Surgió entonces entre los almacenes la idea de enviar a las oficinas a expertos en moda que les hicieran a los ejecutivos propuestas de vestuario en las horas que tenían libres. El asunto funcionó. Y entonces los almacenes saltaron a los clósets de los presidentes de compañías y les organizaron la vida. Ahí nació la “personal shopper”, es decir, la persona encargada de buscarnos el atuendo ideal para nuestra personalidad y nuestro cargo, sin necesidad de que salgamos de la casa o la oficina. Hoy no hay diva, actriz, cantante, mujer ejecutiva, política o empresaria que no acuda a este servicio personalizado.
Existe una gran diferencia entre “mirar” y “observar”. Muchos de nosotros entramos a una tienda a deambular y a buscar sin saber qué es lo que realmente nos hace ver mejor. A veces nos arriesgamos y llegamos al vestier, donde esperamos encontrar la verdad. Nos enfrentamos a nuestros defectos pero también a nuestros atributos y logramos el look ideal para nuestra personalidad y estilo. Pero es más frecuente que salgamos más confundidos que cuando entramos, luego de ver tanta ropa, tantas tendencias, colores y texturas, y sin saber realmente qué nos conviene. En esto radica la secreta premisa de la moda, fluctuante siempre entre ser y parecer.
El sueño de todo ser humano es no tener que preocuparse por nada en la vida. Lo ideal sería despertar cada mañana y tener al frente el atuendo perfecto que realce nuestra figura y nos esconda los defectos. Soñar no cuesta nada. Muchos piensan que eso depende de la cuenta bancaria. Tal vez en otra época el status económico tenía mucho que ver con las ayudas externas que se pudieran obtener en la vida. Pero ya no.
Un “personal shopper”, con sus conocimientos sobre el tema de la moda, nos observa, nos detalla, se fija en nuestros movimientos, en nuestra edad, estatura, peso, tono de piel y pelo. Esa persona se convierte en nuestro espejo, ese que realmente necesitamos para poder vestir de una forma exitosa para triunfar.
Un “personal shopper” no está en las tiendas para vender más, sino para asesorar a conciencia sobre lo que más conviene al consumidor. El asesor investiga, habla con cada persona sobre sus intereses, oficio y aspiraciones. Cómo ir bien a un grado, a una fiesta, a un matrimonio, a una primera entrevista de trabajo, a conocer a los suegros, en fin… tantos momentos memorables en los que necesitamos usar algo muy especial y acertado.
A la velocidad con que pasan los días, y con la total invasión de un mundo tecnológico lleno de información, hoy es mucho más sencillo encontrar ayuda en casi todos los campos. Si hablamos de moda, por ejemplo, la idea de tener una persona especializada en guiarnos en el campo de la imagen para sacar el mejor provecho de nuestro físico y personalidad, se asemeja a la de un “hada madrina” como la de la Cenicienta, que la transformó para ir al baile a conocer a su príncipe azul. Esa fue, tal vez con el Pigmalión de la historia de My Fair Lady, Henry Higgins, dos de los primeros “personal shoppers” que se recuerden.
Actualmente, las mujeres pueden disfrutar de toda una tendencia de colores otoñales, estampados animales y texturas como el camel, el flanel, la lana gruesa inspirada en el campo inglés y el tejido de punto liviano, drapeado y muy femenino. El arte sartorial de los dandies ingleses ha invadido la tendencia para cerrar el año 2010 llenando a la mujer de abrigos, de chaquetas muy bien cortadas, de chalecos y pantalones para llevar con tacones muy altos para darle todo su poder y majestad. La “personal shopper” sabe que el rojo es el color del momento, que el encaje es el material más sensual y perfecto para un traje de coctel o una recepción muy formal, y que la falda y la chaqueta negras son indispensables para un clóset. Todos esos consejos son ideales y bienvenidos sin costo alguno.