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Perder el empleo no es perder la vida

En época de crisis hay que estar preparado para contingencias no tan gratas. La peor es quedarse sin trabajo.Pero incluso esa calamidad puede ser una oportunidad.

Por Redacción Cromos

26 de octubre de 2010

Perder el empleo no es perder la vida

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Desde el lunes pasado Pedro perdió su lugar en el semáforo de la 19; los chocoanos mandarineros lo sacaron a empellones, por más que Pedro se resistió y hasta les lloró en nombre de su familia y de los 25.000 pesos diarios que sacaba para pagar la pieza y la comida. María Clara, la gran ejecutiva, que por años fue conocida como “la dama de hierro” por su carácter fuerte y decidido, fue despedida de la multinacional. El adelgazamiento de la empresa para sobrevivir a tiempos de crisis y la gestión de cambio, para la fusión con otra compañía, le costó el puesto.

Ambos son cabezas de familia. Pedro, el limpiavidrios del semáforo, y María Clara, la yuppie petrolera, son víctimas de la misma tragedia: perder el empleo. Juntos padecen una angustia sin límites que los tiene al borde de una crisis profunda. Pedro lucha en cada esquina por un lugar, y no se da por vencido; inventa maneras diferentes de salir adelante. María Clara prepara las hojas de vida, asiste a interminables entrevistas y a eternos “nosotros le estaremos avisando”. Ambos coinciden en la esquina de una calle vacía: él no se puede dejar caer, se da ánimos y se manda contra un nuevo parabrisas. Ella, malhumorada y deprimida, mueve las plumillas del parabrisas y acelera. Sus ojos se cruzan un segundo, se reconocen, son dos colombianos desempleados, entre los millones que tiene nuestro país. Uno, motivado y en la lucha; la otra, derrotada y cansada. Una misma historia y dos actitudes diferentes.

El empleo y la dignidad

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Perder el empleo no es perder la dignidad, ni el honor, ni el amor propio. Para muchas personas el empleo es uno de los generadores de estrés más grandes después de la muerte de la pareja, o de un hijo. Junto a la separación matrimonial, la pérdida de empleo es una verdadera catástrofe, que afecta lo más profundo de la estructura psicosocial de la persona, con grandes repercusiones en el organismo, que van desde una baja en el sistema inmunológico hasta una depresión mayor, ataques de pánico, adicciones y trastornos de sueño y alimenticios. Es una espiral descendente que termina arrastrando a la persona a un enorme caos.

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Sin embargo, y contra todas las apuestas, tenemos una gran capacidad de sobreponernos a la crisis del desempleo. He aquí algunas alternativas.

Haga el duelo

Acepte la nueva realidad de su vida. Toque tierra, no se deprima. Recoja de casa cuanta chuchería, calendario, lápiz, pisapapel le recuerde a la empresa anterior y bótelo; regale la camisa barata de la convención y descuelgue los 4 ó 5 valores corporativos que tienen todas las empresas: Trabajo en equipo: en montonera fue que lo botaron; Innovación: por las nuevas tecnologías lo reemplazaron; Excelencia: no sobrevivió al ISO 9002, y Honestidad: fue lo que usted experimentó cuando se le vinieron por atrás y lo dejaron si chanfa. Deje de pensar en qué estarán haciendo ahora, rompa los lazos de dependencia, abrace un nuevo mundo: conozca gente, cambie de ambiente, deje los “porqués” y reflexione sobre los “paraqués”: ¿Cómo hacer para que este dolor tenga sentido en mi vida? ¿Qué necesitaré cambiar, mejorar, incluso dejar atrás? Viva su mundo emocional, permítase por unas semanas la rabia, el dolor y el profundo desengaño, pero no personalice, no necesitamos un mártir sino una persona dispuesta a dejar huella en su árbol genealógico como alguien que activó en la familia la capacidad de resurgir.

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Reorganice sus finanzas

El desempleo conlleva una disminución de los ingresos y, por tanto, produce cambios en el estilo de vida. Acepte los movimientos radicales en la forma de vivir, pues se vive con la incertidumbre de no saber cuánto tiempo durará esa situación, por eso es mejor ser precavidos y reducir drásticamente los gastos. Haga un programa financiero muy sobrio. Perder el empleo es perder estatus, no aparente lo que no tiene, prepare a la familia, invite a todos a ahorrar pero sin castigar la autoestima. Elija creer, confiar, pensar de manera sana y seguir luchando.

Deje la vergüenza

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La persona desempleada suele sentirse avergonzada. Antes de que le pregunten en qué trabaja, cuéntele a la gente su situación; escúchese hablando de sí mismo: si ya superó el duelo, no se escuchará víctima, ni fracasado, hablará de sus talentos, de sus capacidades. Si sigue pegado a la crisis, se oirá como un perdedor, culpabilizando a otros de su situación. Todo líder es responsable de su situación. La intensidad con la que cada quien se recupera dependerá de diversos factores como la edad o el tiempo que lleve desempleado, pero es vital recuperarse a sí mismo, ser uno mismo vende, proyecta autoconfianza y demuestra que usted tiene una buena capacidad para resolver los conflictos.

Deje la sensación de fracaso

Saque de todas sus agendas el fracaso como opción, abandone la derrota, la sensación de haber fallado; no deje que los matasueños lo debiliten, aléjese de los perdedores, huya despavorido de las víctimas, antes de que lo contagien. Recuerde que no somos un puesto de trabajo, que no somos un salario, que no somos una empresa. Uno es lo que sueña, lo que cree, lo que puede llegar a aspirar y eso no se pierde ni es negociable. Uno no fracasa en su interior cuando pierde el empleo. Adentro están la dignidad, el honor y los verdaderos valores que hay que proteger. Así también debemos proteger de nuestras crisis a la gente que amamos.

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Deje el sentimiento de culpa

No piense que lo echaron porque no era suficientemente bueno en el desarrollo de sus funciones. Tenga en cuenta los factores externos que han llevado a la empresa a esta decisión. Usted no es el ombligo del mundo para lo bueno, tampoco para lo malo.

Arme un nuevo proyecto de vida

Si nada de lo anterior funciona, entonces use una porción grande de disciplina y elabore un proyecto de vida. Salde los conflictos emocionales y póngase a evaluar sus capacidades, conocimientos, experiencias y aptitudes. Pregúntese y busque cómo puede potenciar al máximo sus calidades profesionales, su comunicación. Ahora que tiene tiempo, estudie lo que le falta, innove en su imagen, recupere su salud, su vida, acérquese a la gente que ama y fortalezca su red de apoyo. Busque ofertas de empleo para funciones similares a las que estaba realizando sin dejar de estudiar otras posibilidades ante un cambio de rol. No se cierre, no se rinda, prepárese para que su nuevo empleo no lo coja en la misma situación o aun más deteriorado.

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 Todo depende de usted.

 Saque de todas sus agendas el fracaso como opción, abandone la derrota, la sensación de haber fallado; no deje que los matasueños lo debiliten, aléjese de los perdedores, huya despavorido de las víctimas, antes de que lo contagien.  

Por Redacción Cromos

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