
Watinee Chaithairasakul, cofundadora del proyecto "Belleza entre rejas" iniciado hace tres años junto a una antigua prisionera política, prepara pintalabios para presas en Bangkok. / Foto: EFE
En las atestadas e insalubres celdas de las cárceles de mujeres de Tailandia, el pintalabios se ha erigido como un símbolo de dignidad para las presas.
"El pintalabios ayuda mucho a mejorar su estado mental (...) les hace sentirse vivas", asegura a Watinee Chaithairasakul, escritora del blog de estilo de vida Siswalk Sistalk y cofundadora del proyecto "Belleza entre rejas" iniciado hace tres años junto a Prontip Mankhong, una antigua prisionera política, con el propósito de mejorar la vida de las reas en un país con una población carcelaria de más de 47.250 mujeres.
Pequeños mercados de abastos, ubicados dentro de los recintos penitenciarios, les permiten a las mujeres acceder a bienes del exterior por un importe superior al normal, sin embargo, en estos frecuentemente están ausentes los accesorios de belleza -disponibles solo en el mercado negro y a precio de lujo-.
Después de descartar otros materiales, Watinee y Prontip coincidieron en enviar pintalabios a prisión: un maquillaje accesible y fácil de reciclar.
"El pintalabios es un símbolo de lucha y dignidad para la mujer (...) Cuando (las presas) empiezan a maquillarse y se miran al espejo, se siente vivas. También sirve para iniciar conversaciones sencillas con los familiares que las visitan", asegura Watinee, que además cuenta que este proyecto ha contribuído a disminuir las peleas entre las reclusas, el 80 % de ellas condenadas por delitos de drogas.
Donaciones a través de las redes sociales
Una vez al año, Watinee solicita en las redes sociales la donación de pintalabios usados, que serán esterilizados y reciclados para enviarlos a las cárceles. Luego, tras cortar los extremos de la barra, dividen el material conforme a las diferentes tonalidades y las funden en un puchero "como si fuera chocolate".

"Los colores pálidos son los más demandados por las presas, aunque las más jóvenes también les gusta los rosados", explica mientras amasa con una pala pastelera el espeso líquido en un improvisado laboratorio en su casa de Bangkok
La pasta que se forma durante el proceso es colocada en pequeños tarros de plástico transparentes, para que los guardias puedan examinar que no intentan introducir otros materiales en el recinto, y son enviados a cárceles a lo largo del país
"A través de este proyecto además enviamos un mensaje a la sociedad para promover los derechos humanos y ayudar a que la gente se de cuenta que las presas también tienen sus derechos (...) entre ellos el derecho a la belleza", remarca la tailandesa
El proyecto amplió en 2018 el envío de productos a jabones, geles de ducha y cepillo de dientes.
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