
Y entonces, ¿el tamaño importa?
- Tuve muchos años un compañero sexual con uno muy grande ¡y era terrible!
- ¿Y qué hacías? ¿Cómo lo llevabas?
- ¡Pues nada! Me lo aguantaba porque era mi novio, pero no lo disfrutaba.
Siete emoticones tristes, de esos que lloran con dos cascadas azules, se dibujaron después de leer esta frase en el chat que sostenía con una de mis amigas, fuente de inspiración para mis columnas. Bienvenidos a la desmitificación del tamaño del pene. Vamos por partes ¿Quién les dijo -además del cine porno- que entre más grande necesariamente es mejor?
Buena parte de mis encuestados respondió que la fantasía del penesote viene de las películas XXX. Claro, nos han mostrado de unos 30 años para acá unas especies con unos miembros colosales, y las mujeres “reventándose” de placer con estos muchachos que, en muchas ocasiones, hasta operados están. No los culpo, señores, pero amigos, les tiro un dato: es actuación, por eso les pagan, así que vayamos a la realidad, a la de polvos cotidianos, mañaneros, a los del día a día.
No voy a revelar una verdad absoluta, pero si un par de consejos que muchos han olvidado. Las mujeres quieren un pene que les calce. Si, como los zapatos. Que se ajuste a su forma, a su molde. Partamos de la certeza de que las mujeres también la tienen de diferente diámetro y profundidad. Así que es posible que dos personas no se entiendan en la cama porque sus dimensiones no cuadran.
Muchas afirmarán que lo prefieren grande a pequeño, incluso una de mis fuentes me confesó: “un día me fui para la casa con un italiano, nos desvestimos y se acabó todo, el tipo lo tenía tan pequeño que de entrada se me quitaron las ganas, yo pensé que nunca se le iba a parar”. Mientras que si la situación se presentara al contrario, y el italiano hubiera sido el portador de un pene a gran escala posiblemente mi amiga se habría santiguado, y con cierto temor, pero excitada al fin y al cabo, se habría entregado a las mieles del sexo.
Esa preocupación intensa, de hombres y de mujeres, por el tamaño del pene, nos deja ver que, en términos generales, consideramos el pene como el único responsable del placer ¿Y qué pasó con el sexo oral, anal, con la masturbación, con los besos en las zonas más excitantes, con la exploración? El sexo no es solo penetración, aunque no lo voy a negar, es más de la mitad del plato, pero un hombre o una mujer que no logran encajar sus órganos sexuales deben acudir a otros elementos disponibles para llevar a buen término un encuentro sexual.
“Puedes sorprenderte con un hombre de pene más pequeño que el promedio y que sin embargo te deslumbra con sus habilidades eróticas. En algunos casos no importa tanto el tamaño del barco sino lo bien que navega”, me quedo con esa última frase de mi amigo, el sexólogo Ezequiel López que siempre me saca una sonrisa con sus metáforas ¡Ahí está la clave! Si la naturaleza no ha dotado al hombre con un pene de buen tamaño este deberá esforzarse. Deberá ser el master chef del sexo oral, su lengua tendrá que parecer un conejito vibrador de pilas que no se acaban. Su talento para excitar tendrá que ser tema de conversación entre amigas, su desempeño será tan notablemente satisfactorio que incluso podrá llegar a opacar a algunos hombres naturalmente bien dotados.
Y ojo, no estoy hablando desde la ficción. Soy testigo de un caso de éxito. Un amor de esos que había dejado en fuego bajo y al que nunca le conocí sus partes íntimas, reapareció un día, hace mucho tiempo, con ganas de desempolvar el pasado. La escena empezó con mis prejuicios y con una erección que se me resbalaba en la mano.
“Pucha este es el pene estilo lápiz del que hablan mis amigas, delgado y largo ¿Qué voy a hacer?”, pensé.
Mientras meditaba si me desapuntaba el pantalón o le ofrecía mejor un trago en la sala, antes de que yo pudiera ejecutar cualquiera de mis planes el hombre se me abalanzó y de ahí en adelante recibí un sexo oral memorable. El tipo era un maestro, tenía una bola de fuego en la boca. No sé donde aprendió, porque además era joven, no sé si de ver tantos videos porno en Youtube se hizo el rey de la lengua, no sé y poco me importa. La única certeza es que el diámetro de su pene se me olvidó al instante, y el asunto de si me vine o no con la penetración no se me quedó en la memoria.
El hombre, consciente de su limitación, había desarrollado otro tipo de habilidades. Contrario a lo que le sucede con algunos de los que son portadores de grandes penes que tienden a relajarse y pensar que ya lo tienen todo porque tienen un pene enorme.
Para finalizar, vale la pena recordarles a las mujeres que las vaginas también tienen tamaños y nivel de profundidad diferentes (que exploraremos en otra columna), así que no hay que desanimarse con un pene que no es del tamaño promedio, y mucho menos lanzar comentarios peyorativos o mala onda a quienes lucen tamaños menores. Probar antes de emitir un juicio señoras, y si es el caso estudiar nuevas maneras de encontrar el placer.
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