El “poder casual” es, en el fondo, lo que todos quieren. ¿Cómo llegar a él? ¿Cómo vestirse para el éxito? No hay que distraer ni negar lo que verdaderamente somos y lo que podemos ofrecer con nuestra imagen.
La indecisión mata toda posibilidad; por ello la imagen debe reflejar seguridad.
Comencemos con los hombres. Deben tener en cuenta desde la ropa interior que maneje el sudor, hasta el nudo de la corbata, pasando por la comodidad de las prendas, el cuello de la camisa, la acertada combinación de zapatos, medias y pantalón y la elección de la chaqueta, que debe ser la que fluya sobre el cuerpo.
Si el clima es tropical, la camisa es la chaqueta del ejecutivo y debe ser impecable. Hoy en día y con mayor frecuencia, los hombres trabajan sin corbata. Para estar bien sólo con camisa, se debe estar muy bien producido por dentro; eso quiere decir blindado con una buena ropa interior, una camiseta que sea la que reciba el sudor.
Un cuello mal planchado o apretado, un nudo mal hecho, unas medias que no combinen o un pantalón demasiado corto, o largo, reflejan nervios e incomodidad.
En las mujeres el exceso de maquillaje y de accesorios, un mal manicure, la talla de la ropa (ropa muy apretada o muy alta), las transparencias, adornos como un cuello en piel así sea sintética, pueden ser el detonante de una respuesta negativa.
Menos es más, ya lo había dicho, es fundamental para lograr una entrevista exitosa: un maquillaje discreto, el pelo recogido, brillante, bien cuidado, sin raíces a la vista. El reconocido diseñador francés Hubert de Givenchy anotó alguna vez: “Las mujeres demuestran si se conocen o no, en la forma como llevan su cabello”. Unos aretes pequeños, las manos bien cuidadas, unas medias veladas discretas, sin arabescos, unos tacones de un alto manejable que permitan movimientos seguros y coherentes. Un sastre ejecutivo tanto para hombre como para mujer es ideal por muchas razones. Su corte sartorial de saco y pantalón o falda acompañan el cuerpo dando libertad de movimientos, cubriendo los defectos y realzando las cualidades. Una chaqueta bien cortada para la mujer en su primera entrevista es su mejor inversión porque la viste, le permite sentarse mejor y moverse con seguridad; si le suma la infaltable camisa blanca tiene un conjunto ganador que le asegura el buen desempeño en su entrevista.
La versatilidad y la creatividad deben existir en cada individuo para no vestirse como un autómata y verse igual a los demás. El estilo es la huella personal.
Para abordar ese tema existen muchos libros especializados en cómo llegar a ser un ejecutivo cinco estrellas. Según el gurú de la moda norteamericana Tim Gun –protagonista de varios programas de televisión y autor de varios libros–, “nunca hay una segunda oportunidad para causar una primera impresión”.
Un excelente candidato no imagina que si se equivoca con la escogencia de su atuendo, en solo 30 segundos su interlocutor lo puede descalificar sin escucharle la primera palabra.
Es justamente por eso que un repaso sobre nuestra fisonomía, cómo somos realmente, qué se puede ver mejor de acuerdo con la estatura, tonos, tamaño de huesos, peso y desde luego años, nos ayuda muchísimo a entrar en un diálogo directo con el lenguaje de la moda.
La autoestima sube como una aguja en un termómetro cuando una persona se siente cómoda con lo que lleva puesto. La seguridad aumenta y eso se refleja en la forma de caminar, en el discurso al dirigirse a sus compañeros de trabajo y desde luego en las relaciones personales. La vestimenta correcta pone la mente en el estado más productivo. Demuestra, de dentro hacia fuera, que nos queremos, nos preocupamos y nos conocemos para poder proyectar una imagen ganadora.
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