¿Sabemos lo que comemos?

No estamos acostumbrados a hacer preguntas sobre lo que llevamos a la boca. Es hora de estar más atentos cuando visitamos el supermercado.

Por Natalia Roldán

14 de marzo de 2018

¿Sabemos lo que comemos?
¿Sabemos lo que comemos?

Piense en la deliciosa hamburguesa que comió la semana pasada. La carne estaba jugosa; el pan, blando; y el tomate y la lechuga, frescos. No tenía demasiada salsa, pero tampoco le faltaba. La mezcla de todos los ingredientes conformaba bocados perfectos. Después de esa exquisita experiencia gastronómica, ¿qué diría si le contáramos que ese manjar estaba preparado con carne de caballo? Posiblemente no sea su caso, pero ocurrió en la Unión Europea hace cuatro años. Irlanda dio la voz de alarma: cuatro grandes cadenas de supermercado retiraron de sus neveras las hamburguesas congeladas tras descubrir que contenían ADN equino. 

 

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Lo mismo ocurrió en otros veinte países que fueron víctimas de este fraude alimentario que minó la confianza de los consumidores para siempre. "La gente cree que la comida que compra en las tiendas es segura. Y cuando hablo de seguridad alimentaria, me refiero a toda la cadena, desde el suelo en el que se cultiva un alimento hasta el empaquetado", citaba en ese entonces el diario El Mundo, de España, a Ladislav Miko, responsable de la Dirección General de Salud y Seguridad Alimentaria de la Comisión Europea, que a partir de ese momento intensificó los controles y cambió ciertas normas.

 

Este caso solo es una muestra de que la mayoría de nosotros no sabemos qué comemos. En ocasiones se debe a engaños profesionales, como ese del que fue víctima Europa. A veces es simplemente falta de curiosidad o ingenuidad: no se nos ocurre que lo que indica la etiqueta sea falso. Y, con mucha frecuencia, nuestra ignorancia es producto del lavado cerebral que nos ha hecho el mercadeo.

 

Víctimas de la publicidad

 

En 1977 se puso de moda la dieta baja en grasa, impulsada por Estados Unidos. Los productos dietéticos empezaron a aparecer por todas partes y promovían la idea de que eran más saludables. Si no queríamos engordar, eso era lo que debíamos incluir en el carrito de mercado. “Los alimentos son desagradables cuando les quitas la grasa, saben a cartón –explica Robert Lustig, profesor de Pediatría de la Universidad de California, en el documental Fed Up, que estudia la crisis de las dietas con exceso de azúcar en Estados Unidos–. La industria de los alimentos lo sabía y tenía que hacer algo para que la comida supiera sabrosa, entonces ¿qué hicieron? Agregaron azúcar”. 

 

Redujeron la grasa en un 50% y duplicaron el dulce, que, de acuerdo con Lustig, si se consume en exceso le envía señales equivocadas al cerebro, que empieza a pensar que tiene hambre todo el tiempo. Por esta razón, como lo explica el documental, los jóvenes con sobrepeso en Norteamérica no adelgazan, a pesar de hacer ejercicio y consumir solo alimentos bajos en grasa. Han sido víctimas del mercadeo, que los llevó a creer que lo correcto era buscar la mayonesa ‘dietética’ en el supermercado.

 

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El mercadeo es poderoso. Y una encuesta que realizó el New York Times el año pasado lo demuestra. Les preguntaron a cientos de nutricionistas de la Sociedad Americana de Nutrición y a cientos de estadounidenses qué alimentos consideraban que eran saludables y cuáles no. Uno pensaría que, en general, unos y otros coincidirían, pero esto no ocurrió en todos los casos. Sí, tanto los expertos como el público piensan que las manzanas, las naranjas y la avena son saludables, pero hay muchos productos en los que no se ponen de acuerdo. Por ejemplo, para la población, en general, una barra de cereal es un 71% saludable; los nutricionistas, por el contrario, dicen que es un 28% saludable. Esto se debe, principalmente, al mercadeo. La publicidad nos ha dicho que esas barras de cereal son maravillosas en todo sentido, pero según los expertos no lo son tanto.   

 

Para la muestra, un botón

 

Al avanzar en este texto tal vez ha pensado: “No, a mí no me engañan”. Así que aquí le dejamos una pequeña prueba para que confirme qué tanto sabe sobre lo que come y para que, a partir de este momento, esté más atento. 

 

Leche de almendras

 

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Es la bebida del momento. Para los intolerantes a la lactosa es un sueño hecho realidad, porque pudieron volver a comer cereal y a tomar café latte. Muchos la consumen porque siguen una dieta vegana o porque tienen la idea de que es más nutritiva que la leche de vaca, gracias a las almendras, conocidas por tener un alto nivel de proteínas y vitaminas. Es deliciosa, pero podríamos decir que su nombre no es del todo acertado, ya que según estudios realizados en el Reino Unidos (y citados en el portal Business Insider), la bebida contiene solo un 2% de almendras. Por lo tanto, si una manotada de este fruto seco tiene 160 calorías y 6 gramos de proteínas, una taza de su leche contiene 30 calorías y solo un gramo de proteína.

 

Jugo en botella

 

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Nos han hablado tan mal de las gaseosas que, en pro de una vida más saludable, hemos decidido hacer un giro hacia los jugos. Sin embargo, la mayoría de ellos no se diferencian en gran medida de una bebida carbonatada. Para que los jugos duren en los estantes deben pasar por un proceso de pasteurización que mata las bacterias, tanto las malas como las buenas, así que destruye vitaminas, minerales y enzimas que favorecen la digestión y otras funciones corporales. Para rematar, si mira con atención, con frecuencia encontrará que solo llevan un 30% de fruta y una enorme cantidad de azúcar, razones por las cuales el Baylor College of Medicine encontró una relación entre el consumo de jugos y el aumento del azúcar en la sangre, de los triglicéridos y de la presión arterial. Por eso, la mejor opción es hacerlos en casa.  

 

Avena cubana

 

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¿Alguna vez ha preguntado qué contiene esa deliciosa bebida con la que se cruza en el supermercado y a la que no se puede resistir? Bueno, tiene todo menos avena: almidón de yuca, canela, esencia de vainilla, leche entera, en polvo y condensada. La preparación cambia según quien la haga, pero ninguna receta original lleva avena. 

 

Kumis

 

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¿Les da esta bebida a sus hijos porque es rica, divertida y nutritiva? La próxima vez que lo vaya a hacer piénselo dos veces. Un gramo deKumis tiene más zúcar que un gramo de Coca-Cola (0,14 gramos frente a 0,10).

 

Fotos: iStock. 

Por Natalia Roldán

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