Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta política.

"El ser humano es tan enfermo como sus secretos y yo los escupí todos", Aura Lucía Mera

La columnista habla con la tranquilidad de quien se sabe libre y plena después de una adicción.

Por Redacción Cromos

24 de mayo de 2016

"El ser humano es tan enfermo como sus secretos y yo los escupí todos", Aura María Mera

PUBLICIDAD

Sin miedo

Columnista de los diarios El Espectador, El País de Cali, y El Comercio, de Quito, contó en un libro que escribió en los 90 su adicción, durante años, al alcohol y a la cocaína. Hoy, reconoce que las bebidas en manos de jóvenes son un riesgo latente, que vive un día a la vez y que no se hace promesas. Habla con la tranquilidad de quien se sabe libre y plena. Alegría que comparte con sus hijos, nietos y demás parientes.

“Al comienzo ni te das cuenta de que eres adicta. El alcohol tiene una curva muy larga, lenta e insidiosa. Jamás pensé que yo era alcohólica o que tenía problemas con la sustancia. Tengo una gran tolerancia hacia el alcohol y mi hígado se asemeja al de un marinero irlandés. Pocas veces en mi vida me emborraché. Al contrario, me sentía con una fuerza superior, como si el motor de arranque de mi vida estuviera en Fórmula Uno. Creo que si no hubiera conocido la cocaína ya habría muerto alcoholizada, sin darme cuenta. La cocaína fue la que me mando a la lona.

Sigue a Cromos en WhatsApp

Los últimos años de mi adicción me fui aislando, pero culpaba a los demás, culpaba a Dios, ¡culpaba a la vida! No relacionaba mis problemas, ni mi irascibilidad, ni mis desajustes internos con el consumo. Al contrario, no entendía cómo las personas “normales” podían vivir sin drogas. Me llené de ira. Me fui aislando, me atraparon las sustancias, como la araña que va tejiendo la red sutilmente, hasta que se queda encerrada en ella. Yo, sin proponérmelo fabriqué la cárcel de mi alma.

Salir de este infierno fue gracias a un Poder Superior que me regaló una suma de circunstancias: reencontrarme con un tío que llevaba diez años sobrio, conocer en Fort Lauderdale a mi primer terapista, un sacerdote irlandés, alcohólico anónimo, quien me enseñó a reconocer mi enfermedad, a reconciliarme con Dios y a vislumbrar que existía una vida mejor sin drogas. Fue un proceso lento, doloroso, con muchas recaídas. Tuve que internarme en dos ocasiones para poder parar el consumo. Una vez en Bogotá y otra, durante cuatro meses, en el South Miami Hospital. Afortunadamente, en esas ocasiones también tuve excelentes terapeutas como los doctores Miguel Bettin y Omar Mejía, de lo contrario creo, honestamente, que me hubiera suicidado. Ya no quería ni podía vivir con drogas o sin ellas.

Read more!

Puntos de inflexión para tomar la decisión hay muchos, pero lo verdaderamente necesario es Buena voluntad y Humildad para reconocer la enfermedad y aceptar nuestra impotencia ante ella. Al fin pude sentir en mi alma el dolor que les había causado a mis hijos y a las personas más cercanas. Y entender que la vida son 24 horas. Que debía continuar asistiendo a los grupos de Alcohólicos Anónimos y seguir sus sugerencias de los Doce Pasos. Solo Por Hoy, con sentido de honestidad, servicio y humildad. Mejor dicho, todas las mañanas me agarro de mi Poder Superior, en mi caso Jesús, pongo mi vida y mi voluntad en sus manos y dejo que Él sea el capitán de mi nave frágil y desorientada. Vivo agradecida y contenta.

Porque todo adicto está a un paso de volver a consumir, así hayan pasado muchos años en sobriedad y abstención, en el fondo el cuerpo se las ingenia para seguir justificando el consumo. Por eso, a mí lo que me funciona es el Solo Por Hoy. No me hago promesas, pero así han pasado más de 18 años y la compulsión ha desaparecido. No hago esfuerzo, simplemente no siento hoy la necesidad de consumir.

Read more!

Escribí un libro sobre mi experiencia: Testimonio de una lucha contra el alcohol y la droga. Patricia Lara me propuso que escribiera mi testimonio y Gabriel Iriarte, entonces director de Planeta, acepta la idea, me da carta blanca y me lo publica sin corregirle ni una coma. Acepté el reto para desestigmatizar al adicto, para contar que el consumo no es propiedad de los mendigos ni de los mal llamados desechables, sino que es una enfermedad primaria. Y para que mis hijos supieran quién era y es su mamá, con todas las fallas y las fortalezas, sus rabias y sus amores. No un simple rótulo. Fue como un parto del alma. Lo escribí desde las tripas. Quedé exhausta, ¡pero libre!

Actualmente me siento totalmente libre. Se dice que el ser humano es tan enfermo como sus secretos y yo los escupí todos. Es una sensación indescriptible, perdí el miedo al rechazo, el miedo a decir NO, el actuar por complacer a los demás. En fin, gracias a mi alcoholismo, mi consumo de cocaína, el infierno, los tratamientos, las lágrimas y el libro encontré la libertad. Mi familia extendida son los Grupos de Alcohólicos Anónimos, son mis hermanos de alma y mi familia nuclear, hijos, hermana, sobrinos, nietos y amigos, ¡mi razón de existir!”

 

No ad for you

Foto: Cortesía.

Por Redacción Cromos

Temas:
Ver todas las noticias
Sigue a Cromos en WhatsApp
Read more!
Read more!
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta  política.