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Nomofobia y cibercondría, los síndromes de la tecnología

'Phubbing', nomofobia, cibercondría o síndrome Google, son algunos de los problemas surgidos del uso de internet y la tecnología móvil.

Por Redacción Cromos
26 de septiembre de 2016
Nomofobia y cibercondría, los síndromes de la tecnología

Los teléfonos inteligentes se han convertido en un artilugio imprescindible en el día a día de las personas. Sin embargo, con su uso cada vez más prolongado, ha aumentado su nivel de dependencia y con ello, han surgido diferentes afecciones como la nomofobia y la cibercondría o el denominado síndrome Google.

 

Aunque ni el “Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales” (DSM, en sus siglas en inglés, Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders) de la American Psychiatric Association (APA), ni la Organización Mundial de la Salud, las reconocen como patologías al mismo nivel que  adicciones con sustancia como la ludopatía, es un hecho que los trastornos derivados del uso de internet y la telefonía móvil son cada vez más frecuentes.

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“No es algo que sea muy sobresaliente, la adicción a las tecnologías no están recogidas en los manuales de diagnóstico, pero sí es verdad que son casos que van llegando cada vez con más frecuencia”, reconoce el doctor en Psicología José Antonio Molina, que como otros profesionales ha recogido algunos casos, sus síntomas y tratamientos en manuales y libros sobre adicciones.

 

Entre los trastornos derivados de la expansión de internet y las nuevas tecnologías, destaca la nomofobia, el miedo a estar incomunicado sin teléfono móvil, que se caracteriza por la ansiedad que provoca no encontrar el dispositivo, que este no tenga cobertura o que se quede sin batería.

 

"Los casos que llegan a consulta tienen que ver principalmente con el uso de la telefonía móvil e internet por parte de adolescentes, y son los padres los que acuden con frecuencia a buscar la ayuda de los especialistas, aunque los casos en los que se reconoce tener un problema son muy puntuales", según el psicólogo.

 

Jose Antonio Molina participó en el primer estudio realizado en España sobre los hábitos de las personas a la hora de utilizar el teléfono móvil. “’Control de movilemía’ reveló datos curiosos,  como que un tercio de los encuestados prefería perder un avión a su teléfono móvil o que incluso manteniendo relaciones sexuales atendían al teléfono", comenta el especialista.

 

Educar para prevenir

 

Internet se convierte en un riesgo cuando se pretende, de forma obsesiva, que sea la solución a todos los problemas y la respuesta a todas las preguntas. Esta condición deriva en casos de cibercondría, que consiste en recurrir a la red para el autodiagnóstico de enfermedades y para encontrar los posibles tratamientos, sin acudir al especialista, indica José Antonio Molina.

 

"Las visiones más alarmistas apuntan a que el “síndrome Google” podría derivar en una limitación de las capacidades intelectuales y una modificación de la conducta de quien recurre para todo al buscador y deja de hacer esfuerzo para memorizar datos o descarta hacer preguntas, para comprender ideas o conceptos con la certeza de que la respuesta la encontrará más adelante en internet", indica el experto.

 

La gravedad de la adicción a internet y al teléfono móvil “depende del caso, de la intensidad con la que se lleva a cabo y la obsesión que se tenga”, dice Molina.

 

“No es frecuente que llegue alguien demandando tratamiento porque diga ‘tengo una adicción al móvil o tengo una adicción a internet’", insiste el psicólogo, quien explica que, cuando llega algún padre o madre preocupado por la posible adicción de sus hijos, “se hace una labor psicoeducativa con los adolescentes, con alguna sesión, aunque normalmente, por la edad que tienen, no suelen estar muy concienciados con la existencia del problema”.

 

Aunque la labor más importante se hace con los propios padres, a los que se les proporcionan unas pautas para intentar reducir el problema, por ejemplo, que “establezcan unos límites al uso de internet y de la telefonía móvil, o para que promuevan otra serie de actividades gratificantes que sustituyan la necesidad de usar el teléfono constantemente en sus hijos”.

 

Sobre el modo en el que la telefonía móvil afecta a la relación de los usuarios con otras personas, Molina apunta que “hay aplicaciones que fomentan una serie de relaciones personales pero, a ciertos perfiles con menos habilidades sociales, les puede generar dificultad para llevar a cabo una interacción en el cara a cara”.

 

“Hay cierta gente que no tiene capacidad para realizar ciertas interacciones en el cara a cara y sólo es capaz de llevarlas a cabo a través de algún tipo de dispositivo”, señala el doctor en Psicología, que sin embargo reconoce como factor positivo en cuanto a las conductas sociales la posibilidad de establecer y mantener contacto con otras personas.

 

El riesgo entre los más jóvenes

 

Para el doctor José Antonio Molina es importante plantearse “¿Para qué?, ¿qué necesidad tienen los niños o los adolescentes de usar un teléfono móvil?, tenemos qué saber para qué les vamos a facilitar estas tecnologías”.

 

“Los adultos somos modelos a ser imitados”, dice el experto, alertando del riesgo de usar el móvil en exceso y caer en la dependencia, una situación que, insiste, "se da sobre todo en adolescentes. Cuánto más jóvenes, más uso inadecuado del móvil se hace”, señala.

 

Si la persona llega a la adicción, el primer paso siempre es que la persona identifique que está teniendo un problema, qué consecuencias negativas le está generando esto, si se está distanciando de algún núcleo social, si influye en su rendimiento de trabajo o académico o si está perdiendo horas de sueño”, explica el doctor.

 

Estudiada la magnitud del problema, el tratamiento "empieza por establecer medidas de autocontrol, desde controlar y limitar el tiempo de utilización a generar actividades gratificantes, alicientes para reducir el tiempo de conexión a internet o de uso de la telefonía móvil", indica Molina.

 

 

 

 

Foto: EFE.

Por Redacción Cromos

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