
El tumbao de Maite Hontelé, al lado de Herencia de Timbiquí
A Maite se le viene la noche. Pero no cualquier noche. Es una oscura, envolvente, que le quita color al pasto. Trompeta en manos, Maite está ahí, bajo el cielo, con los dedos que tocan unos botones metálicos. A ras del suelo, sus pies se mueven con cadencia, acompañando el canto “ay noche, ay nochecita, tú que conoces mis angustias y mis penas”, de una voz reconocible, envuelta en la penumbra. En la noche hay otra voz. A estas alturas, este canto es familiar, como la trompeta y el pelo rubio de Maite, encima de un escenario en cualquier ciudad de Colombia. Pero no nos desviemos; a la trompetista holandesa y a los cantantes de Herencia de Timbiquí, William Angulo y Begner Vásquez, en un momento único, con fogata, los une Nochecita, “quiero vivir mi vida junto a ella, ay nochecita dime tú”, la tercera canción del álbum Te voy a querer, hoy hecha video en una finca en Rionegro, Antioquia.
“El video es una demostración del equipo de trabajo, encabezado por el compositor Juancho Valencia, genio de la canción. Poco a poco, en cinco minutos que dura la grabación, te das cuenta del talento de todos detrás de este tema”, dice Maite. Sus amigos Stella y Carlos le prestaron la finca, en la que cae la noche cerrada, después de un día redondo, de sol radiante, de parche y gozadera, como si se hubiera alquilado el clima del día para grabar en la mañana. No hay necesidad de que los planetas se pongan de acuerdo para tener una noche especial. Apenas basta con que se alinee el talento de los músicos. Sus instrumentos, sus voces, la buena energía.
“Poco a poco estamos lanzando videos del disco. La mala que es un son montuno muy sabroso, camínalo, hay varios temas que quiero hacer video”
El clima en la finca es de baile. Y es para aguantarse las ganas de mirar a las estrellas, porque luego es difícil aterrizar. “Es un video bellísimo. Los de Herencia debían viajar en el último vuelo, tuvimos cinco tomas para lograrlo. Menos mal estábamos cerca del aeropuerto”, dice riendo Maite, la que cada día más se le percibe lo colombiana, como si se pudiera ser más colombiano en la medida que se vive más tiempo aquí. Bueno, a ella le sucede. La embellece, la inspira. Unas alas le salen mientras toca. El vuelo lo demuestra en su cara de ojos cerrados, pegada a la trompeta.
A Maite se le viene la noche. Su video en youtube se reproduce a un ritmo desconocido para ella. Hace poco estuvo tocando en Brasil, Cali, Palmira, Bogotá. Ahora prepara viaje para Cuba, a finales de abril, a tocar en la tierra de Los Compadres y del Trío Matamoros. La Habana le recuerda a su papá, coleccionista de salsa y de son cubano. Se imagina frente al público isleño, de noche, como con los de Herencia, allá en el corazón de la música antillana, que le despertó hace años, en la lejana Holanda, su sabor latino.
Fotos: Daniel Álvarez.
