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Alexandra Ladino, la fiscal que encarceló a los empresarios de Interbolsa

En 23 años de carrera, ha escalado, uno por uno, y con méritos, todos los peldaños en la Fiscalía y ahora es delegada ante la Corte Suprema.

Por Redacción Cromos

07 de marzo de 2017

Alexandra Ladino, la fiscal que encarceló a los empresarios de Interbolsa

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Por sus despachos han pasado desde los ladrones de celular, los militares de los falsos positivos, el expresidente Álvaro Uribe, hasta los empresarios que delinquieron en el mercado de valores. 

 

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Por: Gloria Castrillón, @glocastri 
Fotos: Daniel Álvarez, @daniel.alvarez9

 

Cuando empezó a ejercer su carrera, sin haber recibido aún el título de la Universidad Externado, Alexandra Ladino Pinzón fue asistente de fiscal...

 

 ...Como ella, la mayoría de las mujeres que trabajaban en la entidad lo hacían en ese cargo. Los fiscales eran hombres, sus asistentes eran mujeres. Pero la historia fue cambiando y en menos de dos décadas, la proporción se fue invirtiendo. Hoy, la realidad de una entidad como la Fiscalía General de la Nación muestra que un poco más de la mitad de los cargos están ocupados por mujeres.

 

Y muchas de ellas están en carrera, es decir, accedieron a sus cargos por concurso de méritos, compitiendo en pruebas de conocimiento. Y muchas de ellas están en altos cargos por por sus resultados, la misma razón por la que Alexandra Ladino es fiscal delegada ante la Corte Suprema de Justicia, el máximo cargo dentro de la escala de ascensos en la entidad. 

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Un ejemplo: en esa unidad de fiscales, encargada de investigar y acusar a funcionarios con fuero, de doce fiscales, seis son mujeres.  

 

“Esta ha sido una lucha hombro a hombro para obtener el reconocimiento y la credibilidad”, dice la dama de hierro, como se le conoce en la Fiscalía. Al comienzo suena extraño el sobrenombre, porque es una mujer de hablar pausado y tranquilo. No usa maquillaje, casi siempre se recoge el cabello y viste de trajes tipo sastre. No hay nada llamativo en su atuendo.

 

Pero al intentar acceder a ella para una entrevista, emerge una muralla fuerte y fría. No le gusta hablar con periodistas. Prefiere el bajo perfil, no quiere que le tomen fotos ni salir en televisión. No quiere que la reconozcan cuando va por la calle. No le interesa hablar de su trabajo, no quiere que le pregunten acerca de lo que hace.

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Al superar la muralla, ella deja claras las reglas del juego: no hablará de los procesos que tiene a su cargo. Al saludarla, se muestra como una mujer cálida, pero de pocas palabras, solo las justas y muy bien pensadas. No es gratuito. Bajo sus hombros está la responsabilidad de cargar con una carrera brillante de 23 años en una entidad de la que suele hablarse de funcionarios corruptos o que no cumplen con su trabajo. O de aquellos que logran puestos sin muchos méritos.

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La historia de esta bogotana es diferente. Cuando llegó el actual Fiscal General, Eduardo Montealegre Lynett, se encontró con su intachable hoja de vida, con un gran récord de desempeño y con la fama, que ya estaba consolidada, de mujer vertical, literalmente a prueba de todo. Decidió promoverla y la nombró delegada ante la Corte Suprema de Justicia, que para los entendidos es el mejor premio que se le puede dar a un funcionario a ese nivel. Y, para completar, la ha encargado varias veces en el despacho de vicefiscal general. 

 

Ladino también carga la responsabilidad de llevar uno de los casos simbólicos para la administración de justicia en este momento, el descalabro de Interbolsa, que además de impactar por sus cifras: 60 procesos derivados de la denuncia inicial; 24 personas involucradas inicialmente y 50 más que lo estarán en los próximos días; más de mil víctimas y una pérdida de dinero que sobrepasa los 370 mil millones de pesos; significa nada más y nada menos que la prueba de que en Colombia la ley no es solo para los de ruana.

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Cuando se le menciona que pasará a la historia por ser la fiscal que envió a la cárcel a una docena de poderosos empresarios, guarda silencio. No le gusta alardear de sus éxitos, pero sabe que esa afirmación es cierta. Y sabe que parte de la historia que ella está escribiendo quedará inscrita en la entidad, porque a partir de este caso la Fiscalía ha tenido que hacer cambios institucionales para responder a la astucia de los delincuentes que creyeron no dejar huella.

 

Porque fue ella la que después de estudiar durante varios días el proceso que le entregó el vicefiscal Jorge Fernando Perdomo hace dos años, le dijo, con la franqueza y frialdad que la caracterizan, que la entidad no tenía la capacidad ni el conocimiento para investigar los delitos que presuntamente habían cometido estos empresarios en el mercado de valores de Colombia.

 

—¿Qué necesita?, le preguntó Perdomo.

 

Y la doctora Ladino, la dama de hierro, le sacó una lista de requerimientos entre los que se encontraban la creación de un grupo de fiscales especializados, la creación de un grupo de policía económica y financiera, la capacitación de este personal, la asesoría de la Superintendencia de Industria y Comercio, la Superintendencia de Sociedades y la Bolsa de Valores.

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Fueron más de seis meses de estudio del expediente. Bajo su dirección, tres fiscales, siete funcionarios de policía financiera trabajaron sin descanso, incluyendo fines de semana, sin dejar de lado las otras responsabilidades que tenían. El resultado es tangible, hoy la Fiscalía cuenta con personal capacitado y herramientas jurídicas para perseguir delitos que ni se sabía que existían en el Código Penal y ya tiene en la cárcel a los máximos responsables.

 

 

Haciendo justicia

Su oficina como delegada ante la Corte es en realidad un pequeño cubículo en el octavo piso de un edificio vecino al búnker. Está lleno de pilas de expedientes y por eso prefiere que conversemos en otra dependencia del antiguo edificio del DAS, donde funciona el grupo especializado que ella creó y que dirige para investigar los delitos más sofisticados que se cometen en el sistema financiero.  

 

Allí, en un espacio más amplio y más iluminado reconoce que la prueba de fuego en más de 20 años de trabajo ha sido esta investigación que le dio la visibilidad de la que ella, a veces, reniega. Pero cuando se le pregunta por los casos que más la han impactado en su carrera, ella no duda en afirmar que los homicidios y los delitos sexuales la han dejado marcada.

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“Esas son las investigaciones que más me gustan porque normalmente afectan a las clases menos favorecidas y es gratificante saber que con la administración de justicia se puede evitar que un niño siga sufriendo un daño o que otra persona muera”, dice. 

 

La sensibilidad aflora, reconoce ella, cuando investiga casos de violencia sexual, porque las víctimas son, en su mayoría, mujeres y niños. Pero eso no le impide hacer bien su trabajo. “El compromiso es mayor”, repite. Y más cuando los victimarios la señalan y la descalifican por ser mujer. Muchos de ellos le han dicho, en su cara, que no confían en su trabajo porque creen que tendrá un sesgo en contra de ellos.

 

Después de haberse paseado por todo el Código Penal investigando y enviando a la cárcel a todo tipo de delincuentes, es inevitable preguntarle cuál de esos delitos le parece peor. 

 

“Los delitos sexuales ?responde sin dudar?. Es un tema gravísimo para una sociedad como la nuestra”. Pero también habla de los falsos positivos y se declara triste, porque los ciudadanos pierden la confianza en las instituciones y el respeto hacia sus autoridades. Y explica cómo el robo de celulares impacta tanto a la sociedad. “En realidad cada uno afecta a la comunidad de manera diferente”, concluye. 

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Por eso su obsesión ha sido responderle de manera oportuna al ciudadano que se acerca buscando justicia porque siente que le han vulnerado un derecho. No se atreve a afirmar que este sea el peor momento de la rama judicial. “Esa ha sido una situación constante”, sentencia. 

 

“Para uno es muy difícil atender el volumen de las demandas, hay jueces o fiscales con más de 800, 900 o 1.000 procesos. Administrar justicia en esas condiciones es muy complicado”, explica.

 

Entonces, la opción para un funcionario judicial es intentar resolver todos los casos ?y morir en el intento? o priorizar unos casos y dejar otros rezagados. “Ahí es donde empiezan las quejas porque la justicia no es eficiente, no es rápida, no soluciona”. 

 

— ¿Le ha tocado vivir esa situación?

 

— Una vez recibí 650 procesos, ahí vi que no podía darle respuesta a todo. 

 

— ¿Y qué hizo?

 

— Ahí se ve el compromiso de uno y el nivel de gerencia que tiene para ver cómo impulsarlos todos en el menor tiempo posible. Es que la gente tiene derecho a encontrar una solución.

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Y entonces, detrás de la dama de hierro, de la fría y exigente fiscal, se empieza a dibujar la mujer, la madre soltera que ha tenido que sacrificar tiempo de su hija, que se ha llevado trabajo para su casa los fines de semana, cuando sale tarde de la oficina preparando un caso o atendiendo una audiencia.

 

Lo reconoce, ese cacareado equilibrio entre la mujer trabajadora y la madre y ama de casa no existe. “Mi hija es la sacrificada, a veces se molesta un poco, reclama. Antes era difícil, pero ella ya entiende”, dice con algo de resignación. 

 

Hoy, la que tiene al frente ya no es la niña que reclama por una promesa incumplida. Es una adolescente que tiene el mismo sentido social de su mamá. Será abogada, según parece. No de otra manera se explica que además de hacer labor social en Soacha, su trabajo de grado del colegio sea sobre la trata de personas. 

 

— Ella me pregunta qué más puede hacer, cómo ayudar. En estos días me preguntaba por lo del Palacio de Justicia, ¿por qué había desaparecidos, por qué el presidente no hablaba?

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— Y, ¿usted qué le dijo?

 

— Eso no se lo he podido explicar…

 

En estos 23 años, además de aprender a judicializar delincuentes de todos los pelambres, Alexandra Ladino también entendió que dedicarles tiempo a los hijos hace parte del deber de criar buenos ciudadanos. Ahora, cuando lleva trabajo a su casa el fin de semana, sacrifica su tiempo de descanso pero no aplaza ni un solo plan con su hija.

 

—¡Qué tal yo impartiendo justicia, pero en mi casa todo al garete! 

 

 

 

 

No pierde la esperanza

 

A estas alturas de la conversación, la fiscal Ladino habla con más entusiasmo. Tal vez la prevención ha cedido, tal vez el tema la apasiona: “Yo sigo enamorada del derecho, sigo convencida de que da herramientas para construir un mejor país, que nos permita regular esas situaciones difíciles para que la gente entienda que este puede ser un país mejor”, dice convencida. 

 

Y habla de que nunca ha perdido la esperanza en que la administración de justicia puede mejorar. Ella lo ha comprobado cada vez que al llegar a un cargo implementa un método o cambia un proceso y ve los resultados. “Sí se puede —repite —, se trata de buscar nuevas formas de investigar. Es cuestión de cambiar de actitud”.

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Con esa forma de pensar y de actuar, no es de extrañar que la fiscal Ladino sea de esos funcionarios que no se apocan ante un derroche de poder o se asusten con una amenaza. 

 

Ella no lo cuenta, pero quienes estuvieron cerca dan fe de que la fiscal Ladino demostró su talante cuando tuvo que recepcionar el testimonio del expresidente Álvaro Uribe, por cuenta de la denuncia que hizo contra la campaña a la reelección de Juan Manuel Santos por la supuesta entrada de dineros del narcotráfico (investigación que se cerró por falta de pruebas). El hoy senador llegó con una veintena de escoltas a su despacho y trató con desdeño a la funcionaria. No prestaba atención y observaba constantemente su celular. “Le recuerdo que usted está en una diligencia judicial y que debe observar unas normas de comportamiento”, le inquirió. 

 

Quienes saben que lleva el caso de Interbolsa, le preguntan si no le da miedo haberse metido con empresarios tan poderosos y tan conocidos. A ella le da risa. Semejante idea no se le cruza por su cabeza. Todo lo contrario, ella sabe que este proceso hasta ahora está empezando y que seguramente le saldrán muchas canas y perderá más horas de sueño, cuando la investigación llegue a juicio. Ella está preparada.

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Mientras ese momento llega, también habla sobre su trabajo como fiscal delegada ante la Corte Suprema de Justicia donde tiene que asumir investigaciones en contra de los gobernadores de Bolívar, Sucre y Córdoba, entre otros. “El reto es lograr que las investigaciones concluyan a tiempo. No puede seguir pasando que el gobernador termina su periodo, la plata se ha perdido, las obras no se hicieron y nosotros todavía investigando”, se cuestiona. 

 

Estos casos son interesantes, dice Ladino, porque uno de los graves problemas de la corrupción es la contratación en los entes territoriales. Es la plata de la salud, de la educación, de la infraestructura, la que se pierde. “La afectada es toda la sociedad, por eso hay que buscar que la investigación sea eficiente y eficaz”, insiste. 

 

Antes de terminar la charla le pregunto la edad. Se sonroja un poco, pero al final declara 46 años. 

 

— A esta edad ha conseguido mucho, ¿qué le queda por hacer?  

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— Seguir administrando justicia.

 

Alexandra Ladino solo se imagina siendo fiscal.

 

 

***

 

ABC de Interbolsa

 

El escándalo estalló en noviembre de 2012 cuando la comisionista de bolsa no logró pagar un préstamo de $20.000 millones al banco BBVA, dejando al descubierto el hueco fiscal que había en sus finanzas.También dejó en evidencia la estrategia para manipular el mercado de acciones en el país para beneficio de unos pocos y destapó una red de empresarios que estafaron a miles de inversionistas que entregaron sus ahorros de toda la vida para luego ver cómo terminaron en los bolsillos de Tomás Jaramillo, Juan Carlos Ortíz, Víctor Maldonado y compañía. Los principales inversionistas de Interbolsa, a través de operaciones fraudulentas, lograron inflar la acción de Fabricato en un 214%.

 

 

Por Redacción Cromos

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