
La edad es, definitivamente, un tema mental. Son números que se van acumulando, pero no es lo mismo tener 25 que 55 años.
La moda tiene edad; el secreto es saber llevarla de acuerdo a nuestros años. El boleto más seguro para vernos mayores, es tratar de aparentar, con la vestimenta, que somos más jóvenes.
Una cosa bien distinta es tener 18 años y vestirse sin mirar, casi que sin encender la luz, con lo primero que encontramos en el clóset: jeans, camiseta y un hood o capucha. Sin maquillaje, sin peinarse, ¡NATURAL!
A los 18 años, todo fluye, todo vale y nos vemos ¡espectaculares! ¡Las prendas son prácticamente desechables! Es la edad del fin del uniforme que nos ha aprisionado casi por dos décadas en el colegio, y pasamos a la libertad y la rebeldía de la universidad, donde los jeans rotos y desteñidos, la mochila y los tenis se vuelven nuestra segunda piel.
De la universidad pasamos a las prácticas y las primeras entrevistas de trabajo, que requieren un código laboral estricto. No hay cuenta de banco, así que a buscar prendas económicas, viables y básicas, para vernos bien. Una buena cartera multiusos es el primer paso, con unos tacones que nos ayudarán en la presentación y la credibilidad a la hora de hacer las primeras visitas e intentos por un nuevo trabajo. El sastre que empodera y es necesario para enfrentarse a una primera entrevista.
Un blazer y un pantalón, con una camisa blanca que nos ilumine el rostro y el pelo recogido, dan una imagen seria y ganadora.
A los 30 años, ya con una carrera profesional andando, un escritorio y muchas responsabilidades, vienen los cambios en todos los sentidos. Lo primero que desechas son esas prendas que te han acompañado hasta ahora y escoges vestimentas más serias y femeninas que definirán tu estilo en el campo laboral.
Ya con un salario fijo, puedes darte ciertos lujos. Lo primero que se nota es la inversión en la cartera de marca. Y un buen reloj, que te da el aspecto serio. Lo mismo que una falda lápiz, recta y sexy, con camisas de seda y chaquetas cortas. El LBD, el uniforme de la elegancia, que es el vestidito negro que te va a acompañar de aquí en adelante para múltiples ocasiones. Texturas inteligentes que viajen bien y te acompañen en tus múltiples tareas de joven ejecutiva, sin olvidar el icono atemporal, que es una clásica gabardina para todos los cambios de clima.
