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¿Por qué nuestra pareja deja de amarnos?

El orientador Albert Espinola cree que el límite entre el amor sano y el apego o aferramiento, es la creación de vínculos obsesivos hacia la persona que tenemos al lado.

Por vía EFE

20 de abril de 2015

¿Por qué nuestra pareja deja de amarnos?

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¿Por qué nuestra pareja deja de amarnos? Para Albert Espinola, esto sucede debido a que nos volvemos esclavos de esa persona por miedo a perderla; queremos saber todo de ella en cualquier momento y, si no es así, sentimos que sufrimos y estamos perdiendo algo. Sentimos celos, rabia, soledad y muchas sensaciones que nuestra pareja en realidad no está provocando sino nosotros mismos, sumergidos en este aferramiento en el que vivimos.

 

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"El problema del aferramiento no reside en el exterior, sino en nosotros, y en nuestra forma de ver el mundo y la vida, ya que pensamos que todo lo que tenemos apresado se tiene controlado, seguro y en posesión” Albert Espinola.

 

El límite entre el amor y el apego o aferramiento, reside en el desarrollo y la creación de vínculos obsesivos hacia la persona que tenemos al lado. Cuando se dice ‘mi vida sin ti no tiene sentido’ es que algo no va, o no irá bien en la relación. Es un síntoma que indica que se pasa de amar a poseer.

Espinola cree que en algunos casos puede existir incluso un vicio o adicción, en donde la persona que desarrolla el apego siente, firmemente, la necesidad de tener contacto permanente con la otra persona en cualquier momento, sea por autorrealización, por seguridad o por obtener un placer que crea una felicidad falsa y, tal vez, enfermiza.

Para que una relación funcione desde el principio, este experto recomienda básicamente aprender a vivir la vida y las cosas de pareja sin necesitar de ellas, ya que nuestro compañero no es de propiedad nuestra, sino alguien con quien vivimos un viaje de vida.

 

En busca solo del amor

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Para evitar aferrarse al otro, es aconsejable desarrollar periodos de distancia o ‘ayunos’, y aprender a vivir sin ese control enfermizo por todo, aunque, Espinosa cree, que la mejor vacuna contra el aferramiento sería vivir sin miedo a morir, sin necesidades innecesarias, con amor propio y dándose cuenta de que la soledad no es mala.

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Lo que no es bueno, de acuerdo a este escritor, “es no conocerse a uno mismo y temer al hecho de quedarse solo, porque si te amas a ti mismo, no temes a perder nada ni a nadie; siempre te tienes a ti y esto es, casi, lo más importante”.

Si detectamos que estamos perdiendo a nuestra pareja por haberla amarrado demasiado, Espinola recomienda ponernos a nosotros mismos en cuarentena personal, no tanto para ir a una terapia, sino para crearnos nuestra propia terapia:

"Hay que darse cuenta del problema y buscar el camino de la ética y la razón, la senda de la coherencia y la humanidad, el camino de la estima propia y la recuperación de nuestra dignidad”.

Para Espinola el problema del aferramiento no reside en el exterior, sino en nosotros, y en nuestra forma de ver el mundo y la vida, ya que pensamos que todo lo que tenemos apresado se tiene controlado, seguro y en posesión:

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“Entonces, para recuperar ese amor o a esa persona que decimos y creemos amar, lo primero que deberíamos hacer es amarnos a nosotros mismos para comprender qué es el amor y entender en su verdadera dimensión lo que significa realmente amar”.

Si nuestra pareja está en riesgo por nuestro aferramiento, “la recuperaremos el día que seamos felices con nosotros mismos, porque de este modo amaremos la felicidad de nuestro compañero de vida y amaremos, tanto su felicidad como la nuestra”, señala Espnola autor del ‘e-book’ “El inicio”.

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Un ejercicio de conciencia: “el anillo”

 

"El verdadero amor es llevar el anillo en la palma de la mano, como símbolo del amor libre, sin que quede la marca del aferramiento enfermizo"  Albert Espinola.

 

“Soltar el apego está en nuestras propias manos”, afirma Albert Espinola, refiriéndose a un sencillo ejercicio para tomar consciencia de lo que representa el aferramiento en la pareja y sus efectos.

“Tome un anillo y póngalo en el centro de su mano. Simboliza a su ser amado, al cual usted sujeta firmemente y no quiere perder. Lo natural es sentir ganas de cerrar el puño y mantenerlo apretado y bien sujeto para sentir que es nuestro. Haga la prueba”, sugiere.

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Según este ‘coach’, este es el modelo en el que vivimos cuando queremos tenerlo bien sujeto y, si durante las próximas 24 horas intentamos apretar este objeto para no perderlo, con el tiempo nos daremos cuenta de que nuestra mano no aguanta. Nos estamos haciendo daño.

Si el anillo fuera un chocolate, acabaría totalmente deshecho y aplastado, y si fuera un ser vivo, probablemente se sentiría prensado, agobiado y dolorido, de acuerdo a este experto.

“Es mejor voltear la mano con la palma mirando al cielo y abrir el puño cerrado con los dedos bien estirados. Así, el anillo sigue permaneciendo en el centro de nuestra palma y uno siente alivio porque ha dejado de apretar”, prosigue Espinola.

De acuerdo a este asesor emocional, trasladado a la pareja, esto simboliza que nuestro ser amado sigue con nosotros y no lo hemos perdido, sino que está acariciando aún nuestra piel y sigue junto a nosotros por amor.

"Con este ejercicio y modelo de vida y de pensar, los dos miembros de la pareja ganan y pueden empezar una nueva vida sin aferramiento, y con más felicidad", concluye Espinola, quien aconseja recordar que “¡Querer es poseer y sufrir. Amar es soltar y ser libre!”.

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Por vía EFE

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