Una "coach" para encarar la corrupción desde los valores

Ella se define como experta en nada, pero ciudadana. Hija, esposa, madre, abogada y “coach”, Lina del Pilar Suárez hizo de sus dificultades de salud una motivación para luchar en favor de la transparencia, el respeto y la justicia.

Por Redacción especiales
04 de marzo de 2018
Lina Suarez, Abogada - 20/02/2018 - El Espectador  - Gustavo Torrijos
Fotografía por: GUSTAVO TORRIJOS
Gustavo Torrijos - El Espectador

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Fotografía por: GUSTAVO TORRIJOS

La corrupción causa efectos nocivos en la vida de los colombianos, pero más allá de los deberes del Estado para confrontarla, desde la exaltación de los valores éticos se pueden concebir fórmulas para ayudar en esa misión. El camino puede empezar con el análisis de múltiples comportamientos o visiones repetitivas en la sociedad, cuya incidencia contribuye a crear una atmósfera colectiva crítica, como lo explica la abogada y coach Lina del Pilar Suárez.

Desde su perspectiva de simple receptora cotidiana de noticias que documentan el paso voraz de la corrupción, ella cree que abundan las manifestaciones equivocadas que agravan el panorama. “Yo no me dejo, confunde y reinarás, somos vivos y echados pa' lante, aquí no pasa nada, esperemos a ver qué pasa, es culpa de la administración anterior, si todo el mundo lo hace por qué yo no”, son algunas de esas equivocadas expresiones de la cotidianidad nacional.

Basada en la metodología del psicólogo Edgar Schein y su trabajo para un doctorado en la Universidad de Harvard sobre cultura organizacional, Lina del Pilar Suárez sustenta el suyo en el desglose y evaluación de esas conductas o premisas, para demostrar cómo influyen en el contexto social o de qué manera contribuyen a deteriorar las instituciones o minar la credibilidad de los ciudadanos. Sus conclusiones están consignadas en su libro Notas profanas.

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Y llevan ese nombre porque representan un viaje reflexivo a lo que se informa a diario en los medios de comunicación en temas de corrupción, desde la perspectiva de una mujer que, a pesar de su sólida formación profesional y de su experiencia, se autodefine como “experta en nada, pero ciudadana, hija, esposa, madre, abogada y coach”. Súbitamente la vida le dio un giro de 180 grados, pero antes que rendirse, encontró la motivación para aportar y persistir.

De familia boyacense pero nacida y criada en Bogotá, desde sus días de juventud Lina del Pilar Suárez quiso ser servidora pública. Estudió Derecho pensando en el Estado. Lo hizo en la Universidad Externado a partir de 1986, en momentos en que este centro docente trasegaba el dolor por el inútil sacrificio de muchos de sus ilustres maestros en el holocausto del Palacio de Justicia, ocurrido en noviembre de 1985.

Entre los apremios de aquella época ensombrecida por el narcoterrorismo y la violencia, Lina del Pilar Suárez recuerda a los que califica como extraordinarios profesores. “La sapiencia del maestro Carlos Restrepo Piedrahíta, la calidad humana de Juan Carlos Esguerra, el talento pedagógico de Juan Carlos Henao”, destaca para hacer énfasis que esas enseñanzas fueron determinantes para acceder al mundo laboral con principios éticos claros.

Después de realizar su judicatura en Tunja, trabajó cuatro años como asesora jurídica del Instituto Financiero de Desarrollo en la Gobernación de Boyacá. En contacto directo con lo público, encontró su vocación específica: el trato con la gente desde el área de los recursos humanos. Por eso, cuando regresó a Bogotá como asesora de una entidad financiera, su gestión tuvo ese enfoque diferencial sin renunciar al Derecho.

Fue una larga década en diversas instituciones, dedicada  a su especialidad, a tal punto que en el año 2007 fue certificada como coach, tras cursar estudios  de gerencia en recursos humanos. Hasta ese momento, todo marchaba bien en su vida. Además conformó una familia, llegaron sus dos hijos y el tiempo era corto para atender sus exigencias profesionales y la proyección de su liderazgo.

Sin embargo, de la noche a la mañana empezó a sentir un cansancio inusitado. Sus conocidos le advirtieron que además arrastraba sin advertirlo el pie derecho. Cuando finalmente se decidió a frenar su exigente rutina laboral y hacerse unos chequeos médicos, tropezó con la aplastante evidencia que cambió su vida: tenía esclerosis múltiple. Sus músculos se estaban volviendo como de plastilina. La parálisis parecía asociada a su destino.

Fueron largos días de dificultades, pero con el respaldo de su familia y con una disciplina espartana, poco a poco recuperó las condiciones mínimas para no rendirse. Aunque fue necesario empezar a tramitar su pensión por invalidez, y pronto tuvo claro que sus sueños como profesional quedaban a medio camino, en su quietud obligada en casa, enfrentada al peso diario de las malas noticias, encontró su solución personal.

Así nacieron sus notas profanas. El resultado de cuatro años de esfuerzo intelectual para escribir un documento de sesudo análisis sobre los escenarios sociales repetitivos que también hacen parte del circulo vicioso de la corrupción. Como el comportamiento que toma forma tras la frase “yo no me dejo”, y que se traduce en sospecha colectiva a toda forma de institucionalidad, lo que demanda un proceso colectivo de reflexión sobre el valor de las leyes.

De igual modo, Lina del Pilar Suárez explica por qué detrás de la coloquial frase “somos vivos y echados p´alante” se esconden muchas conductas de burocracia ampliada, atajos ante los preceptos  o inseguridad jurídica. En el fondo, recalca ella, esta conducta lo que hace es desconocer la equidad, anular la preparación de las personas, impedir que haya transparencia o hacer que muchos ciudadanos no entiendan la urgencia de la igualdad ante la ley.

De igual modo, tras la manida reflexión “es culpa de la administración anterior”, la autora insiste que lo que provoca esta actitud es que se pierda la memoria institucional que construye país o que se tachen avances sobre experiencias vividas. La autora de Notas profanas manifiesta que aferrarse a esa salida, recurrente entre muchos gobernantes, posiciona la improvisación, la desconfianza o el despilfarro, planteando rutas equivocadas para un Estado.

“Si todo el mundo lo hace por qué yo no” se oye decir a diario, como una especie de resignación colectiva desde la perspectiva de emular lo que se sabe que está mal hecho porque incumple normas sociales que facilitan la convivencia, pero que igual se desarrolla sin mucha prevención, casi como una forma de sobrevivir. Lina del Pilar Suárez advierte que los valores éticos de la honestidad y el respeto no pueden ser negociables.

En términos generales, como lo recalca el director de la maestría en periodismo de la Universidad de los Andes, Ómar Rincón, que prologa la obra, Notas profanas de Lina del Pilar Suárez describe críticamente la cultura ciudadana y de lo público que hemos construido en Colombia a partir de los mundos que se representan en la información, pero que pueden ofrecer miradas distintas.

Es el esfuerzo de una mujer valiente que sabe que ahora tiene que dedicar mucho tiempo a las terapias de rehabilitación, a las sesiones de neurología o a la comida sana, pero que entiende que también sigue intacto su interés por creer en los equipos de trabajo, en la  gestión honesta, y en general en el recurso humano,  valor supremo de una sociedad.

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