"
David Schwarz / Cromos

David Schwarz / Cromos

¿Qué es el fútbol?
Es el juego más generoso del mundo.

¿Qué es lo que más le gusta de este deporte?
Pocas cosas son tan imprevisibles como el fútbol y ese hilo de suspenso en dos actos, casi teatral, será siempre atrapante.

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El mejor gol de la historia en un Mundial.
El segundo de Maradona a Inglaterra, sin lugar a dudas.

¿Millonarios o la Selección?
Millonarios va de primero, porque me enseñó todo el amor y el dolor que encierra el fútbol.

El peor oso que se ha presenciado en un Mundial.
El 7-1 que recibió Brasil en el 2014, pica en punta y la ‘miserableza’ de los austriacos y los alemanes jugando a nada para sacar a Argelia en 1982, aún da asco.

¿Y la mayor hazaña?
Jugadores tipo Neymar, que lloran como plañideras por bobadas, deberían ver cómo José Luis Brown, defensa central de Argentina, jugó buena parte de la final de 1986 con una luxación de hombro.

¿Cuál es la colombianada que más se destaca en su libro?
Somos el único país que renunció a hacer un Mundial. Eso no se quita ni con jabón Rey.

El fútbol, ¿con o sin tecnología?
Sin tecnología. Rompe el ritmo en un deporte que tiene emoción a partir de la espontaneidad y del error.

¿En qué se  parecen la política y el fútbol?
Intrigas de poder, traiciones, juego sucio, pasión exacerbada sin cauce que desborda hasta la agresión…

¿Lo más satisfactorio de escribir sobre fútbol?
Es la posibilidad de ser feliz.

¿Cómo describiría el fútbol colombiano?
Es como un matrimonio atípico, de esos que duran 60 años. Sabemos los defectos, no soportamos los ronquidos, pero igual, seguimos firmes hasta el final.

¿James o Falcao?
Ambos son genios.

¿Pelé o Maradona?
Maradona. No vi a alguien más talentoso que él.

¿Por qué se puede hablar durante tantas horas sobre fútbol?
Nos apasiona tanto porque no pudimos estar en la cancha. Es apasionarnos con cosas que quisimos vivir, o que quisimos padecer.

¿El mejor jugador de nuestros tiempos?
Messi parece irrepetible. Es complejo que en estos tiempos de hiperprofesionalismo un tipo como él haya mantenido un nivel tan brillante durante tanto tiempo.

¿A qué Mundial le habría gustado asistir?
Al del 90, para presenciar el momento en que Freddy Rincón vio que Bodo Illgner abría las piernas. 

Para usted, ¿cuál es la posición más desafiante?
Yo soy muy hincha de los arqueros, porque el coraje está ahí.

¿Juega fútbol?
Jugaba. Mi retiro fue celebrado como un gol de Falcao en el minuto 90 de una final del mundo.

¿Cómo quién le gustaría jugar?
Como Diego Lugano. Con Lugano uno se iba a Vietnam con una sola bala y ganaba la guerra.

¿La peor falta que le han hecho a Colombia?
Que de tantas faltas nos hicieron indolentes.

¿Cómo describiría la hinchada colombiana?
La de clubes, visceral, fiel hasta la médula y pasional.

¿Por qué no le gusta que la Selección celebre bailando?
Porque la coreografía mata la naturalidad del mejor momento del fútbol.

Una maña.
Ya es una convicción. No voy a dejar de comerme las uñas hasta la tumba.

Una expresión recurrente.
“Qué falta de calle”, cuando alguien exhibe extremada inocencia y candidez.

El encanto de la radio.
Cuando rescataron a un ingeniero secuestrado, el hombre dijo que en cautiverio oía 'En la jugada' religiosamente. Yo pienso en eso y se me hiela la sangre.

Algo o alguien que le produzca náuseas.
La gente lagarta y el guayabo.

Un superhéroe.
El Chapulín Colorado.

¿Qué habilidad le gustaría tener?
La de Warren Buffet, que no sé cómo diablos les saca plata a las piedras.

Una vergüenza inolvidable.
Un día me di esos permisos que otorgan la soledad e introspección y me tiré un pedo en el carro. A los 100 metros había un retén y me pararon.

La última vez que lloró.
Me he vuelto medio blandengue. A veces me quedo viendo a mi hija y se me encharcan los ojos de inmediato, de pura alegría.

Por Redacción Cromos

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