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Arte para sanar un país

La obra de Erika Diettes se inserta cada vez con más fuerza en un país dispuesto a contar y escuchar las verdades punzantes de su guerra.

Por Redacción Cromos

20 de octubre de 2016

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Por: Erika Diettes

 

“Hoy estamos frente a un país que se ha percatado de la importancia de rescatar los testimonios de las víctimas. Hoy es un país que quiere mirar su historia. Hay, además, una pequeña transformación en las víctimas, pues ya no es tan difícil hablarles. Están dispuestos a contar y hay un público dispuesto a escuchar. Esa es una de las razones por las cuales el arte es poderoso: es un vehículo de comunicación. Decir que el arte tiene la capacidad de generar cambios puntuales en una sociedad es una ficción, pero es una herramienta que, al unirse con otros agentes de cambio, puede llegar a motivar transformaciones. Para que esto sea posible, no obstante, tu trabajo tiene que llegar a la gente y eso no siempre es fácil. El arte dura una vida y necesitas una vida para validarlo". 

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Dialogar. La palabra más repetida de los últimos días. El concepto, que en ocasiones suena etéreo, parece la salida más viable a la transformación de un país dividido. Diálogo, es, precisamente lo que genera el arte de Erika Diettes. “En el caso del duelo, el arte te permite dialogar con el fallecido, conectarte con algo de esa persona que se te fue. Es la magia de devolverte, de seguir ahí, de hacer tus rituales: poner flores en el cementerio, prender una vela, mirar una foto, quitarla, enmarcarla más grande. Hacemos todas esas cosas para que no se rompa el hilo de la vida con esa persona”, afirma la artista que nació en Cali, pero ha vivido en Bogotá y Estados Unidos.

 


En su caso, sus obras establecen un diálogo muy específico: el de aquellos dolientes que, en su mayoría, no tuvieron oportunidad de hacer un acto funerario, ni encontraron un lugar para rezar una oración de despedida. Erika ha creado un espacio donde los que han padecido el dolor de la guerra pueden dignificar la memoria de sus seres queridos. Relicarios, la obra que será presentada el próximo 8 de noviembre en el Museo de Antioquia, en presencia de las víctimas, es, precisamente, un homenaje que servirá para recordar, por siempre, el paso de estas personas por el mundo. Para ello, la artista convirtió en reliquias diferentes prendas y objetos representativos de esas personas fallecidas durante el conflicto. 

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El camino para encontrar esta ruta no ha sido fácil. Erika ha tenido que enfrentarse a testimonios crudos, directos, dolorosos. “Escuché historias que me enfrentaban a un nivel de horror muy difícil de comprender. Es diferente cuando el testimonio está mediado por algo, pero cuando te lo están contando ahí, en vivo, cuando puedes observar y no solo escuchar, todo cambia, se hace más agudo”, afirma Erika.

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Su primer acercamiento con las víctimas colombianas (de todos los grupos sociales y armados) empezó con el trabajo denominado Río abajo (2008), una construcción fotográfica en la que la artista retrataba las prendas de los muertos que no habían sido encontrados jamás, sumergidas en agua cristalina, como una reflexión sobre los ríos colombianos, cuya corriente se ha llevado tantos cuerpos y ha sido tantas veces metáfora del dolor y la incertidumbre.

 

Después llegó A punta de sangre, trípticos fotográficos que reunían la imagen de una mujer que relata la desaparición de su ser querido, la del río que se ha llevado su cuerpo y la del chulo que acecha las orillas a la espera de un nuevo cadáver. Crudo. Real. Sudarios, su siguiente trabajo, se exhibió en el 2011, e inmortaliza a mujeres antioqueñas justo en el momento más álgido de la narración que hacen del asesinato de sus familiares. Enormes imágenes de 2,28 metros de largo y 1,34 de ancho que se han exhibido en diferentes lugares del mundo. 

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Los vestigios de la guerra han sido plasmados en su obra, cuya mirada se aleja de lo político y se acerca a lo humano. “Mis retratos son sobre el dolor, no sobre la violencia", cuenta Erika. Su obra llega en un momento crítico para el país, en el que cada día trae una nueva incertidumbre. Frente a tantas dudas, sin embargo, Erika opone la certeza del dolor, que sirve para recordar lo que no podemos repetir.
 

 

 

Foto: Daniel Álvarez. 

Por Redacción Cromos

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