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¿Una aspirina contra el cáncer?

Con más de cien años en el mercado, la Aspirina sigue dando de qué hablar. ¿Por qué?

Por Felipe Rueda-Sáenz - Especialista en medicina familiar y preventina

02 de febrero de 2018

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Con más de cien años en el mercado, la Aspirina sigue dando de qué hablar. Es usada ampliamente como analgésico, antiinflamatorio, antipirético y, en personas mayores de 50 años, es utilizada en dosis bajas como protectora de riesgos cardiovasculares y cerebrovasculares, ya que evita la formación de trombos. El estudio más grande realizado hasta la fecha sobre la Aspirina en estas dosis, dado a conocer recientemente durante la Semana de Gastroenterología de la Unión Europea, en Barcelona, desvela aún más beneficios de este medicamento. El estudio, realizado por investigadores de la Universidad de Hong Kong, concluye que el uso a largo plazo de Aspirina puede reducir hasta en un 48% la incidencia de diferentes tipos de cáncer del aparato digestivo, como el de hígado, esófago, estómago, páncreas y recto, algo nunca antes visto. El documento incluye información de más de 600.000 personas a lo largo de diez años. Según los investigadores, los efectos protectores también podrían prevenir el cáncer de pulmón y ciertos tipos de leucemia, pero no genera ningún efecto sobre otros tipos de cáncer. Estos hallazgos han llevado a que la comunidad médica insista en la toma diaria de una aspirina de 88 mg, conocida como cardioaspirina.

 

LOS EXÁMENES PUEDEN SER DAÑINOS

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Un nuevo estudio, dado a conocer por la cadena de noticias americana CNN, revela una realidad hasta ahora poco conocida: muchos de los exámenes realizados en personas mayores pueden ser perjudiciales.  Aunque las pruebas de tamizaje han ayudado a aumentar la vida de miles de personas saludables y jóvenes, en el caso de los pacientes mayores no ocurre lo mismo.  La autora del estudio, la doctora Deborah Korenstein, explica que las pruebas de rutina producen una tasa altísima de ansiedad en adultos mayores que, en muchos escenarios, lleva a los pacientes a exámenes complementarios y tratamientos innecesarios, lo cual genera altos niveles de estrés. Según la investigación, los pacientes mayores de 80 años, muchos de los cuales presentan enfermedades crónicas –como dolencias cardíacas, mentales y pulmonares, entre muchas otras–, no se benefician de pruebas de control, seguimiento y tamizaje de enfermedades, ya que lo más probable es que los hallazgos no les generen problemas y mucho menos la muerte. La medicina moderna ha llevado a buscar insaciablemente enfermedades y, si bien es cierto que en personas jóvenes los beneficios sobrepasan los riesgos, en los mayores sucede lo contrario. Al realizar exámenes de tamizaje, por ejemplo, los médicos encuentran tumores y otras dolencias que no necesitan ser tratadas, pero con mucha frecuencia intervienen y generan más daño que beneficios. 

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Foto: Getty.

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