Para los que amamos la moda, la transmisión de los Globos de Oro, el primer tapete rojo por donde desfilan los talentos del cine y la televisión, considerado el preámbulo de los Óscar, es un evento glamuroso que informa mucho sobre las tendencias de moda para el 2014.
Estuve sentada frente al televisor, disfrutando de la pasarela. Las divas, femeninas y sofisticadas, lucían vestidos largos. Algunas muy especiales y originales, como la actriz Lupita Nyong con un bellísimo vestido capa rojo de la colección de Ralph Lauren. La ganadora del Globo de Oro a Mejor actriz, Cate Blanchett, fue todo una acierto de estilo y de elegancia, con su vestido de encaje negro de escote profundo en la espalda de Armani Privée. Julia Roberts, muy moderna, con un vestido negro strapless de Dolce & Gabbana y, como complemento, una camisa blanca de algodón y un cinturón de strass. Y Caitlin Fitzgerald, con el minimalismo de un vestido azul con falda en cortes irregulares.
Pero lo que realmente me llamó la atención fue la vestimenta de la actriz Diane Keaton. Además de estar envejeciendo maravillosamente, fue la encargada de recibir el galardón Cecil B. DeMille, que homenajeaba por toda una vida de trabajo a su amigo director y compañero Woody Allen, quien nunca asiste a las ceremonias. Estaba vestida como siempre lo ha hecho desde que protagonizó Annie Hall, quien con sus vestimentas andróginas cambió la moda en el cine. Se presentó con un smoking de Ralph Lauren en terciopelo negro, camisa blanca y corbata ancha. ¡Espectacular! Hizo que se notara más si se tiene en cuenta que la gran mayoría estaban como clones, sin mucha originalidad, escotadas, aprisionadas en apretados modelos de diseñadores que los prestan por una noche.
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Brilló la moda andrógina y me hizo recordar su origen y cómo ha sido de acertada la incursión de los pantalones en el mundo femenino. Fue la gran actriz alemana Marlene Dietrich quien a comienzos de los años treinta impuso los pantalones como una rebeldía a los locos años veinte, que acortaron el largo de la falda y la cabellera en las mujeres. Ella impuso la moda andrógina, llevando vestidos masculinos, sin alterarlos, del sastre alemán Knise, preferido de los dandis de la época, en tweed, chaquetas de doble abotonadura y botines de hombre, sin dejar de lado la pitillera, todo un escándalo para la época. Ella decía que los tacones eran para las prostitutas. Y disfrutó mucho esa imagen fuerte y transgresora que la empoderaba con sus vestimentas masculinas como el frac y el smoking. De los recuerdos memorables de la Dietrich andrógina fue su aparición en la película Shanghai Express, con bata de seda en estampado de foulard masculina, en lugar de la tradicional camisa de dormir femenina llena de arandelas y encajes.
Y ni hablar de la influencia que dejó en los setenta Yves Saint Laurent, dándole todo el poder y sensualidad a la mujer, vistiéndola de arriba abajo con pantalones, y diseñando el más bello smoking hasta el día de hoy con blusas transparentes que siguen muy vigentes.
Cuando la generación de los ochenta estaba creciendo, Annie Hall, interpretada por Diane Keaton, cambió todos los conceptos del estilo y la feminidad, mezclando el look masculino informal e inspirando a cientos de mujeres a llevar los pantalones bien puestos con chalecos y camisas de rayas, calzonarias y sombrero.
Hoy vemos a las mujeres ejecutivas llevando las prendas básicas masculinas como el blazer, el chaleco, los trajes completos, camisas y corbatas, como parte de su clóset inteligente. Diseñadores como Tom Ford, Stella McCartney, Calvin Klein, Yohji Yamamoto o Heidi Slimane, con chaquetas con hombreras ochenteras y sus característicos pantalones pitillos que todas quieren usar. Todos ellos aman empoderar a la mujer diseñando prendas amplias bien cortadas, basadas en el patronaje del arte sartorial masculino. Definitivamente, la moda es masculina.