
Cristina Umaña: "No me importan los años, me importa vivir"
Desde que llegó su hijo Baltazar, hace seis años, todo es más emocionante. Y se planteó cambios en sus rutinas para verlo crecer y dejar que sea su maestro de vida. El maestro también de su pareja Lucas Jaramillo, con quien comparte el viaje de sus días desde hace 10 años.
La intensidad de sus jornadas se puede medir en el día a día y en los proyectos que ya van copando su agenda 2016: está grabando la segunda temporada de Narcos, hará unos capítulos de la segunda temporada de Sala de Urgencias, alista mudanza para Miami a partir de junio. Tiene, además, un proyecto de una obra de teatro con Jorge Enrique Abello para el segundo semestre del año, “Muy divertida y me hace mucha ilusión”, dice, y en septiembre hará una película con Felipe Martínez.
“Cada vez pienso menos en la edad. Me esmero, sí, por ser una mujer saludable, fuerte y enérgica”.
Sueños que va cumpliendo. Planes que organiza con la serenidad que le han dado la vida, las experiencias y los años. En definitiva, la edad.
“¡Tengo 41 años!”. Cristina lo dice con naturalidad. No con ese gesto vergonzante que a veces asumimos las mujeres cuando nos enfrentan a la palabra edad, y hablamos en voz baja, como ofreciendo excusas o pretendiendo que nadie más sepa.
Cristina no se da por enterada y habla en voz alta, sin sentir que está diciendo algo indebido o que debe restar días a su existencia para mantener esa suerte de vigencia que muchos consideran necesaria cuando se trabaja con el cuerpo, bien sea en el modelaje o la actuación.
“Para mí la vida ha sido una aventura completa. Es muy chévere, porque cada día que pasa me siento más empoderada de mi feminidad y de mi condición de mujer. No es fácil ser mujer hoy en día, porque hay muchas cosas que nos condicionan y nos generan estrés y, por lo mismo, nos estamos rebelando ante eso y queremos vivir. No estar amarradas a estereotipos de edad, de belleza, de profesión o de convencionalismos sociales. Nos estamos rebelando ante eso”.
La claridad que tiene Cristina frente al tema se percibe en cada una de sus frases. Contundentes y serenas.
“Los años vienen superbien, lo digo por experiencia propia y por mis amigas, que son mis contemporáneas, y son mujeres cada vez más empoderadas, felices de vivir la edad que tienen. En particular los 40 son una edad en la que me siento joven y mujer. Ya no soy una niña, soy una mujer vital, con una claridad absoluta de lo que quiere y cómo lo quiere hacer. Con muchas ganas de seguir aventurando. ¡Delicioso!”.
"Las mujeres somos más que la edad. Somos creación, sabiduría, dadoras, cuidadoras de fuego, somos belleza y los años nos dan algo maravilloso: el poder de decantar"
Al hablar de empoderamiento, la actriz precisa que este viene con el conocimiento de uno mismo, aunque uno nunca termine de conocerse. “Los años y la experiencia me dan una noción de quien soy yo, de lo que quiero, de lo que siento, de lo que me hace vibrar, de mis miedos… Y eso empodera. Eso lo da la experiencia, indiscutiblemente. Es lo que vivo ahora: si las cosas salen como quiero, ¡wow!, maravilloso y lo celebro. No salen como quiero, ok, pero no hay una derrota. Es, simplemente, saber que no funcionó, que hay algo que debo corregir, superar o seguir aprendiendo”.
Las experiencias de vida se miran y se asumen de otra manera. A la manera de Cristina y de sus aprendizajes vitales al lado de sus afectos, su mamá Gloria, su esposo Lucas, el hijo de ambos, Baltazar, y sus amigos, esa conexión que mantiene el alma rodeada de abrazos y voces que acompañan cada sueño.
“El tiempo y las vivencias, los tropiezos, en esencia, vivir, me da mucha más claridad de lo que quiero y lo que no quiero hacer. En eso soy más sensata que cuando tenía 20 años”.
“A las mujeres que sufren el paso de los años les diría que es inevitable. El quid es cómo asumes cada año y cada momento de tu vida. Las mujeres somos más que la edad. Somos creación, sabiduría, dadoras, cuidadoras de fuego, somos belleza y los años nos dan algo maravilloso: el poder de decantar. No es más que la sabiduría que da el conocimiento”.
"Todas las etapas traen cambios y contradicciones y eso ha sido muy interesante de vivirlo a través de los años que tengo"
Estos 41 años de vida le han otorgado esa sabiduría a Cristina, quien sonríe con cada frase y no deja ver ni un asomo de queja ante los cambios que ha vivido su cuerpo, llámense kilos, canas o arrugas.
“En el espejo veo a la misma Cristina de cuando era una niña. Veo mi espíritu. Me veo igual, así tenga más arrugas o canas. Y acepto mis arrugas y mis canas, no es fácil, pero lo hago. Es parte del vivir. Se trata de disfrutar tu vida, a pesar de todo lo que te dicen la publicidad, el mundo, la sociedad. Es ver cómo construyo mi universo hoy, con coherencia. Hay que llevar los años con realidad. Porque es muy importante todo lo que suceda contigo. El camino es contigo y entre más rápido lo resuelvas, seas consciente de eso y te acompañes y te quieras, mejor será”.
Inevitable
Cristina ha entendido el paso del tiempo con dos palabras a manera de filtro: inevitable y natural. Y así lo vive, lo comparte y lo asume.
“Es inevitable sentir el paso de los años, sobre todo, por los temas sociales. No pensar de vez en cuando en la edad, pero al mismo tiempo que es algo que determina la sociedad, es más de afuera que de adentro. Lo interesante de las etapas de la vida, sean las que sean, es hacer un alto en el camino y un trabajo interior, porque hay un cambio del ser. Todas las etapas traen cambios y contradicciones y eso ha sido muy interesante de vivirlo a través de los años que tengo. Cada vez pienso menos en eso. Me esmero por ser una mujer saludable, fuerte y enérgica”.
“Me cuido con el ejercicio y la alimentación, pero lo más importante es pensar bonito y sentir bonito. no hacerlo es lo que más te puede desgastar en la vida”
Y es que si bien se goza sus 41, reconoce que debe cuidarse y que su cuerpo siente el peso de las cuatro décadas. “Los 40 me dieron duro en un tema físico, de achaques. No sé si fue sicológico o qué. Me dolía una cosa o la otra. Esta situación hizo que me cuidara mucho más, que fuera más estricta con mi alimentación, el deporte, el sueño y el trabajo. Venía de una serie en la que trabajé seis meses de manera intensiva, doce horas al día, todos los días, y como ya no tengo 20 sino 40, lo sentí. Eso me hizo reflexionar mucho sobre mi cuerpo, y entendí y acepté que necesito equilibrio”.
Y es que en su profesión, cuerpo y rostro son el instrumento de trabajo y su cuidado y protección debe ser esmerada y constante.
“Mi alimentación es muy equilibrada y lo tengo incorporado gracias a mi mamá, que vive en Suesca, en el campo, y es orgánica, casi vegana y crecí con esa conciencia. Me cuido, consumo productos orgánicos, cereales y antioxidantes, porque sé que si estoy saludable me voy a sentir bien. Hago mucho ejercicio porque me gusta estar en equilibrio. Tengo un entrenador dos veces por semana y los otros tres días hago cardio. Decidí guardar el carro y caminar la ciudad. Tengo mis médicos holísticos y biológicos, estoy pendiente de aplicarme mis sueros y tomarme mis vitaminas. Y lo más importante de todo: pensar bonito y sentir bonito. Estoy pendiente de ese tema, porque creo que eso es lo que más te puede desgastar en la vida y enfermar”.
La palabra vejez no hace parte de su diccionario, porque cada persona elabora sus construcciones y toma sus decisiones. Viene de adentro. “La vida es tu propia realidad. Jamás hay que vivirla como los demás la sienten y la piensan. Si crees que tener 40 es estar vieja, vas a ser vieja. Pero si crees que tener 50 es una edad maravillosa en la que eres adulta, con belleza, energía y vitalidad, así será”.
Así es Cristina, concreta y sincera, la que nunca ha peleado con los años y tiene como política personal no negar su edad. “Como dice una amiga: he vivido mis años muy bien vividos, por favor no me quites ni uno”.
"Si crees que tener 40 es estar vieja, vas a ser vieja. Pero si crees que tener 50 es una edad maravillosa en la que eres adulta, con belleza, energía y vitalidad, así será”
Mi mamá, Gloria Umaña, es un ser que admiro profundamente. Fue periodista y ha sido trasgresora con todo, se ha negado a entrar en estereotipos sociales o a vivir según las convenciones. Hace 15 años decidió irse a vivir a la montaña, a Suesca, y tiene una actitud de vida absolutamente responsable y coherente con el ambiente, vive el 100% de sus días en función de eso. Para ella la belleza es otra cosa, tiene que ver con la esencia, con lo espontáneo, con lo natural. Ella es mi parámetro de ser mujer, aunque somos muy distintas. La tengo en mi alma y en mi espíritu.
Ser la mamá de Baltazar ha sido maravilloso. He vivido las emociones más grandes de mi vida con él; muchos miedos también. Es aprender a enfrentar esos miedos y a no transmitírselos a él. Es la relación más importante de mi vida. Siempre lo digo: él es más maestro mío que yo de él.
Me ha enseñado la paciencia, la aceptación, el amor incondicional, me ha recordado la inocencia, el asombro ante cosas sencillas todos los días. Un niño en una casa es una alegría permanente. Es un viajero, lo trae en su espíritu, desde los tres meses de edad empezamos a viajar con él, por el trabajo de Lucas y mío. Entiende, desde muy pequeño, la diversidad, las formas de ver, de pensar, de vestir, de comer. Queremos, que aprenda que la vida se vive de miles de maneras y que todas son absolutamente válidas. Así, los juicios de valor cobran otra dimensión. Él entenderá que cada uno tiene derecho a vivir la vida como quiera, como sienta y como le sepa.
Lucas y yo hemos tenido la suerte de encontrarnos, compartimos muchos sueños y muchos hábitos. Disfrutamos mucho hacer planes juntos. Eso ha sido chévere porque renueva la relación, la hace divertida, no tan monótona, toda vez que los años pesan después de un tiempo y si no le pones magia y diversión al asunto, se vuelve muy aburridor.
Este año cumplimos 10 años de estar juntos y quiero seguir viajando y compartiendo mi vida con Lucas, creando una relación amorosa, sólida, divertida y tranquila. Quiero seguir asumiendo mi lugar en este mundo con mucha propiedad y alegría.
En junio próximo, Cristina y su familia se mudarán a Miami, donde los Jaramillo Umaña emprenderán una nueva aventura laboral y familiar. “Ha sido una decisión de muchos años. No la habíamos tomado porque yo estaba trabajando mucho en Colombia. Tengo ganas de moverme más por fuera, que mis proyectos no me requieran estar en un lugar específico, Creemos que es el momento perfecto, Baltazar está en una buena edad para aprender otro idioma. Los tres estamos muy emocionados con la idea de cambiar un ratico de vida. La base será Miami, en principio, es interesante para mi carrera, muy central de cara a otros lugares que me interesan, como Los Ángeles, México y Bogotá. Esta mudanza hace parte del espíritu de los tres, de movernos, porque compartimos las ganas de conocer, de probar, de viajar, de descubrir.
Por: Beatriz Arango
Fotógrafo: Juan Arellano
Asistente de fotografía: Darío Cifuentes
Make up y peinado: Laura Pantoja
Estilismo: Beatriz Arango
Producción: Mónica Ma. Moreno




