Se vale soñar un matrimonio austero y muy íntimo

Si es por las bodas a las que he asistido y por las que veo en redes sociales, me vuelvo pesimista y digo que nunca voy a tener dinero para dar este paso.

Por Boris Zapata

18 de junio de 2019

Pixabay

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Tirar la casa por la ventana es más fácil que ser realista, sobre todo en tiempos donde se quiere vender una imagen que no corresponde a la de nuestros bolsillos.

Nunca se había gastado la plata que se gasta ahora. Hoy queremos la moto que se compró Pepito, vivir las vacaciones de Pepita, los zapatos de X deportista y la boda de Sergio Ramos y Pilar Rubio. ¡Que la familia y la gente sepan lo bien que va el amor y las finanzas en un país que parece caerse a pedazos!

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No sé si hoy la gente se quiere casar más que antes. Creería que sí, una vez uno se va a vivir con la pareja, se siente como sol ardiente la presión familiar del "sí" al ritual. En mi caso, que estoy en concubinato, en reuniones dominicales se volvió lugar común molestarme porque no he “sellado” el amor a mi pareja con el anillo de compromiso y  la boda. Les sigo el juego a los tíos de mi novia, me río de la manida broma y de lo tradicionalistas que podemos ser en Colombia.

Una finca en las afueras de Bogotá, barata, cuesta alrededor de $100.000 la hora (También le puede interesar Cuatro lugares diferentes a la iglesia para celebrar una boda en Bogotá). ¿Cuánto tiempo necesita uno para celebrar una unión? ¿Tres horas? ¿Cuatro horas? ¿Cinco? Ya entrados en gastos, me gustaría una fiesta bailable, que mi matrimonio sea un pretexto para estar con amigos y amigas, sin que mi pareja y yo seamos el centro de atención.

Supongo que la comida y las bebidas demandan gran parte de los recursos. Déjenme soñar con una parrilla de la que salga todo el tiempo pedazos frescos de carne, mazorca, papa amarilla y papa pastusa. En vez de segmentar el almuerzo, la mediatarde y la cena, un delicioso asado me salva de gastar plata en exceso y, además, distrae el estómago. Un pedazo de cerdo y morcilla captan más rápido el apetito de la gente que un elegante plato con una proteína animal, ensalada y lo que sea que se sirva en los casamientos.

A grandes rasgos este sería mi matrimonio ideal. Calculo sesenta invitados, el día que escriba la lista voy a querer ver a los indispensables. Es decir, perro y gato no vendrán, haré lo que esté a mi alcance para que sean solo perros o gatos. Sin embargo, pensándolo bien, quisiera un casamiento civil en la mañana con un tiquete de viaje a un destino jamás pisado, a las 4:00 p.m. Que en vez de rumba, trago y comida, haya ciudades por conocer y litros de amor que dejar regado, lejos de gente conocida, solos ella y yo.

Por Boris Zapata

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