No amar 'Opio en las nubes'

¿El libro de hoy? Opio en las nubes (Tropo Editores), Rafael Chaparro.

Por Nátaly Londoño Laura
20 de diciembre de 2018
No amar 'Opio en las nubes'
Archivo Cromos

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A estas alturas no sé si me gustó o no me gustó Opio en las nubes. O no sé si me gustó en algunas partes y en otras no. O si me gustó en su infinita sucesión de muerte o en su infinita sucesión de vida realidad esto es lo que pasa aquí; de fresco loco todo bien; de gatos dos o tres que hablan; de tienes cara de cerdito, de ballena borracha, de palomas, de fox terrier Joe; de algunos personajes que recordaban y de otros locos que se reían, que lloraban, que fumaban cigarrillos Lucky con sabor a menta. No sé si me enamoré o no de Gary Gilmour o de Max. O si el amor te amo perro te amo perrita de Amarilla y de Sven me conmovió. O si me conmovió acaso el cariño profundo que  ahoga de Marciana y Highway 34. O si aluciné con los peces negros negrísimos que volaron sobre la ciudad una noche, muchas noches de ceniza. O si me gustaron los restos de puticas y sudores y fiestas nocturnas diurnas whisky vodka cerveza pequeño cerdo te adoro kilometro 20 “encendiste la máquina de hacer los días / Y no sé cómo pararla”. No sé si me fastidiaba mucho o poco el olor a labial rojo sangre o el tirito de Pink Tomate al hablar trip trip trip  o las canciones que sonaban era la piragua era la piragua de Guillermo Cubillos era la piragua era la piragua o el olor a leche, o los pájaros de papel hechos con las páginas de la guía telefónica que volaban por el apartamento de Alain cuando estaba con Régine, o las canciones que sonaban get back get back get back  to where you belong get back go home get back get back, o el olor a hígado o las revistas de cultura sueca llenas de babas, o los mocos pegados debajo de las mesas de los restaurantes, o el “Tranquila muñeca, te dije, así son los domingos, pero tú insistías en que algo no iba bien y claro vomitaste y después miramos hacia atrás y hacia adelante y estábamos salpicados por gotas de sangre y gotas de lluvia. Todos los pasajeros de la montaña rusa se habían cortado las venas y su sangre nos caía por todos lados”, o las tetas llenas de pecas, o las canciones que sonaban with or without you, o la casa del árbol quemada con heroísmo juvenil, o la falta de carácter del gato Lerner, o las sopas secas regadas siempre a un costado del árbol de la prisión, o las peleas en el Café del Capitán Nirvana, o las canciones que sonaban I can’t get no satisfaction, o el Club de Muertos, o las jirafas amarillas en la mitad de un vaso de leche, o los sueños, o las frases y las conversaciones escritas de corrido, dichas de corrido por personajes tristes rotos desesperados me quiero morir. A estas alturas lo único que sé es que la nostalgia de Sven después de no ver más en la oscuridad del océanos a Amarilla, después de haber empujado su barca a una mar con olor a sal camisa blanca botella de brandy Joe arena cigarrillos, la tengo enredada, maldita sea, entre las manos.

Por Nátaly Londoño Laura

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