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El amor y el silencio se toman los Óscar

Aunque las tres películas con más nominaciones son totalmente dispares, hay elementos que las unen.

Por Laura Galindo
26 de febrero de 2018
El amor y el silencio se toman los Óscar
El amor y el silencio se toman los Óscar

Si me pidieran resumir Three billboards outside ebbing, Missouri, lo haría con su primera escena: 

 

Todos se han ido y no queda nada. El mundo se desvanece y la vida asfixia. En un acto misericorde, el poeta arranca La última rosa del verano. La indulta, la salva. Le regala la muerte y la tira contra el suelo para redimir su soledad junto a las demás rosas marchitas. Son los versos de Thomas Moore y la música de Sir John Andrew Stevenson, que suenan en la voz de la soprano René Fleming, mientras amanece y la luz del sol golpea el espejo retrovisor de Mildred Hayes, quien maneja con ojos cansados, de ceño fruncido y mirada sin brillo.

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1. Tres Anuncios por un crimen. 

Maravillosa: por ser drama y comedia, y música precisa.

 

A su derecha se elevan tres carteles desvencijados. Detiene el auto frente al segundo y algo cambia en su rostro. Mira de reojo y activa la palanca de reversa. Vuelve atrás, a la primera. Se deja caer contra el espaldar. Mildred ha tenido una idea. Una para redimirse. Para salvarse de sí misma. Para no ser más la última rosa del verano. 

 

Tres anuncios por un crimen, como se llama en español, es un drama visceral y al mismo tiempo una comedia negra. Una madre que se cansa de ser víctima y se convierte en verdugo para retar a las autoridades locales y encontrar al asesino de su hija Ángela. Una película protagonizada por Frances McDorman (Fargo) y dirigida por el dramaturgo Martin McDonagh (Six Shooter), que este año alcanza siete nominaciones al Óscar, entre las que se cuentan mejor actriz, mejor película y mejor banda sonora. 

 

Tomado de Imbd (1)

2. Dunkirk.

Fabulosa al representar la angustia y la ansiedad de la guerra. 

 

Más arriba, y en el mismo podio, se encuentra Dunkirk, dirigida por Christopher Nolan y con ocho nominaciones. Una historia basada en la Operación Dínamo,  que le sirvió a Estados Unidos para evacuar sus tropas luego de que el nazismo alemán invadiera Francia durante la Segunda Guerra Mundial. Una historia libre del morbo de la guerra, pero con toda su angustia implícita. Un reto a la ansiedad, a la espera, al estatismo. A la fragilidad de la esperanza cuando la tragedia es inminente. Una narración en tres perspectivas: tierra, mar y aire. Tres tiempos: una semana, un día y una hora. Y tres voces: Fionn Whitehead, Tom Glynn-Carney y Tom Hardy. 

 

Si de nominaciones se trata, La forma del agua resulta ganadora irrefutable. Escrita y dirigida por Guillermo del Toro, suma catorce postulaciones: mejor película, mejor banda sonora, mejor guion y mejor dirección. Es el relato de amor de Elisa, una mujer sin habla, con una criatura acuática mitad bestia, mitad dios. Sensible, fantástica y surrealista. Una metáfora de la tiranía humana ante la diferencia, en donde lo insólito se hace normal y lo normal no tiene cabida. Un juego de roles invertidos en el que el hombre se vuelve monstruo y el monstruo es héroe. 

 

Ahora, si me pidieran resumir las tres películas favoritas de los Óscar en solo dos palabras, diría primero: amores. Amores de madre en la piel de Mildred Hayes. Imperfectos, extravagantes, invencibles. Amores nacionalistas en los soldados estadounidenses de Dunkirk. Estoicos, resignados, orgullosos. Y amores eróticos entre una mujer y su monstruo. Sensuales, románticos y predecibles. Amores que, como dijo el filósofo alemán Erich Fromm, son “arte y fruto de un aprendizaje igual que la música o la pintura”.

 

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3. La forma del agua.

Una historia de amor hermosa, rara y predecible, a la vez.

 

Y diría luego: silencios. Explícitos y figurativos. Como los de Elisa, en La forma del agua, que perdió el habla y aprendió a comunicarse con señas, canciones de tocadiscos y zapateos de tap. Como los de su monstruo, una criatura sin lenguaje articulado, y los del laboratorio en Baltimore, que pretende usarlo como arma secreta en la Guerra Fría. Silencios como los de la policía local de Ebbing, en Tres anuncios por un crimen, que siete meses más tarde siguen sin pistas sobre el asesinato de Ángela. Como los de Mildred, la madre, que calla sus culpas y esconde sus dolores, y los del pueblo entero que, por miedo, se convierte en cómplice de los abusos de poder que ejercen sus autoridades. Y, por supuesto, silencios como los de Christopher Nolan, en una película de pocos diálogos, pero imágenes compulsivas y poderosas que hablan por sí solas.

 

Amores: la descripción suena cliché, cuando de cine se trata, pero esta vez están viciados y enrarecidos. Una mujer y una criatura fantástica, una madre y su hija muerta, un ejército y su país vencido. Silencios: tres narraciones que se callan para dejar que su música lo diga todo. Tres películas que bien podrían ser la mejor película. Pero si me pidieran elegir una, mi respuesta ha sido obvia desde el principio: Tres anuncios por un crimen.

 

Por Laura Galindo

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