
Para la columnista, "cuando escogemos a alguien para depositar nuestra confianza, y esperamos algo de vuelta, es cuando se dan
las grandes desilusiones y dolores”.
Las desilusiones pueden pasar con la pareja, familiares, amigos, socios o hasta con el médico que no logra lo que prometió. Entender por qué eso pasa es clave para evitar decepcionarse y, sobre todo, para que nosotros no desilusionemos a otras personas.
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Los seres humanos somos contradictorios, amamos y odiamos, deseamos y no satisfacemos, y cambiamos de opiniones constantemente, así como se alteran las situaciones de la vida a cada momento. Esperar una constancia en actitudes y pensamientos es arriesgado, así la otra persona sea íntegra e intachable. Confiar 100 % en alguien, incluso en uno mismo, es bastante osado y para nada recomendado.
Pero eso no significa que debemos ser pesimistas o eternos desconfiados, no podemos crear una distancia muy grande y forjar una incapacidad de relajarse con los otros, dejando de abrirse a conocer solo porque nada es constante en ninguna persona. Quizá nuestro gran error sea confiar, lo que implica una entrega total, cuando deberíamos solamente apostar, que es dar la oportunidad de ganar, pero sabiendo que también se puede perder. Cuando apostamos realmente estamos analizando y podemos aterrizarnos a la realidad sin mayo-res idealizaciones.
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Apostar, en definitiva, es dejar de depositar todas nuestras certezas, porque sabemos que hay una probabilidad, por lo general del 50 %, de que podemos perder. Es entrar con los ojos abiertos y de manera más preparada para lidiar con la pérdida.
Nuestro día a día de por sí ya es una gran apuesta, sabemos que no siempre vamos a ganar, y por eso mismo aprendemos a aceptar la adversidad. Cuando es-cogemos a alguien para depositar nuestra confianza, y esperamos algo de vuelta, es cuando se dan las grandes desilusiones y dolores en la vida.
Autora de la columna: Flavia Dos Santos.