Quejarse parece algo natural. Después de todo, ¿quién no ha expresado su frustración por un mal día, el tráfico o una situación desafortunada?
Sin embargo, lo que parece una conducta inocente puede convertirse en un hábito perjudicial cuando se hace recurrente. Más allá de liberar tensión, quejarse constantemente puede tener efectos devastadores en la salud física y mental.
Sigue a Cromos en WhatsApp¿Qué hace la queja en el cuerpo?
Un estudio de la Universidad de Stanford reveló que dedicar al menos 30 minutos diarios a quejarse puede alterar significativamente el cerebro, dañando las neuronas del hipocampo, una región esencial para resolver problemas y mantener la memoria. Esto, sumado a la liberación crónica de cortisol, la hormona del estrés, crea un cóctel perjudicial que impacta desde el estado de ánimo hasta la capacidad cognitiva.
La repetición constante de pensamientos negativos refuerza circuitos neuronales que predisponen a un enfoque pesimista de la vida. Esto no solo intensifica la insatisfacción personal, sino que también puede llevar a la ansiedad, la depresión y la fatiga mental. En pocas palabras, quejarse no solo afecta a quienes rodean a la persona negativa, sino que también mina su salud desde adentro.
¿Cómo afecta la queja a las relaciones sociales?
La queja tiene su función evolutiva. Según María J. García-Rubio, experta en neurociencia, sirve como un mecanismo de afrontamiento que libera tensión y busca validación. Pero cuando se convierte en un hábito constante, el cerebro se acostumbra a enfocarse en lo negativo, lo que perpetúa un ciclo difícil de romper.
Además de los efectos mentales, las quejas crónicas pueden afectar las relaciones interpersonales. La negatividad constante desgasta vínculos sociales y genera una barrera emocional que dificulta el apoyo mutuo. Al rodearnos de este tipo de interacciones, corremos el riesgo de convertirnos en “vampiros energéticos”, aquellos que consumen la energía de los demás con su actitud negativa.
¿Cómo combatir el hábito de quejarse?
Romper este ciclo es posible con estrategias sencillas pero efectivas:
- Practicar la gratitud: dedicar unos minutos al día para reflexionar sobre lo positivo puede contrarrestar el enfoque en lo negativo.
- Identificar soluciones: en lugar de centrarse en el problema, buscar formas de solucionarlo fortalece el control personal.
- Redefinir el lenguaje: ser más consciente de las palabras utilizadas puede cambiar la perspectiva de una situación.
- Establecer límites: evitar interacciones basadas exclusivamente en quejas promueve relaciones más sanas.
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De esta forma, el poder de transformar una vida llena de quejas reside en pequeños cambios diarios. Practicar gratitud, modificar el lenguaje y rodearse de ambientes positivos no solo mejora el estado de ánimo, sino que también protege el cerebro y fortalece las relaciones.
Si bien es natural quejarse de vez en cuando, convertirlo en una forma de vida puede ser costoso. ¿Es momento de dejar las quejas atrás y enfocarse en lo positivo? Tu salud mental y física te lo agradecerán.
