
Profesión: Psicóloga y sexóloga clínica
Esposo: Ex Embajador de Brasil en Colombia. Julio Gomes Dos Santos
“Cuando conocí a mi esposo, Julio Gomes Dos Santos, yo empezaba a estudiar psicología en Londres. Recuerdo que al verlo quedé flechada y algo dentro de mí me dijo que él era el hombre de mi vida. El tiempo nos separó pero también nos unió, regresé a Brasil y por cosas de la vida me reencontré con él. Al poco tiempo fuimos novios. La intensidad y la pasión que sentíamos el uno por el otro nos llevó a vivir juntos a los tres meses de estar saliendo. Desde ese momento nunca más nos hemos distanciado. En 2016 cumplimos 20 años de casados y 23 de estar compartiendo la vida.
Convivir con él en medio de mis estudios, mis análisis y mis cuestionamientos constantes sobre las relaciones de pareja hizo que mi pasión por la sexualidad creciera. Siempre quise ser psicoanalista, era mi motivo de vida, antes y después de convertirme en psicóloga; sin embargo, cuando nos fuimos a vivir juntos y se dio esa dinámica tan especial, comencé a sentir fascinación por lo que hago ahora. Yo quería algo más objetivo dentro de la vida en pareja y lo encontré gracias a nuestra relación.
Al encontrar el amor descubrí mi pasión, pero no creo que sea el responsable de mi éxito profesional. No considero que el amor sea el ingrediente para triunfar y llegar a la cima. Son dos temas independientes para mí. Es satisfactorio que una persona pueda disfrutar de una plenitud completa y conjunta, pero seamos realistas: en ocasiones, tanto el amor como el trabajo son difíciles de manejar, así que es importante saber separar lo uno de lo otro, evitar interferencias que compliquen aún más las situaciones. Son mundos distintos que todos podemos disfrutar y vivir sin complicaciones. Es claro que una persona satisfecha emocionalmente se siente motivada en todos los aspectos de su vida, pero eso no significa que la que persona que no está en una relación no vaya a progresar en el mundo laboral.
Ahora, tampoco considero que el amor pueda distraerte de tu vida profesional. Si uno no vive para el amor, sino en compañía del amor, todo depende de cómo uno maneja las cosas, no de la otra persona. En mi caso, mi trabajo no interfiere en mi relación, y mi relación no interfiere en mi trabajo. Manejo cada aspecto equilibradamente. No tengo la necesidad de entregarme de lleno a una cosa o a la otra, y nunca hago nada a un lado. Tengo talento para separar las cosas, tanto, que hay personas que dicen que tengo cabeza de hombre. Esto lo logré al dejar de sentir miedo al pensar en que podía perder un amor o un trabajo si no le ponía mi total dedicación. Las personas viven angustiadas creyendo que perderán alguna de sus pasiones, así que no dejan entrar nada más en su vida. Los adictos al trabajo, a la diversión y al amor están tan temerosos que no viven de manera balanceada y positiva. Un grave error.
Es perfecto si compartes tu vida con alguien que tiene la madurez para entender y apreciar tu éxito, porque recibes la armonía y el apoyo para sentirte en plenitud. Si esto no ocurre, la pareja debe buscar una solución, porque pueden enfrentarse a un juego de egos que conducirá el amor a la envidia, y de ahí pasarán a la amargura. Hay que desprenderse del propio ego para poder apreciar el éxito de la pareja y no tratar de compararse o competir."
Foto: David Schwarz.