La moda siempre ha sido el máximo referente de los cambios sociales. Las transformaciones en la forma de vestir de las personas revelan lo que ocurre en la colectividad. Esa característica de la moda es lo que la hace fascinante: su valor como registro de la historia a lo largo del tiempo.
En la actualidad, durante el segundo decenio del siglo XXI, se respiran vientos de cambio. Se percibe una tendencia hacia la libertad y la autenticidad. El ADN del vestir de hoy tiene un toque especial, que no se había visto antes.
Hoy la moda es incluyente. La revelación del ‘vea ahora, compre ahora’ hace que la gran mayoría tenga acceso inmediato a la prenda que anhela, minutos después de la presentación de las colecciones en las pasarelas de los diseñadores. Ya no hay que esperar. Por otro lado, en algunos países, gran parte de la economía se basa en la moda artesanal –fabricada en pequeños talleres, no en gigantescas fábricas inhumanas–. Moda artesanal y manual, donde la inmediatez no tiene lugar. Estas visiones dispares de la industria nos conducen a un nuevo horizonte.
Además, el negro como el color clave de la moda debe ser reemplazado por el verde. El color de la naturaleza y de los productos orgánicos y biodegradables. Debemos ser conscientes de comprar ropa elaborada en condiciones de trabajo dignas y en fábricas donde no haya explotación de mano de obra infantil. Hoy las prendas deben contarnos su historia. Debemos conocer de dónde vienen. Si todos cambiamos la actitud y hacemos un aporte, lograremos transformaciones.
Las grandes superficies mandan en el mercado. Permiten la democratización de la moda, ya que llegan a todos los estratos. H&M, con los diseños del ícono japonés Kenzo, arrasó. Lo mismo ocurrió con la gran diseñadora antioqueña Olga Piedrahíta y su hija, Daniela Lafaurie, quienes se aliaron con almacenes Éxito y presentaron una colección hecha con sus manos, inspirada en los páramos, la flora y la fauna de nuestro país.
En la actualidad, el lenguaje de la moda habla de otros parámetros, como el de la sostenibilidad. La industria debe tener claro que los recursos se están agotando, y que hay que tener muy en cuenta el cambio climático y la responsabilidad social.
Pero, ¿qué es sostenibilidad? Este término se puso sobre la mesa en la ONU, hace unos 30 años, y hace referencia al desarrollo que satisface las necesidades del presente sin comprometer el de las futuras generaciones. Por eso debemos evitar la ‘la moda rápida’, ese negocio que se basa en la economía de escala, la producción a bajo costo y la fabricación fácil, ya que estimula la idea de comprar por comprar y genera materiales tóxicos que envenenan ríos y gastan agua y energía. Es necesario repensar el modelo de negocio y usar las artesanías como fuente de inspiración.
Foto: cortesía Éxito, Ruven Afanador.